Una mujer de 91 años de la provincia de Jiangxi fue puesta en libertad tras haber sido brutalmente torturada durante seis meses en prisión por sus creencias espirituales.
Yu Fangzhuang, residente de 91 años en la ciudad de Nanchang, provincia de Jiangxi, fue puesta en libertad el 20 de mayo tras soportar una condena de seis meses de prisión. A pesar de su edad avanzada, Yu dijo que había sufrido brutales torturas, como ser encadenada y escaldada con agua hirviendo, solo por su creencia en Falun Gong.
Falun Gong, también conocido como Falun Dafa, es una práctica espiritual basada en los principios de Verdad, Benevolencia y Tolerancia. El régimen comunista chino lanzó una campaña de persecución contra esta práctica en 1999, temiendo su creciente popularidad.
La Sra. Yu es practicante de la disciplina desde 1996. Ha sido víctima en múltiples ocasiones durante la campaña de persecución, incluido el secuestro en varias ocasiones. Su encarcelamiento más reciente se produjo tras su detención el 1 de julio de 2020, tal y como está registrado en Minghui.org, un sitio web que documenta la persecución de los practicantes de Falun Gong. La Corte del Distrito de Xihu la condenó a seis meses con una multa de 2000 yuanes (276 dólares) el 21 de diciembre de 2020. Aunque en un principio se le permitió cumplir la condena fuera de prisión, la Corte ordenó posteriormente su encarcelamiento, y fue ingresada en la Prisión de Mujeres de la provincia de Jiangxi el 14 de noviembre de 2023, a la edad de 90 años.
Tras su puesta en libertad, los familiares y amigos de Yu observaron su aspecto frágil, pero se sintieron aliviados al verla aún con energía y alerta, según Minghui. La Sra. Yu relató las torturas que sufrió, entre ellas el encadenamiento durante tres días por negarse a renunciar a Falun Dafa y ser obligada a subir y bajar para dormir en la litera de arriba. A menudo se quedaba sin comer, recurriendo a las sobras que encontraba.
La Sra. Yu también describió un incidente en el que los reclusos le vertieron agua hirviendo en la cabeza mientras se lavaba. Esta forma de tortura forma parte de un patrón más amplio de abusos utilizados por parte del Partido Comunista Chino (PCCh) para obligar a los practicantes de Falun Gong a renunciar a su fe. Los métodos sistemáticos de tortura del PCCh incluyen abusos psiquiátricos, administración forzosa de fármacos, pruebas médicas forzadas, agresiones sexuales, privación del sueño y sustracción de órganos.
El uso de agua hirviendo como método de tortura es alarmantemente común en las cárceles del PCCh. Numerosos practicantes de Falun Gong han sufrido esta cruel práctica, que a menudo les ha causado lesiones graves o la muerte.
Gai Chunlin, un practicante de la provincia de Liaoning, murió en 2005 después de que se vertiera agua hirviendo por un tubo introducido en su cuerpo, según un relato publicado en el sitio web Minghui. Pan Yingshun, médico de la provincia de Hebei, falleció en 2021 después de que unos reclusos le vertieran agua hirviendo por encima, dejándolo inconsciente e incapaz de reconocer a su familia antes de morir. Asimismo, Wang Fengqin, practicante de Falun Gong de la provincia de Shandong, murió en 2003, solo dos días después de que la secuestraran y el jefe de policía la torturara vertiéndole agua hirviendo.
Otros practicantes, como Chen Ming y Jin Jilin, también han sido sometidos a esta tortura, vertiéndoles agua hirviendo sobre la cabeza y el cuello como castigo por negarse a renunciar a sus creencias. Estos incidentes forman parte de una campaña más amplia para obligar a los practicantes para que escriban declaraciones de confesión y renuncia, para que admitan remordimientos por practicar Falun Gong, prometan renunciar a Falun Gong y no vuelvan a relacionarse con otros practicantes ni vayan a Beijing para apelar en favor de Falun Gong.
Las trágicas historias de estas personas ponen de manifiesto los graves abusos contra los derechos humanos a los que se enfrentan los practicantes de Falun Gong en China. Las tácticas de persecución del PCCh, incluido el uso de agua hirviendo, siguen causando un inmenso sufrimiento y la pérdida de vidas entre quienes se niegan a abandonar sus creencias espirituales.
Con información de Li Jiesi.
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