Por qué deberíamos elegir el amor en lugar del miedo

Nos transformamos a nosotros mismos y a nuestras relaciones cuando dejamos de luchar para demostrar que somos una buena persona

Por The Epoch Times
31 de diciembre de 2021 11:29 AM Actualizado: 31 de diciembre de 2021 11:33 AM

Rechaza el miedo, elige el amor. Este es un estribillo popular y un consejo maravilloso. Muchos creen que solo hay dos emociones primarias en el ser humano, el amor y el miedo, y que no podemos sentir ambas a la vez.

Y del mismo modo que la luz elimina la oscuridad, el amor puede eliminar el miedo.

La elección de rechazar el miedo y elegir el amor puede parecer algo que solo se aplica a los momentos de crisis, ya sea cuando terminamos un matrimonio, cuando empezamos un nuevo negocio o cuando nos preparamos para escalar el monte Everest.

Pero, en realidad, la oportunidad de elegir el amor y rechazar el miedo se presenta en los momentos más pequeños de la vida y, concretamente, en las relaciones con los más cercanos.

Nos hacemos daño, con o sin intención. Es un hecho.

A veces, si tenemos suerte, descubrimos que hemos herido a la otra persona cuando se acerca a nosotros y comparte su dolor, expresa su experiencia y verbaliza lo que dijimos o hicimos que le molestó.

Pero a menudo, descubrimos que hemos herido a la persona por una vía diferente, es decir, cuando nos critica duramente

En estos casos, generalmente nos sentimos culpables o atacados, y como resultado, puede ser más difícil escuchar o imaginar la situación a través de sus ojos. A menudo, es imposible empatizar con su dolor.

En estas situaciones, tendemos a devolver el golpe y señalar con el dedo a la otra persona, o a defendernos y demostrar que está equivocada. Es un instinto de supervivencia y, de hecho, puede parecer que nuestra propia supervivencia está en juego.

Lo que está en juego no es nuestra supervivencia física, sino la supervivencia de nuestra versión de nosotros mismos. La persona que la otra persona caracteriza o experimenta como nosotros no es la persona que pensamos o creemos que somos. Por eso, tratamos de proteger de las acusaciones la identidad del yo bueno, el yo inocente.

Es un instinto saludable cuestionar las acusaciones que nos parecen injustas o injustificadas. También es importante ser capaz de establecer límites que impidan que las proyecciones y desviaciones de los demás caigan sobre nosotros.

Si te asignan intenciones que no te corresponden, es importante que tengas clara tu verdad. También es sano y necesario protegerse del dolor que toma la forma de un ataque emocional. Los ataques emocionales y los insultos que pretenden hacer daño no están bien, y hay que detenerlos. Este no es un artículo sobre aprender a ser un felpudo al servicio de algún falso objetivo espiritual.

Y sin embargo, hay una enorme oportunidad en estos momentos relacionales, cuando alguien que nos importa está herido, y cuando —lo entendamos o no— parecemos ser parte de su dolor. Hay una oportunidad en estas situaciones para elegir responder desde el amor en lugar de reaccionar desde el miedo.

Cuando nos sentimos emocionalmente atacados, culpados o criticados de alguna manera, experimentamos miedo, aunque no seamos conscientes de ello. Nuestro ego se ve amenazado. Nuestra identidad se ve amenazada. Nuestra narrativa del yo se ve amenazada.

El conflicto se siente peligroso para la supervivencia del organismo del ego.

Como resultado, reaccionamos desde el lugar del miedo, lo que significa defender nuestro ego o contraatacar, intentando desactivar la amenaza. El miedo, como emoción primaria, puede arrasar con nosotros como un tsunami y hacer que reaccionemos sin pensar ni consultar a nuestro yo más racional y amoroso. Nuestra reacción a menudo no está en consonancia con lo que sentimos, en nuestro corazón, por esa otra persona.

Si queremos elegir el amor sobre el miedo como práctica de vida, no tenemos que esperar a que se produzca una crisis. Simplemente podemos aprovechar las oportunidades que se presentan en esos momentos que ocurren todos los días cuando la persona que imaginamos que somos no se alinea con la forma en que nos ven en ese momento.

Elegir el amor en estas situaciones es primero hacer una pausa y respirar plenamente antes de hacer algo. Es parar y callar, hacer lo mejor posible para escuchar realmente lo que la otra persona está diciendo, sin defender nuestra versión de lo que somos o de lo que creemos que ha pasado.

También significa abstenerse de devolver el ataque con una crítica al otro, o con algo que haya hecho o dicho (relacionado o no) que nos haya herido por igual. Es simplemente escuchar, sin condiciones.

Operar desde el amor es dejar de lado nuestro propio ego el tiempo suficiente para escuchar la experiencia del otro. Es ser lo suficientemente valiente como para intentar comprender lo que la otra persona está experimentando, sin importar lo radicalmente diferente que sea de lo que nosotros pretendíamos que sucediera, pensamos que sucedió o creemos que fue la causa de lo que sucedió.

Es estar dispuestos a dejar de demostrar que somos una buena persona y ser realmente esa buena persona.
Operar desde el amor significa tener la fuerza de corazón para entender y abrir nuestro corazón a lo que es el dolor que el otro está tratando de expresar. Una respuesta —no una reacción— que proviene del amor es escuchar el dolor del otro como si fuéramos solo oídos que oyen, oídos solos, y no oídos unidos a una cabeza, unidos a un ego, unidos a una identidad, unidos a una persona que intenta permanecer intacta y sin cambios.

Vivir desde el amor y no desde el miedo, en un nivel práctico, es cambiar el objetivo de proteger nuestro ego y ganar la discusión y pasar a ser realmente amables y cariñosos en nuestras acciones.

Es estar dispuestos a dejar de demostrar que somos una buena persona y ser realmente esa buena persona.

Y sorprendentemente, en los momentos en que tenemos la fuerza de elegir el amor sobre el miedo, somos recompensados con el regalo de experimentarnos como amor, y algo infinitamente más que el pequeño y frágil ego que creíamos ser y que tan desesperadamente necesitábamos proteger.

Ganamos la dignidad de saber que hemos hecho algo increíblemente desafiante y hermoso.

Somos recompensados con una libertad que supera todas las demás libertades.

En última instancia, es en nuestra voluntad de dejar de defender la idea que tenemos de nosotros mismos cuando descubrimos nuestro verdadero e indestructible ser.

Nancy Colier es psicoterapeuta, ministra interreligiosa, autora, oradora pública, directora de talleres y autora de varios libros sobre mindfulness y crecimiento personal. Está disponible para la psicoterapia individual, la formación en mindfulness, el asesoramiento espiritual, las charlas públicas y los talleres, y también trabaja con clientes a través de Skype en todo el mundo. Para más información, visite NancyColier.com.


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