CIUDAD DE NUEVA YORK, N.Y. —La fuerte lluvia y los vientos fríos no impidieron que cientos de practicantes de Falun Gong desfilaran por el barrio chino de Brooklyn el 2 de octubre para pedir el fin de la persecución que el Partido Comunista Chino lleva a cabo desde hace 23 años contra este grupo espiritual.
Los participantes, empapados por la lluvia a pesar de que muchos de ellos llevaban impermeables de plástico amarillos, portaban pancartas y carteles en los que se instaba a la gente a distanciarse de los innumerables abusos cometidos por el régimen comunista y a apoyar a los más de 400 millones de personas que han cortado sus vínculos con el Partido.
El viento y la lluvia, sin embargo, no fueron nada comparados con lo que los practicantes han experimentado en China, dijo el organizador Yi Rong, un representante de la Asociación Falun Dafa en Nueva York.
«En la China continental, no hay forma de que los practicantes puedan celebrar un desfile [como éste]», dijo Yi a The Epoch Times. «Si haces los ejercicios de Falun Gong, serás arrestado y condenado, e incluso perderás la vida».
Un número incalculable de practicantes de Falun Gong han muerto a causa de la tortura o la sustracción forzada de órganos mientras estaban detenidos en prisiones, campos de trabajo, centros de detención y centros de lavado de cerebro en todo el país durante la campaña de más de dos décadas del PCCh para suprimir al grupo religioso.
Falun Gong, también conocido como Falun Dafa, incluye ejercicios de meditación y un conjunto de enseñanzas morales basadas en los principios de verdad, benevolencia y tolerancia. Se convirtió en el objetivo de la represión de Beijing después de que el grupo aumentara su popularidad, con una cifra estimada de entre 70 y 100 millones de practicantes en 1999, y el partido comunista consideró que ese número y sus valores eran una amenaza para el control del régimen sobre la sociedad.
Una familia destrozada
Una de las participantes en el desfile, He Aishan, que llegó recientemente a Estados Unidos procedente de la provincia central china de Hubei, relató su propia experiencia de persecución.
«Puede ser muy difícil para alguien de una sociedad libre imaginar esto: que en China, a partir de 1999, una buena persona que no ha hecho nada malo y que simplemente cree en Falun Gong y en ‘verdad, benevolencia y tolerancia’ sufra una persecución despiadada por parte del PCCh», dijo a The Epoch Times.
Comenzó a practicar Falun Gong cuando estaba en la escuela preparatoria antes de la persecución, una decisión, dijo, que la ayudó con sus estudios y su salud. Pero después de 1999, todo cambió. Su madre, también practicante, fue enviada a un campo de trabajo dos veces, así como detenida y enviada a centros de lavado de cerebro en múltiples ocasiones, dijo He.
Cuando He estaba en el colegio, la universidad la remitió a un campo de trabajo donde fue obligada a recibir clases de lavado de cerebro en las que fue atormentada psicológicamente.
Antes de una importante reunión del partido en 2012, las autoridades intensificaron su persecución de Falun Gong, tratando de acorralar a los practicantes conocidos. Su familia volvió a estar en el punto de mira. Fue seguida por la policía y su teléfono fue intervenido. La policía saqueó su casa y volvió a detener a su madre. Ella evitó este destino porque no estaba en casa en ese momento. Pero cuando su padre regresó a casa y encontró el apartamento revuelto, se desplomó, sufrió un derrame cerebral y posteriormente murió.
«En mi familia hemos quedado arruinados y destrozados por la persecución del PCCh», dijo.
Comprender la persecución
La transeúnte Liu Aling quedó impresionada al ver a los practicantes de Falun Gong enfrentarse a las condiciones torrenciales. Habiendo crecido ella misma en la China continental, dijo que era difícil para la gente de allí obtener información sin censura sobre la práctica espiritual odiada por el régimen.
«En China, los sitios web solo dan buenas noticias. Censuran todas las malas noticias», dijo Liu a The Epoch Times.
En Internet, en la televisión y en la prensa, la única información sobre Falun Gong es la propaganda del PCCh que difama la práctica, con el objetivo de fomentar el odio masivo hacia el grupo. Cualquier información sobre la persecución está fuertemente censurada en la Internet controlada por el PCCh.
Por eso, Liu no podría creer lo que estaba ocurriendo en China.
Por eso, Liu no se creía lo que estaba ocurriendo en China.
No fue hasta que llegó a Estados Unidos, donde pudo acceder a fuentes de noticias y sitios web sin censura, que poco a poco fue comprendiendo que la persecución de Falun Gong era real.
«Es demasiado horrible», dijo Liu, describiendo los abusos de derechos del régimen contra los practicantes.
También abandonó el partido poco después de llegar a Nueva York, señalando que ella —como prácticamente todos los demás niños— se había unido a los Jóvenes Pioneros del PCCh en la escuela primaria.
Actualmente hay más de 400 millones de chinos que han renunciado a sus vínculos con el PCCh o sus afiliados.
Liu espera que un mayor número de chinos en Estados Unidos pueda utilizar las libertades del país para conocer la situación en China. En cuanto a los que se encuentran en su país de origen, espera que se les concedan más libertades y la posibilidad de practicar la fe que deseen.
«Espero que este tipo de persecución llegue a su fin», dijo.
Con información de Linda Lin.
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