El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, dejó entrever la idea de que el virus del PCCh puede haber sido un producto de laboratorio creado para llevar a cabo una «guerra biológica».
«Es un virus nuevo. Nadie sabe si nació en un laboratorio o porque un humano comió algún animal que no debía», dijo en un discurso el 5 de mayo.
«Pero los militares lo saben todo sobre la guerra química, biológica y radiológica. ¿Podríamos estar librando una nueva guerra? Me pregunto. ¿Cuál es el país cuyo PIB ha crecido más?», cuestionó.
Bolsonaro, un frecuente crítico de China, no nombró ningún país específico en sus comentarios. Pero China fue la única gran economía mundial que vio algún crecimiento económico durante el año 2020, mientras otras potencias industriales luchaban contra los cierres y el resurgimiento del virus.
Beijing negó con vehemencia cualquier sugerencia de vincular el origen del virus del PCCh (Partido Comunista Chino) con el Instituto de Virología de Wuhan (WIV), la instalación en el centro de la controversia que está a solo unos kilómetros del mercado de mariscos donde surgieron los primeros grupos de pacientes de COVID-19.
Sin embargo, el enfoque cauteloso del régimen con el laboratorio no ha logrado evitar el escrutinio de los críticos, incluidos los previos y actuales funcionarios estadounidenses.
El Departamento de Estado, en una hoja informativa publicada los últimos días de la administración Trump, dijo que «tiene razones para creer» que varios investigadores de WIV enfermaron en otoño de 2019, con síntomas que se asemejan al COVID-19, la enfermedad que causa el virus del PCCh.
Robert Redfield, quien anteriormente fue el director de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), dijo que lo más probable es que el virus se haya escapado de un laboratorio de Wuhan, aunque no necesariamente de forma intencionada.
«Sigo pensando que la etiología más probable de esta patología en Wuhan fue de un laboratorio, ya saben, se escapó», dijo en una entrevista con CNN en marzo, opinando por primera vez sobre el tema después de dejar los CDC.
«Otras personas no lo creen. No pasa nada. La ciencia acabará por descubrirlo», añadió.
Aunque los científicos de la Organización Mundial de la Salud enviados a Wuhan para investigar el virus descartaron la teoría de la fuga en el laboratorio, por considerarla «extremadamente improbable«, uno de los investigadores del equipo se quejó de la dificultad para obtener datos sin procesar de las autoridades chinas. Al menos dos de los expertos extranjeros del equipo también trabajaron en el pasado con el régimen chino o tienen vínculos financieros, lo que plantea problemas de conflicto de intereses.
El Instituto de Virología de Wuhan cuenta el único laboratorio P4 —el nivel más alto de bioseguridad— en China. A pesar de que el régimen chino declaró que no tenía ninguna relación con los militares, el instituto trabajó durante años con líderes militares en un proyecto patrocinado por el Estado que realizó experimentos con animales de laboratorio.
El general de división, Chen Wei, máximo especialista en guerra biológica de Beijing, asumió el mando del laboratorio semanas después del brote en Wuhan, informaron entonces los medios de comunicación chinos. El informe decía que la medida pretendía dar «tranquilidad» al público en medio de las crecientes «controversias y rumores» en torno al laboratorio y con el objetivo de desarrollar una vacuna contra el virus.
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