Opinión
Si la persecución de más de 70 millones de practicantes de Falun Gong en China hubiera sido expuesta y condenada por las naciones que defienden los derechos humanos poco después de que comenzara, ¿podría haber continuado durante 25 años?
El 20 de julio de 1999, apenas 10 años después de la masacre de la Plaza de Tiananmén, el Partido Comunista Chino (PCCh) volvió a atacar. Esta vez, no sólo fueron estudiantes, sino que toda la población china fue el objetivo.
¿Su «crimen»? Valorar la cultura tradicional china—en China— y practicar la disciplina de meditación Falun Gong, también llamada Falun Dafa.
Arraigada en la tradición budista, esta práctica espiritual china se centra en los principios de verdad, compasión y tolerancia.
Comercio sobre Derechos Humanos
A finales de 1999, el mundo se preguntaba qué estaba pasando en China. ¿Qué era Falun Gong?
El PCCh había aprendido de la masacre de 1989 cómo ocultar mejor sus ataques contra los ciudadanos chinos, imponer la sumisión y demonizar a un
grupo que querían erradicar.
En septiembre de 1999, el entonces líder del PCCh, Jiang Zemin, visitó Australia y luego Nueva Zelanda para una reunión de Cooperación Económica Asia-Pacífico, y personalmente entregó propaganda anti-Falun Gong a los funcionarios que conoció.
El Sr. Jiang presionó al entonces presidente de EE. UU., Bill Clinton, para que apoyara la entrada de China en la Organización Mundial del Comercio. Para 2001, China se había unido a la organización. Así comenzó la vinculación del PCCh entre los derechos humanos y el comercio.
Durante los últimos 25 años, millones de practicantes de Falun Gong en China han sufrido detenciones arbitrarias, encarcelamiento, tortura física, mental, sexual y psiquiátrica, y miles han sido asesinados.
Un número incalculable de personas han sido asesinadas por encargo para abastecer la industria de trasplantes de órganos autorizada por el estado chino, mientras el país está viendo un aumento masivo en los trasplantes de órganos en medio de una escalada de la persecución.
China sigue siendo el único país en el mundo donde las autoridades, el PCCh, supervisan un comercio ilícito de órganos humanos.
Perseguir para Controlar
El odio del PCCh hacia Falun Gong proviene de su temor a que el control total del Partido sobre sus ciudadanos se disuelva cuando el pueblo chino se reconecte con sus raíces espirituales tradicionales, algo que el Partido ha pasado décadas intentando destruir.
Los principios de verdad, compasión y tolerancia enseñados por Falun Gong han ayudado al pueblo chino a comprender y apreciar nuevamente el aspecto espiritual de la vida, una creencia que trasciende el marco del materialismo marxista promovido por el PCCh.
En desafío a la persecución, los practicantes en China continúan defendiendo pacíficamente su derecho a practicar su fe. Asumiendo grandes riesgos, han ayudado a decenas de millones de compatriotas chinos a comprender la bondad de Falun Gong y a despertar a la naturaleza maligna del PCCh.
La Ley de Protección de Falun Gong de EE. UU.
El 25 de junio de 2024, la Cámara de Representantes de EE. UU. aprobó la H.R. 4132, la “Ley de Protección de Falun Gong”.
Este proyecto de ley histórico es la primera ley federal de EE. UU. propuesta para combatir específicamente los abusos a los derechos humanos que han sufrido durante décadas decenas de millones de practicantes de Falun Gong, en particular los atroces crímenes de extracción forzada de órganos.
Australia aún no tiene un proyecto de ley similar al de EE. UU., pero actualmente tiene una moción de un miembro privado presentada en la Cámara de Representantes, y existe interés en una moción en el Senado para afirmar el apoyo a poner fin a la persecución de Falun Gong.
Las mociones del Senado o las mociones privadas de la Cámara no expresan ni determinan la política exterior de Australia. Pero pueden expresar el sentido de obligación moral y humanidad de los miembros del Parlamento en nombre del pueblo que los eligió.
Hablar en favor de los practicantes de Falun Gong ayuda a romper el silencio en torno a esta inhumana campaña de persecución y a exponer las continuas atrocidades sobre los derechos humanos.
También es beneficioso para Australia y otras naciones democráticas mantenerse libres de la coerción y subordinación al régimen comunista chino.
Permanecer en silencio público sobre la persecución de Falun Gong, otorga impunidad al PCCh. Si un criminal percibe que la recompensa excede la pena por un crimen, ¿dónde está el incentivo para dejar de delinquir?
El PCCh no se desalentará de tratar a los seres humanos no como vidas sagradas, sino como objetos para ser utilizados o abusados en función de los intereses del Partido, hasta que se expongan sus crímenes al pueblo chino y al mundo.
La persecución de Falun Gong debe terminar. Ese día llegará pronto, cuando el PCCh enfrente las consecuencias de sus propias acciones.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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