Cuando pensamos en mejorar nuestra salud y vivir una larga vida, normalmente pensamos en realizar una mejor dieta o hacer más ejercicio. Pero hay otra forma simple —y quizás más agradable— de asegurar una vida larga y saludable.
¿Cuál es este método mágico?
La conexión humana. Socializar es más que una forma de pasar nuestro tiempo libre o de divertirnos un poco —es importante para nuestra salud. Es algo que los investigadores han descubierto al estudiar a las personas que envejecen mejor y viven más tiempo.
Zonas azules
En los últimos años, las áreas conocidas como Zonas Azules han estado en los titulares debido a la longevidad de las personas que allí viven. Se sabe que en estas zonas viven más personas mayores de 100 años que en otras partes del mundo. Pero, ¿por qué?
Hay algunos factores. Una dieta saludable y caminar con frecuencia forman parte de ella, pero las relaciones personales cercanas juegan un papel fundamental en la buena salud y la longevidad de las personas en estas zonas. De hecho, sus vidas sociales activas y significativas pueden ser más importantes que sus dietas saludables o su actividad física.
Cerdeña, una isla frente a la costa de Italia, es considerada una Zona Azul. Tiene seis veces más centenarios que el continente italiano, y diez veces más que América del Norte.
La psicóloga Susan Pinker señala que Cerdeña también se distingue por ser una de las pocas zonas del mundo donde los hombres viven tanto tiempo como las mujeres. En Estados Unidos, las mujeres viven más que los hombres en un promedio de cinco años, según las estadísticas del CDC. La mayor ventaja de la longevidad femenina se encuentra en Rusia, donde las mujeres viven más que los hombres en un promedio de 11 años.
Algunas investigaciones señalan que las mujeres encuentran las interacciones sociales más gratificantes que los hombres, lo que puede llevar a las mujeres a invertir más en mantener sus relaciones sociales. Pero tal vez la cultura en Cerdeña anima a las personas hacia un compromiso social general, sin importar el género.
Socializar parece ser la clave de la longevidad. Pero no cualquier tipo de interacción social cara a cara es lo que realmente marca la diferencia.
«El contacto cara a cara libera toda una cascada de neurotransmisores», dijo Pinker. «Así que simplemente hacer contacto visual con alguien, estrechar la mano, chocar los cinco con alguien es suficiente para liberar oxitocina, lo que aumenta su nivel de confianza, y reduce sus niveles de cortisol. Esto reduce tu estrés. Y se genera dopamina, que nos da un pequeño empujón y elimina el dolor. Es como una morfina producida naturalmente. Este contacto cara a cara proporciona beneficios sorprendentes, pero ahora casi un cuarto de la población dice que no tiene a nadie con quien hablar».
Comunicarse por medio de la tecnología simplemente no puede proporcionar los mismos tipos de beneficios que lo que puede hacer una conexión humana y real.
Por otro lado, esto tiene importantes implicaciones en el actual período de distanciamiento social, donde muchas de nuestras interacciones sociales cotidianas se están restringiendo o prohibiendo.
Un artículo de la Alianza para el Cuidado de los Ancianos sobre los secretos de los centenarios señala que una interacción social consistente hace parte de la vida de los centenarios. «Más del 80 por ciento se comunican con un amigo o un miembro de la familia a diario», señala. La alianza dice que, para los centenarios, estar socialmente comprometidos con su comunidad es vital para mantener su longevidad.
Una receta para la salud física
El médico de familia Dr. Tzvi Doron cree que la socialización y las relaciones cercanas son tan importantes para la salud de sus pacientes, que prescribe la socialización como lo haría con un medicamento.
«Cuando ‘prescribo’ actividades sociales, no le tengo que advertir a los pacientes sobre los posibles efectos secundarios negativos. De hecho, los cuestionarios de mi práctica a menudo incluyen preguntas sobre su círculo social, conductas sociales y red social. Es así de importante para su salud», dijo el Dr. Doron.
Trabajando como médico con una población geriátrica, he llegado a descubrir lo mismo. Una vez creí que la dieta, el ejercicio y nuestros genes jugaban el papel más importante en el proceso de envejecimiento. Pero a medida que he hablado con pacientes mayores y más saludables a lo largo de los años, he descubierto que el factor más común que comparten es una vida social regular y consistente.
Muchos estudios han confirmado esto que los médicos hemos observado en nuestros pacientes. Uno de estos estudios, dirigido por Nikole Valtorta en el British Medical Journal, descubrió que aquellos con malas conexiones sociales tenían un 29 por ciento más de riesgo de presentar enfermedades cardíacas y un 32 por ciento más de riesgo de un derrame cerebral. Sorprendentemente, incluso la «soledad percibida» tiene un impacto negativo en la salud, demostrando cuán poderosa es la mente.
Se ha demostrado que socializar tiene muchos beneficios para la salud, incluyendo la disminución de la presión arterial, el aumento de la tolerancia al dolor e incluso mejora la inmunidad —que lleva a una menor frecuencia del resfriado común y otras enfermedades.
Un estudio realizado por Holt-Lunstad, Smith y Layton en Brigham Young demostró que la disminución de las conexiones sociales resulta en un 50 por ciento de aumento en el riesgo de muerte prematura, y es tan perjudicial para nuestra salud como los factores de riesgo que resultan de fumar 15 cigarrillos al día y la obesidad. La inflamación, un conocido contribuyente a enfermedades cardíacas y la artritis, también ha demostrado que se incrementa al disminuir las conexiones sociales.
En esencia, la falta de interacción social afecta a la salud de la misma manera que las enfermedades crónicas o las opciones de estilo de vida perjudiciales.
Impacto en la salud mental
Por supuesto, no solo la salud física se ve afectada. Aquellos con un contacto social regular muestran una disminución en el estrés, ansiedad y depresión, a la vez que muestran un aumento en su resistencia y compasión. Y mientras los avances de la tecnología tienen sus beneficios, no hay forma de reemplazar el contacto personal y personal por los beneficios psicológicos positivos que trae consigo.
Un estudio de la Sociedad Americana de Geriatría confirmó que el contacto regular y frecuente con amigos y familiares conduce a una menor frecuencia de depresión en los ancianos. «Los clínicos deberían considerar la posibilidad de fomentar las interacciones sociales en persona como estrategia preventiva para la depresión», sugirieron los autores.
Los estudios también han demostrado que la socialización no solo mejora la memoria, sino que incluso puede ayudar a protegerse contra la enfermedad de Alzheimer y la demencia. El Journal of Gerontology hizo un seguimiento a 12,000 participantes durante un período de 10 años, y encontró una fuerte correlación entre la demencia y la soledad, demostrando que aquellos que se sienten más solos tienen un riesgo del 40 por ciento mayor de padecer demencia.
Lecciones aprendidas
Fue durante la Gran Depresión, en el año 1938, Harvard comenzó uno de los estudios más conocidos del mundo, el Estudio de Harvard sobre el Desarrollo de los Adultos. El objetivo del estudio era descubrir los factores que contribuyen a una vida sana y feliz. El estudio aún en curso ha hecho un seguimiento a la salud de los participantes durante más de 80 años. Aunque se ha expandido para incluir grupos fuera de Harvard, ha continuado el seguimiento de los participantes originales que quedan.
A mediados o finales de los 90, del grupo original de Harvard, solo seguían 19 siguen vivos. Es interesante que entre el grupo de participantes se encontraba el eventual Presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy.
La Gaceta de Harvard dijo sobre el estudio: «Las relaciones cercanas, más que el dinero o la fama, son lo que mantienen feliz a las personas a lo largo de sus vidas».
El artículo de la Gaceta señaló que esos lazos sociales protegían a las personas de las diversas dificultades de la vida, retrasaban el deterioro mental y físico y constituían mejores predictores de vidas largas y felices que los genes, la clase social o el coeficiente intelectual.
El profesor Robert Waldinger, cuarto y actual director del estudio, dijo a la Gaceta de Harvard, «Cuidar su cuerpo es importante, pero cuidar sus relaciones es también una forma de autocuidado. Eso, creo, es una revelación». Continúa diciendo en su charla de TED ¿Qué hace una buena vida? Lecciones del estudio más largo sobre la felicidad, que «La soledad mata. Es tan poderosa como fumar o el alcoholismo».
El Dr. George Vaillant, un psiquiatra que se unió al equipo de investigadores en 1966, y que dirigió el estudio desde 1972 hasta 2004, llegó a comprender el papel vital que juegan las relaciones en una vida sana, larga y feliz, «La clave para el envejecimiento saludable son las relaciones sociales, las relaciones sociales, las relaciones sociales», concluyó.
Mirando hacia adelante
Dado que los estudios muestran que los índices de soledad están aumentando a un ritmo alarmante, la AARP desarrolló un programa llamado Connect2Affect. «Al destacar cómo el aislamiento puede dañar tanto la salud física como la cerebral, esperamos capacitar e inspirar a las personas mayores para que ellos mismos tomen medidas que incrementen el número y la calidad de sus contactos sociales», dijo la representante Sarah Lock.
Senior Planet también está tratando de cubrir la necesidad ofreciendo más de 60 programas en internet que permiten aprender y conectarse con otros, mientras que Element3 Health ofrece actividades físicas, sociales y mentales para los miembros de los planes de seguros que han contratado estos servicios.
Cuando estuve considerando la posibilidad de escribir este artículo el otoño pasado, el virus del PCCh (COVID-19) y el distanciamiento social no formaban parte de nuestra lengua vernácula. Sin embargo, incluso entonces, se podía encontrar una falta de conexión personal en todos los grupos de edad, incluyendo los jóvenes y adolescentes.
De hecho, el número de personas que afirman no tener amigos estrechos se ha casi triplicado desde 1985. Aunque esto puede parecer extraño en la era de las redes sociales, la revista Time señala, «los ‘amigos’ que orbitan en los confines más lejanos de su galaxia digital no son los que realmente cuentan cuando se trata de su salud y felicidad».
Preocupa especialmente la situación de los ancianos, un grupo para el que el distanciamiento social y el aislamiento han demostrado ser realmente difícil.
Mientras trabajaba en Florida el mes pasado, un estado con una gran población de ancianos sanos y activos, escuché la misma historia una y otra vez: «Antes del virus, nunca estaba en casa. Como todos en nuestro vecindario, siempre estaba involucrado en algún tipo de actividad social. Cuando comenzó el encierro, nos llamábamos todos los días, pero poco a poco, las llamadas telefónicas se han ido reduciendo cada vez más, y ahora, raramente hablo con mis amigos».
Con una mirada de tristeza, esta paciente dijo: «No puedo ir al gimnasio o a la piscina comunitaria, no puedo abrazar a mi vecino, no puedo salir a bailar con mi marido, ni siquiera puedo ir a la iglesia (…) y no sabemos cuándo volveremos a hacer estas cosas. Estoy un poco deprimida por todo esto».
En medio de esta difícil situación, Very Well Mind ha hecho una lista de algunas cosas que la gente puede hacer para ayudar a mantener un poco de normalidad en sus vidas. Por ejemplo, cumplir con una rutina y un horario diario y planificado, dar un paseo por el vecindario todos los días, trabajar en un proyecto de arte o hacer reformas el hogar, la jardinería, unirse a un club de lectura en internet como el de Goodreads, conectarse a diario con la familia o amigos, o conectarse con alguien que está atrapado en casa por medio de QuarntineChat, todo esto puede ayudar a que se sienta más conectado y a que sienta algo que anhelar.
Estamos diseñados como seres sociales; es parte de lo que somos. Es por eso que el aislamiento social se ha usado durante mucho tiempo como una forma de tortura para los prisioneros de guerra, su impacto es así de significativo.
Nuestra conexión humana nos ayuda a tener un sentido de pertenencia, un sentido de propósito y un sentido de bienestar, sin mencionar los efectos positivos que tiene en nuestra salud mental y física.
Con la situación actual de la sociedad, esperemos que la cura sea peor que la enfermedad.
Tatiana Denning, D.O., es médica de medicina familiar enfocada en el bienestar y la prevención. Ella cree en darle a sus pacientes el conocimiento y las habilidades necesarias para mantener y mejorar su propia salud.
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