Mis lecciones más memorables no llegaron como revelaciones notables, como un golpe en la cabeza para llamar mi atención. No hubo un momento «ajá». Ninguna bombilla.
Fueron silenciosas, como un susurro que mi espíritu estaba dispuesto a escuchar.
Mientras esperaba a que una amiga se reuniera conmigo en un restaurante, me di cuenta de que había algo escrito en un paquete de azúcar en la mesa, mezclado con todos los demás. «Sonríe, te liberará de la tiranía de los pensamientos desperdiciados» estaba pulcramente impreso en él. En ese momento sonreí ante el mensaje, y luego lo dejé a un lado. Pero no me dejó de lado. Era como una canción en mi cabeza que se repetía. ¿Alguna vez ha quitado una telaraña y se ha dado cuenta de que se aferra a su mano a pesar de que intenta quitársela de encima? Esa frase se aferraba a mí.
Soy una persona feliz por naturaleza. Siempre pensé que había sido bendecida con endorfinas extra o una dosis doble de serotonina, o algo que no era de mi incumbencia, solo que estaba muy agradecida por ello. Sin embargo, en ese momento en particular, estaba deprimida por eventos vitales muy desafortunados. Ese consejo sobre el azúcar me hizo reflexionar sobre cuánto contribuyen las palabras que me digo a mí misma a mi perspectiva y cómo una sonrisa cambió mi forma de pensar en ese momento. La conciencia es algo muy potente. Así que me hizo sonreír más, lo que a menudo hizo que la gente a mi alrededor me devolviera la sonrisa. Los pensamientos deprimidos y derrotados son una tiranía, pero una tiranía que puedo superar. Esa revelación inició una pequeña revolución interna.
Más tarde, mi hipótesis de la sonrisa se confirmó cuando leí sobre estudios de investigación reales sobre cómo la expresión facial y la postura artificial contribuyen a mejorar la actitud mental. Esa confirmación puso un poco más de acero en mi columna vertebral. Eso, junto con mi hueso de la suerte y mi hueso de la risa, contribuyó en gran medida a disminuir los pensamientos desperdiciados.
Alrededor de la misma época, leí unas palabras que a menudo se atribuyen a Gandhi, aunque descubrí mucho más tarde que no eran suyas: «Sé el cambio que deseas ver en el mundo». «Ser» implica mucho más que una simple mentalidad o forma de pensar. Rara vez se puede ser de una manera y hacer otra. Sé quién soy por lo que hago (porque la Biblia me lo dice) y puedo controlar lo que hago. El control, o incluso la sensación de control, es la palanca que levanta el espíritu. Es la antítesis de la impotencia, el victimismo, la inutilidad.
Estas dos frases me hicieron no solo sentir, sino saber realmente que tenía un gran control. Siento que «ser el cambio» es ahora mi superpoder, y el ejercicio de sonreír realmente refuerza mi determinación de una manera profunda. Y sí, también dejo mensajes de azúcar siempre que puedo.
Kathleen Studer, California
___________
¿Qué consejo le gustaría dar a las nuevas generaciones?
Hacemos un llamado a todos nuestros lectores para que compartan los valores intemporales que definen el bien y el mal y pasen la antorcha, por así decirlo, a través de su sabiduría y su experiencia duramente adquirida. Creemos que la transmisión de esta sabiduría ha disminuido con el tiempo y que solo con una base moral sólida podrán prosperar las generaciones futuras.
Envíe sus consejos, junto con su nombre completo, estado y datos de contacto a [email protected] o envíelos por correo a Next Generation, The Epoch Times, 229 W. 28th St., Floor 7, New York, NY 10001.
Únase a nuestro canal de Telegram para recibir las últimas noticias al instante haciendo click aquí.
Cómo puede usted ayudarnos a seguir informando
¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en Estados Unidos y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.