El Nobel de la Paz premió este viernes los esfuerzos del primer ministro etíope, Abiy Ahmed, por la paz y la cooperación internacional y por su iniciativa «decisiva» para resolver el conflicto fronterizo entre su país y Eritrea.
El Comité Nobel noruego destacó en su motivación del premio que, desde que asumió el puesto en abril de 2018, Ahmed reanudó las conversaciones con Eritrea, negoció un acuerdo de paz y aceptó las fronteras fijadas por una comisión internacional en 2002.
El galardón reconoce además el papel del presidente eritreo, Isaias Afwerki, que «agarró» la mano extendida por Ahmed, y de todos los actores que trabajan «por la paz y la reconciliación» en Etiopía y en las regiones del este y noreste de África.
El jurado destaca el papel «clave» jugado por Ahmed en otros procesos en la región, como la normalización de las relaciones diplomáticas entre Eritrea y Yibuti, la disputa entre Kenia y Somalia por los derechos sobre un área marítima y las negociaciones entre gobierno y oposición en Sudán.
Ahmed ha impulsado reformas «importantes» en Etiopía, el segundo país más poblado del continente y la mayor economía del este de África, entre las que el comité menciona el fin del estado de emergencia, la amnistía a miles de presos políticos, la legalización de partidos opositores y el compromiso de celebrar elecciones.
El popular líder etíope, de 43 años, ha recibido críticas no obstante por no solucionar algunos problemas de raíz, como la falta de federalismo y las tensiones étnicas, que han hecho de Etiopía el país con más nuevos desplazados del mundo.
El Comité Nobel noruego admite en el fallo que quedan «muchos retos» por resolver y «mucho trabajo que hacer», aludiendo directamente al conflicto étnico y a los ejemplos «preocupantes» ocurridos en los últimos meses.
«No hay duda de que alguna gente pensará que el premio de este año ha sido concedido demasiado pronto. Pero el Comité Nobel noruego cree que es ahora cuando los esfuerzos de Abiy Ahmed merecen reconocimiento y necesitan un impulso», resalta la motivación.
La presidenta del Comité Nobel Noruego, Berit Reiss-Andersen, encargada de anunciar el ganador, reiteró esa idea en una rueda de prensa posterior y reconoció que, aunque es «debatible» si el premio llega muy pronto, Ahmed ha hecho ya «muchas cosas» para convertir a su país en una democracia.
«Roma no se hizo en un día y ni la paz ni el desarrollo democrático se podrán alcanzar en un corto período de tiempo», afirmó Reiss-Andersen.
La elección de Ahmed no despertó controversia en Noruega y la mayoría de partidos y organizaciones no gubernamentales consideraron merecido el premio, para el que sonaba estos días como uno de los grandes favoritos, junto a la activista medioambiental sueca Greta Thunberg y el líder indígena brasileño Raoni Metuktire.
La inspiradora del movimiento global «FridaysForFuture» (Viernes por el Futuro) se habría convertido a sus 16 años en la ganadora más joven del Nobel, superando a la adolescente paquistaní Malala Yousafzai, que lo logró en 2014 a los 17 años, un año después de haber sonado como la gran favorita.
«Estoy tan abrumado y me emocioné tanto cuando me enteré de la noticia. Muchas gracias. Este es un premio para toda África, para Etiopía», dijo Ahmed en una breve entrevista telefónica con el secretario del Comité Nobel noruego, Olav Njølstad.
La oficina del primer ministro etíope aseguró en un comunicado que el Nobel es un «orgullo» y el «reconocimiento eterno» a los ideales de «unidad, cooperación y coexistencia mutua».
Ahmed sucede en el palmarés del premio de la Paz al médico congoleño Denis Mukwege y a la iraquí yazidí Nadia Murad, distinguidos por su lucha por acabar con el uso de la violencia sexual «como arma de guerra y en conflictos armados.
La ronda de ganadores de los Nobel, que comenzó hace cuatro días con el de Medicina, se cerrará este lunes con el de Economía.
El de la Paz es el único de los seis premios que se otorga y se entrega fuera de Suecia, en Oslo, por deseo expreso de Alfred Nobel, ya que en su época Noruega formaba parte del reino sueco.
Ahmed recibirá los 9 millones de coronas suecas (831.000 euros, 912.000 dólares) con que están dotados este año todos los Nobel, que se entregan el 10 de diciembre en una doble ceremonia en Estocolmo y en Oslo, esta solo para el de la Paz.
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