El senador republicano de Arkansas, Tom Cotton, y el representante de Wisconsin, Mike Gallagher, anunciaron planes para introducir un proyecto de ley para reducir la dependencia de EE.UU. a la fabricación de productos farmacéuticos en China.
El proyecto de ley, llamado «Ley de Protección de nuestra Cadena de Suministro Farmacéutico contra China», se presentará el 19 de marzo, según un comunicado.
«Después que China encubrió la propagación del virus de China que originó una pandemia mundial, una organización del Partido Comunista Chino afirmó que Beijing podría ‘anunciar el control estratégico de los productos médicos y prohibir las exportaciones a Estados Unidos’. Entonces Estados Unidos se vería atrapado en el océano de los virus'», se lee en una declaración conjunta del 18 de marzo (pdf) de Cotton y Gallagher.
Las principales restricciones descritas en el proyecto de ley entrarían en vigor en 2022. Se trata de medidas con visión de futuro para que Estados Unidos sea más resistente a las pandemias, reduciendo la dependencia de otros países para el suministro de productos farmacéuticos clave, que podrían utilizarse para prevenir o tratar infecciones.
Específicamente el proyecto de ley rastreará los ingredientes farmacéuticos activos a través de un registro de la FDA y prohibirá las compras de productos farmacéuticos de China o productos con ingredientes farmacéuticos activos creados en China. También creará transparencia en la cadena de suministro al instituir una etiqueta de país de origen de todos los medicamentos importados y ofrecerá incentivos económicos para la fabricación de medicamentos y equipo médico en Estados Unidos.
«Emergencia global»
La estrategia de introducir el proyecto de ley se produce en medio de un creciente número de infecciones en Estados Unidos por COVID-19, la enfermedad causada por el virus del PCCh (Partido Comunista Chino), comúnmente conocido como el nuevo coronavirus.
The Epoch Times se refiere al nuevo coronavirus como el virus del PCCh debido al encubrimiento inicial y la mala gestión del brote por parte del PCCh, que ayudó a que se extendiera por toda China y se convirtiera en una pandemia mundial.
Según un recuento de Johns Hopkins del 19 de marzo, en Estados Unidos hay 9415 casos confirmados de la enfermedad y 150 muertes. El estado de Washington es víctima de 68 muertes por COVID-19, seguido por el estado de Nueva York con 20 y California con 16.
Los expertos habían pedido durante mucho tiempo una mayor desvinculación entre Estados Unidos y China en el ámbito de los suministros estratégicos.
Rosemary Gibson, asesora principal del Centro Hastings, un instituto de investigación de bioética, dijo anteriormente a The Epoch Times que el brote de COVID-19 expone, en relación a los medicamentos que salvan vidas, la peligrosa dependencia excesiva de Estados Unidos de otros países.
«Esta es una gigantesca llamada de atención», destacó.
Durante un testimonio en julio de 2019 en una audiencia de la Comisión de Revisión de la Economía y la Seguridad de EE.UU. y China, Gibson proporcionó detalles del agotamiento de ciertas piezas de la base industrial farmacéutica de Estados Unidos.
«Estados Unidos ya no puede hacer antibióticos genéricos debido a que EE.UU. ha permitido que la base industrial se marchite, EE.UU. no puede producir antibióticos genéricos para las infecciones de oído de los niños, faringitis estreptocócica, neumonía, infecciones del tracto urinario, enfermedades de transmisión sexual, la enfermedad de Lyme, superbacterias y otras infecciones que son amenazas para la vida humana. No podemos fabricar los antibióticos genéricos para la exposición al ántrax», dijo a los legisladores.
Virus del PCCh, virus del «infierno»
El 4 de marzo, la agencia estatal china Xinhua volvió a publicar un blog titulado «con la justicia de nuestro lado, el mundo debería agradecer a China».
«Ahora Estados Unidos está en la confusión. Más y más estados han declarado el estado de emergencia, mientras que el país entero está extremadamente corto en suministros médicos. Una epidemia de coronavirus es casi inevitable».
El artículo explicaba que la dependencia de Estados Unidos de las cadenas de suministro en China, demuestra que el primero necesita que el segundo contenga el virus. «La mayoría de las máscaras faciales en el mercado de EE.UU. se hacen e importan de China… La mayoría de la medicina en EE.UU. se importa de otros países. Si China prohíbe las exportaciones a Estados Unidos, estos últimos entrarán en el infierno causado por el coronavirus».
La iniciativa de Cotton y Gallagher busca poner en evidencia esta cadena de suministro.
«El Partido Comunista Chino ha amenazado con cortar el acceso de Estados Unidos a los medicamentos vitales en medio de una pandemia causada por sus propias fallas. Es hora de sacar de China las cadenas de suministro de Estados Unidos de medicamentos vitales y hacer que el PCCh pague por contribuir a esta emergencia mundial», dijo Cotton en un comunicado.
«Las escandalosas amenazas del Partido Comunista Chino de negar a Estados Unidos los medicamentos que salvan vidas ponen en peligro la salud pública y deberían abrirnos los ojos a nuestra peligrosa dependencia excesiva de China en nuestra cadena de suministro médico», dijo Gallagher en el mismo comunicado. «Este es un imperativo de seguridad nacional que para muchos estadounidenses, es un asunto de vida o muerte.
Ya es hora de que desarrollemos un plan agresivo para alejar de China las cadenas de suministro farmacéutico críticas».
El proceso ya comenzó
El 3 de marzo, el Grupo de Trabajo sobre el Coronavirus de la administración Trump se reunió con representantes de empresas farmacéuticas y biotecnológicas en la Casa Blanca. Trump dijo que ya se estaban tomando medidas para mitigar los riesgos para la salud pública de la dependencia de otros países para los medicamentos y equipos clave.
«El coronavirus muestra la importancia de traer de vuelta la fabricación a Estados Unidos para que estemos produciendo en casa los medicamentos y equipos y todo lo demás que necesitamos para proteger la salud pública», dijo Trump. «Ese proceso ya comenzó».
«Queremos hacer ciertas cosas en casa. Queremos hacer nuestra fabricación en casa. Que no solo se haga en China», dijo Trump, y añadió, «muchos lugares fabrican nuestras diferentes drogas y cosas que tanto necesitamos».
El experto en comercio, Alan Tonelson, elogió los esfuerzos de la administración Trump para reorientar la capacidad estratégica de fabricación.
«Una economía estadounidense que depende en gran medida de medicamentos vitales y sus ingredientes procedentes de una China cada vez más hostil y secreta, es una acusación contra la devastadora política de seguridad nacional y salud pública anterior a Trump», dijo Tonelson a The Epoch Times en un correo electrónico.
«Pero tampoco hay que pasar por alto los efectos puramente económicos, ya que los líderes globalistas también fomentaron el crecimiento de China como un enorme centro de fabricación mundial y, por lo tanto, expusieron a los estadounidenses al riesgo de escasez y otros riesgos de la cadena de suministro en una amplia variedad de productos críticos».
El senador Ed Markey (D-Mass.) señaló recientemente en un comunicado que los hospitales de la nación enfrentan una seria escasez de equipos de protección personal para el personal y los pacientes infectados, incluyendo batas, guantes, protectores faciales, máscaras quirúrgicas y respiradores N95.
El 18 de marzo, Trump anunció que invocaba la Ley de Producción de Defensa (DPA) para ampliar el suministro de recursos disponibles para hacer frente al brote de COVID-19.
La DPA permite al presidente dirigir la producción de las empresas del sector privado de productos manufacturados críticos, para satisfacer las necesidades urgentes de seguridad nacional.
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El virus del PCCh sigue los vínculos con la China comunista
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