La ciudad de Benxi, en la provincia china de Liaoning, cuenta con un atractivo turístico único: el lago más pequeño del mundo, de apenas 15 metros cuadrados. Pero hay otro aspecto menos conocido de Benxi que no tiene nada de que enorgullecerse: es el hogar de una de las prisiones más brutales de China, especialmente para los practicantes de Falun Dafa.
Poco después de que el Partido Comunista Chino (PCCh) lanzara su amplia campaña de persecución contra los practicantes de Falun Dafa en 1999, todas las prisiones de la provincia recibieron instrucciones de iniciar un “proyecto especial” para “transformar” a los practicantes encarcelados; en otras palabras, obligarlos a renunciar a la antigua disciplina espiritual y dejar de practicarla.
La Prisión Benxi estuvo a la vanguardia de este proyecto, y a través de los años empleó numerosos métodos de tortura para forzar a los practicantes de Falun Dafa a abandonar sus creencias y alcanzar la meta de una tasa de “transformación” del 100 por ciento.
Según Minghui.org, que recopila información y estadísticas sobre la campaña de persecución de Falun Dafa, la prisión fue designada por las autoridades como una “prisión modelo” para que otras prisiones la siguieran.
Benxi adoptó el enfoque de utilizar a los reclusos, por lo general delincuentes, para controlar a otros reclusos. Estos reclusos a cargo estaban por encima de las normas y reglamentos y se les permitía utilizar la fuerza para someter a los detenidos y obligarlos a sucumbir. Si encontraban resistencia, informaban a los guardias de la prisión, quienes los apoyaban sometiendo a los reclusos disidentes a abusos aún peores.
De esta manera, los prisioneros de conciencia de Falun Dafa recluidos en Benxi a menudo están sometidos a implacables torturas y abusos, sin que nadie tenga que rendir cuentas.
Los siguientes son cuatro casos documentados expuestos por Minghui que son solo la punta del iceberg.
Hemorragia cerebral y coma
Hu Guojian fue arrestado por primera vez en el año 2000 y sentenciado a 10 años de prisión por practicar Falun Dafa. Durante ese tiempo, fue sometido a continuas torturas, pero sobrevivió y fue puesto en libertad al concluir su sentencia.
Hu fue detenido nuevamente en 2015 y condenado a cuatro años. Fue trasladado a la prisión de Benxi en mayo de 2016, donde se le obligó a realizar trabajos forzados, se le privó del sueño y se le dio muy poco para comer. Cuando su esposa lo visitó a los cinco días de recibir la sentencia, se alarmó al descubrir que había perdido un tercio de su peso corporal.
Hu era castigado si no podía terminar su tarea o cumplir con el cupo asignado. Fue despojado de sus ropas, rociado con agua fría, forzado a sentarse en un pequeño banco, y no se le permitía dormir.
Una noche, después que perdiera el conocimiento y cayera del banco, los internos le dieron una patada en la cabeza y lo insultaron. Cuando esto falló para revivirlo, fue llevado al hospital, donde le diagnosticaron una hemorragia cerebral severa y requirió cirugía.
Veintidós días después de su traslado a la prisión de Benxi, Hu cayó en coma y nunca más recobró el conocimiento. Después de ocho meses en el hospital, a pesar de su estado vegetativo, fue llevado de nuevo a la prisión para terminar su sentencia, con personal médico contratado para que lo atendiera.
Permaneció en coma hasta que falleció dos años después.
Confinamiento solitario, alimentación forzada
En septiembre de 2010, Liang Yuncheng, un exjuez del tribunal municipal de la provincia de Liaoning, fue condenado a tres años de prisión por negarse a renunciar a su creencia en Falun Dafa.
Después que Liang escribió una carta de queja sobre el maltrato que recibía, esta terminó en las manos equivocadas de la dirección de la prisión, que ordenó que lo torturaran aún más.
Fue puesto en confinamiento solitario, ahí fue torturado sin parar durante 60 días. Tenía los brazos extendidos y las manos sujetadas a las esposas en los extremos de la cabecera de una cama. Sus piernas estaban estiradas y atadas a un anillo en la cama. Una bombilla de alto voltaje estaba dirigida a sus ojos.
Como protesta, Liang se declaró en huelga de hambre y fue sometido a una brutal alimentación forzada, según Minghui. Los guardias le insertaron una sonda de alimentación a través de las fosas nasales hasta el estómago y le dieron de comer una solución salina de alta concentración. Normalmente le dejaban la sonda en su estómago durante cuatro días antes de sacarla para realizar una mínima limpieza. De vez en cuando, el médico de la prisión cubría el tubo con productos químicos para irritar la nariz y el esófago de Liang.
En las cárceles chinas, la alimentación forzada se convirtió en un método para infligir daño o incluso matar a los practicantes de Falun Dafa que emprenden una huelga de hambre para luchar por sus derechos humanos y su dignidad.
Tortura salvaje por parte de guardias y reclusos
Meng Xianguang fue arrestado por primera vez en 2001 y pasó cuatro años en prisión. Fue nuevamente arrestado en marzo de 2014 y sentenciado a tres años y medio en la prisión de Benxi, donde fue severamente torturado, según Minghui.
En una ocasión, los guardias de la prisión ordenaron a los reclusos que le pusieran calcetines en la boca de Meng, le cubrieran la cabeza con una bolsa de plástico y le ataran los brazos y las piernas a una silla. Entonces un guardia le abrió la camisa y le echó agua fría en la cabeza antes de pegarle. Otro guardia le hizo una descarga eléctrica hasta que el bastón se quedó sin carga.
Horas más tarde, Meng fue trasladado a otra habitación. Allí, los reclusos lo agarraron de los brazos mientras dos guardias se turnaban para azotarlo en la espalda con un tubo de goma. Luego fue devuelto a su celda, desnudo y atado a una silla. Los reclusos se turnaron para vigilarlo y evitar que se quedara dormido.
A la mañana siguiente, un guardia ordenó a uno de los reclusos que tocara la piel de Meng con un cable pelado, y luego conectó el otro extremo del cable a un bastón eléctrico. En un momento, el guardia tocó el pene del Sr. Meng con el cable pelado y dijo: “Voy a hacer que no puedas tener hijos”. Meng se convulsionó por la descarga eléctrica, solo para que los guardias se rieran de él.
Esa tarde, tres guardias colocaron libros sobre los muslos de Meng, y luego comenzaron a golpear los libros con tubos de plástico. La idea era causar lesiones pero sin que se mostraran hematomas en la superficie. La paliza duró más de dos horas, y solo terminó porque los guardias estaban exhaustos.
Muerte por tortura dos meses después de la liberación
En junio de 2015, Lu Yuanfeng fue sentenciado a tres años de prisión por practicar Falun Dafa. Más tarde fue trasladado a la prisión de Benxi.
La familia de Lu solo pudo verlo dos veces durante los tres años de su encarcelamiento, según Minghui. Les dijo a sus seres queridos que los guardias de la prisión lo golpearon, lo electrocutaron con bastones eléctricos y lo obligaron a ponerse en cuclillas por largos períodos de tiempo.
Lu tuvo un derrame cerebral dos meses antes de su liberación programada, pero la prisión se negó a proporcionar la atención médica adecuada. Tampoco autorizarían visitas de familiares o libertad condicional médica. Durante los dos últimos meses de su encarcelamiento, se ordenó a los reclusos que lo llevaran al taller de la prisión todos los días para que realizara trabajos forzados.
Cuando Lu fue liberado en noviembre de 2017, su habla era confusa, estaba paralizado y su pierna estaba fracturada. Cayó en coma 21 días después de su liberación y falleció. Tenía 63 años.
Según el Centro de Información de Falun Dafa, todas las cárceles de la provincia de Liaoning están obligadas a contar cuántos practicantes han “transformado” durante todo el año, por lo que las cárceles a menudo lanzan una ronda intensiva de abusos al final de cada año con la esperanza de obligar a más practicantes a renunciar a sus creencias.
Cámara oculta muestra a una victima de tortura en China
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