Por qué no cambiamos lo que podemos cambiar

Si está atrapado en una mala situación, no se niegue a sí mismo su propia empatía

Por NANCY COLIER
12 de julio de 2022 3:36 PM Actualizado: 12 de julio de 2022 3:36 PM

¿Se ha encontrado alguna vez en una situación que no quería? Si usted tiene más de 7 años, la respuesta, supongo, es sí. Como terapeuta, a menudo me encuentro con personas en momentos de conflicto. Algo en su vida no está funcionando, pero no saben cómo salir de ello; no saben cómo cambiar su realidad para salir de una mala situación.

El padre de Lisa, envejecido y enfermo, vivía ahora con ella. Ella le preparaba todas las comidas, lo vigilaba por la noche, le ayudaba a ir al baño y a bañarse, y muchas otras tareas difíciles. Era mucho trabajo, además de su trabajo a tiempo completo. Como resultado, Lisa se sentía exhausta, agotada, resentida y abrumada. La relación con su novio se estaba desmoronando porque simplemente no estaba disponible, ni emocional ni físicamente. No había suficiente de ella para todos. Y su propia salud también estaba empeorando; sin tiempo ni energía para hacer ejercicio, comer de forma saludable o dormir lo suficiente, estaba totalmente agotada.

Ana, en cambio, era una madre que se quedaba en casa. Adoraba a sus hijos, de 4 y 7 años, pero estaba cansada y frustrada por ser solo madre; estaba perdiendo la paciencia por todas las tareas domésticas que cada vez odiaba más hacer. Echaba de menos trabajar en el mundo de los adultos y anhelaba volver a utilizar su cerebro. Al igual que Lisa, se sentía agotada, aburrida y cada vez más resentida con su marido, que conseguía «tener una vida». Incluso se sentía resentida con sus hijos porque tenía que pasar todo el tiempo con ellos, lo que la hacía sentirse fatal consigo misma.

Ambas mujeres estaban luchando en situaciones en las que no querían estar, situaciones que les estaban costando su propio bienestar. Y, sin embargo, ambas se sentían culpables por considerar siquiera la posibilidad de hacer cambios. A pesar de su propio sufrimiento, hacer algo diferente estaba fuera de lugar.

Sus situaciones eran emocionalmente complicadas y logísticamente desafiantes, y de ninguna manera estoy sugiriendo que deberían haber sido fáciles de cambiar. Los utilizo simplemente como ejemplos para ayudarnos a ver y comprender un problema mucho más amplio, que nos mantiene atrapados en malas situaciones mucho tiempo después de que necesitemos estar atrapados allí.

El problema es el siguiente: Nuestro indicador para saber si debemos permanecer en una mala situación es defectuoso, o dicho de otro modo, la pregunta que nos hacemos al considerar nuestras opciones en una mala situación es la pregunta equivocada. Por alguna extraña razón, pensamos que porque podemos seguir haciendo algo que no queremos hacer, debemos seguir haciéndolo. Tanto Lisa como Ana se quedaron en sus malas situaciones porque podían quedarse y pensaban que debían quedarse.

Y, por supuesto, es cierto que a veces la vida es simplemente difícil. A veces simplemente tenemos obligaciones difíciles que debemos cumplir. Si somos afortunados, puede que simplemente estemos viendo esa situación de una manera que nos hace sufrir, y un cambio de visión o de comprensión puede aliviar gran parte de nuestra angustia. Pero a menudo, hay cosas reales que podemos hacer para cambiar nuestra situación, y la principal barrera es que simplemente olvidamos que nosotros también somos dignos receptores de nuestra propia compasión, y de la acción, si es posible.

Con ambas mujeres, señalé una verdad obvia, que si bien era cierto que podían seguir haciendo lo que hacían (sin morir), no podían seguir haciendo lo que hacían de la forma en que lo hacían y estar bien. Reconocer esta simple verdad -que su propio bienestar no era posible en esta realidad- fue importante para liberar la posibilidad de cambio.

Al decidir si nos liberamos de una mala situación, siempre pasamos por alto nuestra propia experiencia como factor de decisión; descartamos la realidad de lo que la situación nos está haciendo, cómo nos está afectando emocional, física y espiritualmente, y todo lo demás. Es como si esa parte de la información, cómo somos en realidad, fuera irrelevante y no hubiera que tenerla en cuenta en el proceso de toma de decisiones. Las mujeres, en particular, se invisibilizan a sí mismas (aunque los hombres también lo hacen) cuando deciden qué opciones tomar en su vida.

Por un lado, nos resulta difícil reconocer que una situación nos afecta profundamente, que efectivamente sufrimos a causa de ella, lo que implica que somos humanas y no invencibles. Además, nos cuesta aún más reconocer que tenemos limitaciones y que no podemos estar bien y seguir haciendo lo que hacemos. Desde que somos muy pequeños, aprendemos que no está bien no estar bien, y que no está bien no poder hacer que cualquier situación funcione.

Cuando les indiqué a Lisa y a Ana que no podían seguir haciendo lo que hacían y además estar bien, que simplemente no era posible a pesar de que lo intentaran de verdad, ambas mujeres sintieron una sensación inicial de alivio y rendición. Fue el tipo de alivio que se produce cuando reconocemos algo totalmente cierto sobre nosotros mismos y nuestra vida, algo que hemos estado luchando para que no sea cierto, pero que sigue siendo cierto. Es ese momento en el que alguien nos dice algo sobre nosotros mismos que sabemos en el fondo pero que aún no ha salido a la superficie (o no hemos permitido que salga a la superficie). Ambas mujeres expresaron sentir un tremendo alivio, como lo hacemos todos, al poder reconocer sus limitaciones, su humanidad y el hecho de que no podían hacerlo todo sin sufrir.

En realidad, es contraintuitivo; nos ablandamos y relajamos cuando se nos ofrece el permiso de ser imperfectos, justo lo contrario de lo que estamos condicionados a creer. Nos enseñan que, para ser lo mejor posible, debemos esforzarnos por ser perfectos e invencibles. Pero en realidad, nos sentimos más auténticos y presentes, nuestro mejor yo, cuando nos permitimos ser simplemente humanos, y me atrevo a decir que imperfectos, cuando nos damos permiso para ser quienes realmente somos y dejamos de luchar contra la realidad.

Pero poco después de reconocer la verdad que habían estado negando durante mucho tiempo; poco después de disfrutar del profundo alivio que supuso permitir la verdad de sus limitaciones, ambas mujeres empezaron a presentar batalla. Curiosamente, ninguna de las dos rebatió el punto básico, que no podía mantener la situación sin graves consecuencias para ella misma. Y, sin embargo, ambas mujeres rechazaron un aspecto más fundamental de lo que estaba sugiriendo al plantear la cuestión de su propio bienestar.

A lo que se resisten las mujeres (y a veces también los hombres) es a la sugerencia de que su bienestar debería ser un factor a tener en cuenta a la hora de permanecer en una situación que les hace daño. Si una mujer siente que debe hacer algo, lo que le ocurra en el proceso tiene poca importancia; lo que debe hacerse triunfa sobre todo, incluso sobre ella. La lucha que Lisa y Ana emprendieron, cada una a su manera, fue de una naturaleza más profunda y fundamental; se trataba de si su experiencia, su malestar, realmente importaba.

Sin embargo, lo que era notable y extraordinariamente alentador era esto: Cuando Ana y Lisa permitieron que su propio sufrimiento entrara en su conciencia, cuando reconocieron la verdad de su realidad, su resistencia se disolvió rápidamente. Mi falta de voluntad de unirme a ellas para descartar su experiencia y hacer que su sufrimiento fuera irrelevante, les dio el permiso que necesitaban para apropiarse de su verdad y hacer cambios en su nombre. Lisa y Ana cambiaron su sistema operativo de «puedo hacer esto y, por lo tanto, debo hacerlo» a «no puedo hacer esto y estar bien y, por lo tanto, necesito cambiarlo», lo que permitió a ambas cambiar sus situaciones para mejor.

Le animo a que tenga en cuenta su propia experiencia a la hora de tomar decisiones sobre su vida, y a que permita que su propia verdad sea un factor en sus elecciones. Parece que debería ser obvio, pero lamentablemente, para muchos de nosotros, no lo es en absoluto. El hecho de que deba y pueda seguir haciendo algo es solo una pequeña parte de la ecuación y la decisión. Pruébelo como un experimento: Añada una pregunta aún más importante, a saber: ¿Qué le está haciendo a usted? Pregúntese: ¿Puedo seguir haciendo esto, seguir en esta situación y además estar bien? ¿Puedo hacerlo e incluso sentirme bien? ¿Hay algo en mi relación con esta situación que pueda cambiar para aliviar mi sufrimiento? Si la respuesta es no, entonces es el momento de cambiarla. No es solo la situación lo que importa; aunque nunca nos lo hayan enseñado, usted también importa.


Únase a nuestro canal de Telegram para recibir las últimas noticias al instante haciendo click aquí


Cómo puede usted ayudarnos a seguir informando

¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en Estados Unidos y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.