Comentario
Estados Unidos y China anunciaron el 13 de diciembre que ambos países habían alcanzado un acuerdo comercial de «Fase Uno».
De acuerdo con el anuncio de Estados Unidos, los aranceles que se establecieron para implementarse el 15 de diciembre serán cancelados, y algunas de los aranceles ya existentes serán reducidos. El acuerdo exige que el régimen chino lleve a cabo reformas estructurales para proteger la propiedad intelectual, detener las transferencias coercitivas de tecnología y abrir su mercado a los productos agrícolas y los servicios financieros. China también prometió comprar más bienes y servicios estadounidenses en los próximos años.
En particular, la declaración de EE.UU. enfatizó que el acuerdo tiene un mecanismo vinculante.
El anuncio de China en una conferencia de prensa se centró en la «igualdad», es decir, ambas partes han hecho concesiones y China ha ganado la iniciativa hasta cierto punto. Sin embargo, minimizó las dos partes más importantes en las que Estados Unidos hizo hincapié: la necesidad de reformas estructurales y el mecanismo vinculante.
Demás está decir que el público destinatario de las autoridades chinas son los chinos que viven en China continental.
Después que ambas partes hicieron sus anuncios, hubo dos respuestas opuestas.
Un grupo cree que la administración Trump una vez más cayó en la trampa tendida por el Partido Comunista Chino (PCCh), que siempre trata de arrastrar las cosas indefinidamente para obtener posibles oportunidades favorables. Por lo tanto, estas personas piensan que Washington no aprovechó la oportunidad de golpear a China hasta que el PCCh sea completamente derrotado.
Dentro de este grupo, hay dos tipos de personas.
Uno de ellos es el de los demócratas estadounidenses. Por ejemplo, el líder de la minoría en el Senado, Chuck Schumer, dijo en su mensaje en Twitter el 13 de diciembre: «El presidente Trump se ha vendido por una promesa temporal y poco confiable de China de comprar algunas semillas de soja».
El otro es el de los activistas chinos a favor de la democracia. Esperan que el presidente Donald Trump tome medidas más duras contra el PCCh, ya que creen que cualquier negociación con el PCCh es un compromiso.
Sin embargo, en mi opinión, China es la que ha hecho más compromisos en la fase uno del acuerdo comercial, y sobre la base del resultado final, los Estados Unidos tienen más ganancias que pérdidas.
Muchas de las negociaciones previas entre los dos países terminaron en fracaso, ya que Beijing siempre ha roto sus promesas durante la última etapa, debido a dos razones principales. En primer lugar, el PCCh trató de alargar las cosas, con la esperanza de que, en un momento dado, se produjera algún cambio favorable. La segunda razón es que esta vez el oponente es Present Trump, que es muy diferente de los anteriores oponentes del PCCh que podrían ser fácilmente embaucados y engañados. Todas las negociaciones y acuerdos anteriores entre el PCCh y la Organización Mundial del Comercio (OMC) entran en esta categoría.
El requisito de una reforma estructural y un mecanismo vinculante indican que Washington puede reanudar la imposición de aranceles de penalización contra China en cualquier momento si no cumple los acuerdos.
Por lo tanto, los Estados Unidos no sufren muchas pérdidas en esta ronda de negociaciones. Aunque se han reducido los aranceles sobre algunos productos chinos, ese es un resultado normal, ya que la negociación en sí misma es un arte de compromiso. Llegar a un acuerdo en la primera fase ayudará a aliviar la presión sobre los exportadores de ambos países. Será beneficioso para la economía de Estados Unidos, así como para la campaña presidencial de Trump en 2020.
Sin embargo, Washington debe permanecer alerta en caso de que China incumpla sus promesas, Estados Unidos debe estar preparado para tomar medidas efectivas de inmediato.
En cuanto al régimen comunista chino, el acuerdo de la primera fase es en realidad un paso atrás, pero no tenía otra opción. La guerra comercial que duró más de un año que ha causado un enorme impacto en la economía de China: el capital extranjero está saliendo de China, un gran número de empresas han quebrado, el desempleo se disparó, una crisis financiera, la inflación y la indignación pública. Todos estos son signos que sugieren enormes dificultades por delante y un escenario catastrófico para el régimen actual. Muchos funcionarios comunistas chinos están viendo las escritas en el muro y se han apresurado a transferir sus bienes al extranjero, preparándose para abandonar el país en cualquier momento.
A nivel internacional, el régimen comunista chino se encuentra cada vez más aislado, siendo la señal más destacada el hecho de que la OTAN reconoció por primera vez a China como una amenaza durante la cumbre que se celebró en Londres a principios de diciembre.
Fue en medio de crisis internacionales y nacionales que el PCCh se vio obligado a replegarse y a aceptar firmar el acuerdo de la fase uno. Aunque no somos optimistas en cuanto a que el PCCh se atenga a los términos, el acuerdo no obstante tiene al PCCh bajo un control absoluto, ya que la administración de Trump puede imponer aranceles de penalización en cualquier momento.
En realidad, incluso sin una guerra comercial entre Estados Unidos y China, el PCCh aún se enfrentará a su colapso total final. Sus crímenes y malas acciones de los últimos 70 años han causado enormes problemas sociales y conflictos irresolubles entre el régimen y el pueblo chino. La guerra comercial es simplemente un catalizador que acelera el proceso de desintegración del PCCh.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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