Opinión
La juventud sabe lo que no quiere
antes de saber lo que quiere
Jean Cocteau
Aclaremos desde un inicio: el rechazo de los jóvenes en general a la “política” es ya una decisión política. Pero precisemos, esta decisión política es, en realidad, un rechazo a los políticos. Y es importante definirlo así para evitar pontificar en relación a un lugar común.
Sigamos precisando, el hecho de que haya un rechazo a los políticos no significa que la solución de esto deba venir de los propios políticos a quienes sus publicistas electorales les recomiendan “conectarse” con los jóvenes bailando, haciendo payasadas, siendo frívolos, dejando de ser “acartonados” o proponiendo temas que supuestamente se consideran de interés para los jóvenes.
Y estos temas siguen siendo publicitarios. Antes los políticos debían retratarse con mujeres o niños aunque nunca promovieran o realizaran verdaderas políticas en beneficios de las mujeres y tampoco de los niños.
Ahora la moda de los políticos son las fotografías con los animales de compañía, particularmente los perritos y, por supuesto, sin nunca concretar políticas públicas compasivas y eficaces particularmente en relación con la crueldad y maltrato ni para enfrentar la tragedia de los animales callejeros.
Y las únicas fotografías que se esperan en este sentido deberían ser cuando realmente se esté proponiendo el apoyo real a estas creaturas. En realidad la publicidad política se ha convertido tan sólo en una expresión de la demagogia, usando para ello incluso inocentes animales.
Por su parte, la actual violencia hacia los jóvenes es producto de la inmensa tragedia que se está viviendo en México, es el fruto podrido de un fracaso, que ya lo era hace sexenios en lo social, educativo y en el ámbito de la seguridad y que debe reconocerse se ha intentado ahora corregir sin el éxito necesario.
Esta violencia se da desde el reclutamiento forzado de jóvenes para alimentar las bandas en regiones donde la criminalidad se encuentra en su punto máximo, hasta la violencia delictiva que ha afectado a jóvenes en secuestros, matanzas y desapariciones.
Los jóvenes que se asoman fugazmente al ámbito de los políticos, son testigos de la ausencia de ideas que no sean lugares comunes repetidos hasta el aburrimiento por representantes y líderes de todos los colores.
No hay ideas porque en su mayoría la calidad de los políticos profesionales ha decaído. Y porque en nuestros tiempos el idealismo político es minoritario y prevalece un oportunismo de la peor ralea. Son muy pocos los políticos a quienes se pueda acreditar tener ideas por las que hayan luchado con persistencia.
Para responder entonces por qué a los jóvenes no les importa la política, debe señalarse que la interrogante debería dirigirse al porqué de su rechazo a los políticos. Pareciera que la valoración negativa de los mismos tiene que ver con su conformación de una casta que, ante todo, obtiene una serie de privilegios solo por pertenecer a ella.
Todo el sistema: los partidos, los poderes, los medios de comunicación se vuelven para los jóvenes en un espacio que se rechaza a partir de la indiferencia. Sus sentimientos, sus ilusiones, sus proyectos, su cultura o infra cultura, incluso sus necesidades, no tienen nada que ver con los políticos y si ellos fingen interesarse en sus vidas, eso los deja fríos como un témpano. Pareciera que dijeran al voltear a otro lado, “a ver quién les cree”.
Los jóvenes no están en la política, ni oficial ni opositora, y en dado caso hay más jóvenes del lado gubernamental que en la oposición. En la manifestación opositora del 18 de febrero en la Ciudad de México, lo que se repitió en los otros lugares, la presencia juvenil brilló por su ausencia. ¿La causa es abstracta o emocional?
Lo repito, es el rechazo a los políticos y a lo que se considera la causa de los políticos: sus instituciones, sus partidos, sus dirigentes, sus personajes connotados, sus puestos, sus dietas, sus privilegios, su cultura del cochupo y de la transa.
El pleito político en México es un tema de los viejos, no de los viejos pensionados, sino de los viejos que han aprovechado los beneficios del sistema en sus distintas épocas. No se trata de conformismo, sino de una rebeldía sorda, incomprendida, es la rebeldía de la falta de ilusiones, de interés en aquello que le interesa realmente a los políticos: asegurar su beneficio personal.
Si acaso en el ámbito de la cultura y los valores puede existir un mayor involucramiento de jóvenes, divididos en conservadores y progres, están los que con valor y a contra corriente defienden los templos católicos —ante marchas agresivas— y el derecho a la vida, y quienes se manifiestan por causas que el establishment mundial avala como el aborto o el supremacismo LGBTT.
Vienen unas elecciones que se ha querido manejar que son históricas, me parece que van a ser más bien anti climáticas. Aunque muchos periodistas e intelectuales sostienen que están en juego cosas decisivas, no se han escuchado planteamientos serios en este sentido: la continuidad es una evolución y el cambio es sólo de personas. ¿Por qué los jóvenes se han de apasionar por eso?
La candidata del oficialismo, quizás por sus experiencias estudiantiles, ha demostrado más cercanía con los jóvenes sin que haya construido una postura realmente empática, mientras que la candidata opositora es tan “cuidadosa” en sus relaciones con los jóvenes que nombró a sus propios hijos los líderes juveniles de su campaña. Y como expresión hacia los jóvenes, lo chabacano y la frivolidad es la respuesta de quienes simbolizan su andar con tenis naranjas de lujo.
No me extrañan así los bostezos de la juventud sobre el proceso de unas elecciones donde tanto se proclama la necesidad de su participación. Los expertos electorales de todas las campañas la consideran prácticamente decisiva, pero un ánimo participativo de los jóvenes tan reclamados no se nota por ningún lado y quizás eso llegue a ser el fenómeno digno de tomarse en cuenta posteriormente.
Dudo que el ánimo electoral se despierte en los jóvenes porque, dicho con ironía, el problema es que los políticos dominan la política y la anti política es la verdadera política de los jóvenes que, en su mayoría, se ocupan de cosas verdaderamente importantes, como por ejemplo: su seguridad, amarse, rescatar animales o disfrutarlos, el empleo, la técnica y la tecnología, si la Selección mexicana de futbol va a mejorar, divertirse con los amigos, la poesía de la vida y, por supuesto, cuidarse de que ningún político les robe la cartera o el bolso.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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