Una locura cifrada en seis billones de dólares. Así de irresponsable es el presupuesto sugerido por Joe Biden para el año fiscal 2022, si se toma en cuenta que el elevadísimo monto no solo aumentaría el gasto federal, sino que también incrementaría la deuda nacional a una cifra récord y pondría en riesgo la solvencia de algo tan importante como el Seguro Social.
Según ha trascendido a través de diversos medios de prensa, entre las principales propuestas de gastos de Biden se encuentran: el Plan de Empleo Estadounidense (cifrado en unos $2,3 billones), el Plan de Familias Estadounidenses (cifrado en unos $1,8 billones) y los gastos discrecionales (cifrados en unos $1,5 billones).
Aunque de momento el plan propuesto no pasa de ser una lista de deseos, toda vez que le corresponde al Congreso aprobar el monto definitivo del presupuesto de la nación para el siguiente año fiscal, el susodicho listado ya ha generado preocupación entre no pocos analistas económicos, expertos en el tema y miembros del Partido Republicano. Las razones, sobran.
El monto excesivo
Para que se tenga una idea acerca de cuán grande es el plan presupuestario sugerido por Biden, comparémoslo con un par de presupuestos anteriores: en 2020, por ejemplo, Donald Trump propuso $4,8 billones y en 2009, por citar otro caso, Barack Obama propuso $3,6 billones.
Está claro que los presupuestos federales no necesariamente tienen que ser semejantes, sin embargo, sí deben concebirse tomando en cuenta una serie de parámetros económicos (más allá de los peculiares anhelos de un inquilino en la Casa Blanca) y teniendo en mente las posibles consecuencias para los estadounidenses.
Precisamente en torno a esos negativos efectos, el senador republicano Mitch McConnell fue bastante claro cuando sostuvo que «la propuesta del presidente Biden hundiría a las familias estadounidenses en la deuda, el déficit y la inflación».
En declaraciones difundidas por ABC News, McConnell subrayó que «los demócratas quieren pedir prestado y gastar en una escala que Estados Unidos no ha visto desde que tuvimos que luchar y ganar la Segunda Guerra Mundial». Acto seguido añadió que«nuestra carga de deuda rompería todos los récords, eclipsando, incluso, la década de 1940». Así de seria es la situación.
El gasto federal
Teniendo en consideración el gran gasto gubernamental en el que se incurriría si resultara aprobado el citado plan, varios expertos ya han dado a conocer su opinión sobre el particular. Uno de ellos es el director del Centro Hermann para el Presupuesto Federal de Heritage Foundation, Matthew Dickerson, quien ha llamado abiertamente a frenar lo que él considera un “gasto social insostenible”.
En un artículo difundido por Heritage.org, Dickerson dijo que «la solicitud de presupuesto del presidente Biden representa un aumento masivo en el gasto y, francamente, es irrazonable e irresponsable, [al tiempo que] está repleta de una lista de deseos liberales».
Dickerson señaló, asimismo, que el Congreso debe ejercer moderación en el gasto y trazar un camino fiscal responsable en lugar de continuar por un camino aparentemente interminable e imprudente.
Con respecto a los perjuicios que el presupuesto de Biden ocasionaría a ciertos programas federales, el experto remarcó que este plan condenaría a la insolvencia tanto al Seguro Social como al Medicare. Y «esto es lo que más les duele a los estadounidenses jóvenes y trabajadores, ya que pagarán cientos de miles de dólares por un beneficio que nunca podrán disfrutar».
El riesgo en la defensa
Otro especialista en estos temas, el director del Centro de Heritage para la Defensa Nacional, Thomas Spoehr, también dio a conocer su opinión al respecto, concretamente en lo que atañe al presupuesto contemplado para la defensa, cifrado en solo $715 mil millones de dólares.
«En un momento de amenazas sin precedentes a la seguridad nacional de los Estados Unidos, el presupuesto propuesto por la administración Biden es totalmente inadecuado para abordar las necesidades del Departamento de Defensa», puntualizó el ejecutivo.
Según Spoehr, el plan presupuestario para esta rama necesitaba ser de $720 mil millones, es decir, requería de unos cinco mil millones más, sin embargo, Biden propuso un monto menor (tan solo un 1,7 % de aumento comparado con el presupuesto del año anterior), hecho que «contrasta fuertemente con los aumentos promedio del 16 % que ha propuesto para todos los demás departamentos federales, excepto el Departamento de Seguridad Nacional».
Para este experto en temas de defensa, el bajo presupuesto sugerido para este sector equivale a «desfinanciar al ejército», lo que se traduciría en una reducción de su preparación, recortes en sus programas y en una menor calidad de vida para los miembros del servicio.
Obviamente, la reducción del monto en esta área también nos pondría en desventaja frente al ejército de otros países, particularmente el de China, nuestro histórico enemigo comercial. En este sentido, Spoehr resaltó que, «después de los acontecimientos del año pasado, [con el origen y diseminación del COVID-19 desde esa nación], nadie debería hacerse ilusiones sobre las ambiciones de China de reemplazar el orden internacional».
En este punto habría que recordar que este país asiático no solo fue la única economía del mundo que logró registrar un crecimiento durante 2020 ─virus del PCCh mediante, todo sea dicho─ sino que también ha «aumentado su presupuesto militar este año en un 6,8 %», tal como ha apuntado Spoehr, muy atinadamente, en el mismo reporte de Heritage.org.
La deuda nacional
Aparte de las críticas que el citado presupuesto está recibiendo por su gigantesco tamaño, también está siendo cuestionado por lo que representaría en términos de la deuda nacional. De acuerdo con un artículo de Forbes al respecto, «la propuesta de Biden aumentaría la deuda del país al 117 % del producto interno bruto (PIB) para 2030».
A fin de brindarnos una idea más exacta acerca de la gravedad del asunto, el reporte en cuestión apunta que «la proyección en la propuesta de presupuesto de Biden sería la más alta desde la Segunda Guerra Mundial, cuando la deuda se ubicó en un 106 %». Es decir, estamos hablando de un 11% más con respecto a lo sucedido hace más de 75 años bajo el escenario de un conflicto bélico.
Paralelamente, el mismo artículo de Forbes enfatiza «acerca de cómo el presupuesto afectaría el déficit, que ocurre cuando el gasto federal es mayor que la cantidad de ingresos fiscales que recauda el Gobierno».
En este sentido, el reporte detalla que «solo $3,6 billones de la propuesta de Biden se pagarían con nuevos ingresos, [mientras que] el déficit neto alcanzaría los $1,4 billones y no se reduciría hasta después de 2030». Dicho de otro modo: al déficit de nuestro país le tomaría toda una década para empezar a achicarse poco a poco.
En lo concerniente a la inflación, el análisis de Forbes subraya que, naturalmente, esta «también sigue siendo un problema, ya que el déficit sigue aumentando». Y si bien la Reserva Federal cuenta con diversas políticas monetarias que podrían evitar un descontrol en este punto, lo cierto es que una deuda creciente probablemente derivaría en una tasa de inflación más alta.
La subida en los impuestos
Para contrarrestar el impacto del gasto federal, Biden planea incrementar los impuestos a las grandes corporaciones (de un 21 % a un 28 %) y a las personas que ganan más de $400,000 dólares al año (en un 39,6 %).
Según una nota difundida por Telemundo referente a este tema, «dicha subida comenzaría a reducir los déficits presupuestarios para 2030 y recortaría en unos $1,7 billones las proyecciones actuales para 2041».
Aunque la Casa Blanca ha asegurado que este plan pondría al país en un «curso fiscal responsable», la anunciada medida ha sido fuertemente criticada por legisladores del Partido Republicano, quienes ven en el excesivo gasto un impulso para la inflación, así como un freno para la competitividad corporativa.
En referencia al primer esquema de presupuesto sugerido por Biden, algunos ya han expresado su total disconformidad al respecto. Uno de ellos es el senador John Barrasso, de Wyoming, quien apuntó: «Esta es solo una administración de impuestos y gastos en todo. Están desconectados de la realidad».
En esa misma línea de pensamiento se encuentran otros republicanos que igualmente han manifestado su opinión. El senador Lindsey Graham, de Carolina del Sur, por ejemplo, considera al presupuesto “increíblemente caro”; el senador Ron Johnson, de Wisconsin, por su parte, lo ha catalogado de “inmoral”, mientras que la senadora Shelley Moore Capito, de Virginia Occidental, ha dicho que “parece que los billones siguen llegando”.
Con todas las preocupaciones suscitadas por el plan de Biden, está clarísimo que este tema seguirá generando controversia hasta tanto llegue el momento de su definición. Por el momento, el polémico presupuesto se enfrenta a la franca oposición de los republicanos, a las críticas de expertos economistas y al escrutinio de ciertos progresistas que esperaban la inclusión, desde ya, de un plan concreto referente a la salud pública.
La controversia demócrata
Entre las filas demócratas también hay ciertos desacuerdos. Según un reporte de The Wall Street Journal, uno de ellos está vinculado con el gasto militar. Es decir, mientras la Casa Blanca planea aumentar ese presupuesto en un 1,7 % (lo que ya expertos en defensa consideran insuficiente, como mencionamos antes), «algunos demócratas liberales quieren ver un recorte del gasto militar».
Sin ir más lejos, y en opinión del propio medio de prensa, «esta es un área de disputa entre los demócratas que puede ser problemática cuando intenten aprobar un presupuesto tanto en la Cámara como en el Senado».
Por cierto, las fechas límites para ambos pasos ya han sido traspasadas, de ahí que se espera un acuerdo bipartidista lo antes posible, concretamente antes de que finalice septiembre, mes en el que concluye el presente año fiscal. Si de aquí a esa fecha no ha habido un acuerdo definitivo, entonces el Gobierno podría cerrar parcialmente.
Teniendo en cuenta que los demócratas controlan la Cámara, analistas del tema creen que el controvertido presupuesto de Biden podría ser aprobado a ese nivel, sin embargo, concuerdan en que, para avanzar hacia el consentimiento final, demócratas y republicanos tendrán que ponerse de acuerdo, pues se necesitan 60 votos en el Senado y este se encuentra dividido a razón de 50-50.
Definitivamente, de lo que suceda en esas deliberaciones dependerá en buena medida el destino de nuestra nación. Corresponde, pues, a nuestros representantes en esas instancias obrar con sentido común por el bien de las presentes y futuras generaciones.
Nada de cifras astronómicas. Nuestro país debe salir adelante con lo que corresponde y no mediante gastos irresponsables y dementes que pongan en juego a nuestra economía y nuestro bien ganado liderazgo como potencia mundial.
Sobre el Dr. Rafael Marrero
Economista. Graduado de las universidades de Stanford y Cornell, es un reconocido experto en EE.UU. en contratación federal, emprendimiento para pequeñas y medianas empresas y gestión de proyectos. Autor del bestseller de Amazon La salsa secreta del Tío Sam.
Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
Cómo puede usted ayudarnos a seguir informando
¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en Estados Unidos y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.