Por qué los familiares de los adictos se convierten en «daños colaterales»

Por GREGORY JANTZ
02 de agosto de 2023 5:51 PM Actualizado: 02 de agosto de 2023 5:51 PM

Suele pensarse que la adicción es una enfermedad que afecta a una sola persona: a quien es dependiente de una sustancia o un comportamiento y es incapaz de liberarse de ella.

Este es un concepto erróneo comprensible.

La vida de la persona adicta se vuelve claramente ingobernable a medida que avanza la dependencia. Vemos la vida de la persona desmoronarse, lo que se manifiesta en la pérdida de trabajos, relaciones, salud física, estabilidad mental y relaciones sociales.

Pero ¿cómo son afectadas las vidas de los familiares por la adicción de sus seres queridos? Muchas familias ignoran y pasan por alto esta pregunta por mucho tiempo, ya que la atención se centra en el adicto.

En la realidad, sin embargo, la adicción de un ser querido afecta drásticamente a toda la familia. De hecho, el Consejo Nacional sobre Alcoholismo y Dependencia de Drogas describe la adicción como “una enfermedad familiar que estresa a la familia hasta el punto de ruptura, afecta la estabilidad del hogar, la unidad de la familia, la salud mental, la salud física, las finanzas y la dinámica familiar en general”.

Los miembros de la familia se convierten en los “daños colaterales”, sufriendo diferentes y dramáticas consecuencias, junto con el adicto. Esas personas conectadas con el adicto, y por extensión, con la adicción, quedan atrapadas en la corriente subterránea del daño. Estas son solo algunas de las formas en las que los familiares son afectados.

Sentirse engañado

La deshonestidad y el engaño son aspectos clave de cualquier estilo de vida adictivo, y quienes están más cerca del adicto suelen sentirse más engañados. Cualquiera que haya estado cerca de un adicto activo sabe que él o ella es un maestro de las mentiras. Los adictos activos han perfeccionado el «engaño» hasta convertirlo en un arte, y las mentiras suelen ocurrir en tres niveles:

Los adictos se mienten a sí mismos. El propósito de esta mentira es mantenerse fuera de contacto con lo que sienten y lo que saben y necesitan.

Los adictos mienten a las personas que les rodean. Al hacerlo, crean un sistema familiar falso y confuso.

Los adictos le mienten al mundo en general. Pretenden ser algo que no son, a menudo poniendo una buena fachada para convencer a los demás de que «todo está bien».

Este engaño sistemático deja a los familiares continuamente recelosos, desconfiados o sintiéndose engañados. Como me dijo la madre de un alcohólico de 22 años:

“De un día para otro, de un momento a otro, nunca estoy segura de si Derek me está diciendo la verdad o me está diciendo una mentira descarada. Ha habido innumerables ocasiones en las que me miró directamente a los ojos y me dijo algo, jurando totalmente que era la verdad. Me sentí tan estúpida cuando le creí porque su ‘verdad’ resultó ser otra mentira. Quiero creer lo mejor sobre él, pero ¿cómo puedo hacerlo? Constantemente trata de engañar a su propia madre”.

Lamentablemente, a cualquier familiar de un adicto, las experiencias y el sentir de esta madre le sonarán muy familiares.

Soledad y aislamiento

Para los cónyuges, padres o hijos, una de las formas más frecuentes de daño colateral es la soledad. A medida que la adicción consume una mayor cantidad de tiempo, energía y atención para su ser querido, ellos se van desplazando, abandonándose a vivir una vida aislada o subordinada a la adicción. Postergan sus propias necesidades, anhelos y deseos.

Los familiares de un adicto con frecuencia experimentan la ausencia física del adicto, porque la persona está en algún lugar adquiriendo o usando la sustancia de su elección. Es común que los familiares sientan su ausencia emocional e intelectual, incluso cuando el adicto está físicamente presente.

Eso es porque los pensamientos de la persona están en otro lugar, sus emociones están adormecidas y su energía es baja. Esto hace que toda persona cercana a un adicto se sienta distante y solitaria, incluso cuando están juntos.

Hacer sentir que vale menos

Las personas más cercanas a un adicto se sienten “menos valiosas” que el agente adictivo (alcohol, drogas, juegos de azar, etc.), lo que hace que se sientan inútiles. Los adictos dan prioridad a su comportamiento, por encima de sus familiares y otras personas.

Esta sensación de inutilidad a menudo es más aguda cuando la relación de un niño con uno de sus padres se ve socavada por la adicción de ese padre. El niño no comprende las sutiles presiones y las motivaciones complejas de la adicción; todo lo que sabe es que su padre no le brinda atención ni afecto.

La adicción es una presencia celosa que no admite desafíos a su supremacía en la vida de una persona. La voz de la adicción puede incluso hablar en contra del niño, transfiriéndole la falta y la culpa. Los niños pueden asumir que la razón por la que no están siendo amados o cuidados es porque hay algo intrínsecamente malo en ellos.

Rodeado de caos constante

El adicto planea ansiosamente el próximo encuentro con la fuente de la adicción, temeroso e inseguro de la certeza de cada ocasión o de su efectividad final. El adicto vive una vida de incertidumbre, que se contagia sutil y abiertamente a los demás. Aquellos vinculados con el adicto también viven vidas de incertidumbre, inseguros de cuál será la próxima crisis y lo que requerirá.

Sus respuestas a las crisis pueden estar tan arraigadas en sus rutinas, que la vida sin ellas puede convertirse en una experiencia extraña y estresante especialmente para los niños. Cuando la crisis es la norma esperada y anticipada de la infancia, la vida se ve privada de paz.

Aquellos relacionados con alguien que lucha contra la adicción terminan luchando ellos mismos, ya que sus vidas se enredan con las consecuencias de esa adicción. Una adicción es un ciclón devastador de eventos y comportamientos traumáticos que pueden desarraigar y desquiciar las relaciones familiares, ocasionando profundos daños en el futuro.

Una sensación de impotencia

Aquellos relacionados con un adicto reconocen, por la supremacía de la adicción, que han sido rechazados. Esta es la realidad de la adicción con la que han vivido todos los días. Es posible que hayan gritado con frustración: “¡Si me amaras, te detendrías!”, tan solo para ver que la adicción continúa.

Los familiares llegan a comprender que la intensidad de su amor no es suficiente para cambiar la adicción. Ellos pueden apoyar el cambio, pero no pueden decidir el cambio. Esto los deja con una abrumadora sensación de impotencia. Y debido a que esta impotencia es dolorosa de experimentar, pueden albergar una ira no resuelta hacia el ser querido adicto.

Lo que el adicto no puede ver

Los miembros de la familia viven todos los días con la dura realidad de la adicción. El adicto, sin embargo, mientras activamente escucha la voz de la adicción, puede fallar en ver o reconocer el daño que les está haciendo a los demás. Esto no es sorprendente; el adicto, cegado por la adicción, a menudo no ve ni reconoce el daño que se está haciendo a sí mismo.

Mi primera respuesta a «¿Por qué no puedo ver lo que esto les está haciendo a los demás?», es porque la mente del adicto está cegada a las verdaderas consecuencias de la adicción. Cada vez que la persona trata de ver más allá del velo de la adicción, se le presentan todo tipo de razones por las que en realidad no ve lo que está viendo y por las que otros no están experimentando realmente lo que están sintiendo. Dentro de la bruma de la adicción, la persona no puede ver la verdad con claridad.

Mi segunda respuesta es: porque la persona realmente no quiere ver la verdad. Es demasiado dolorosa, y evitar el dolor es una razón primordial de la adicción. Su ser querido no quiere comprender por completo el dolor que ha causado, especialmente a los más cercanos a él. Sin la bruma de la adicción, tiene miedo de ver la verdad con claridad; tiene miedo de ver claramente la verdad sobre usted.

Afortunadamente, en medio de todas estas difíciles realidades, existen buenas noticias: el cambio es posible, la curación puede ocurrir y las relaciones pueden restaurarse. Siempre hay esperanza, para la persona que lucha contra la adicción y para quienes se preocupan por su ser querido.

Los familiares de los adictos no están solos

Tratar de saber cómo ayudar mejor a un ser querido adicto puede parecer como una búsqueda solitaria y aislada, como si estuviera solo en la lucha. El hecho es que millones de estadounidenses están actualmente o han estado en la misma situación, preocupados por la adicción de alguien cercano a ellos.

Específicamente, cerca de la mitad (46 por ciento) de los adultos estadounidenses tienen un familiar o amigo cercano que ha sido adicto a las drogas. Y esa cifra no tiene en cuenta otro tipo de adicciones que no involucran sustancias. Por lo tanto, es probable que la mayoría de los estadounidenses experimenten de alguna forma la saga del “ser querido adicto”.

Estos hallazgos provienen de un estudio del Pew Research Center que encontró que este problema afecta el género, la raza, la edad, los niveles de educación e incluso las líneas partidistas, lo que significa que casi nadie es inmune a tener un familiar o amigo cercano que lucha contra la adicción.


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