Querida siguiente generación:
Los niños preadolescentes son tan inocentes e impresionables. Es el mejor momento para implantar en su conciencia los valores más importantes que deseas para ellos. Hay una gran cantidad de valores para elegir. Junto con los valores religiosos, también se pueden inculcar a los niños los valores monetarios. Los preadolescentes se dejan impresionar fácilmente por lo que el mundo les ofrece. A una edad tan temprana, el gasto financiero que supone para los padres abrir a sus hijos al mundo monetario puede adoptar la forma de una «mesada» en efectivo y puede utilizarse como herramienta de enseñanza.
A principios de los años sesenta, en mi preadolescencia, mi padre me daba un cuarto de dólar a la semana. Estiraba felizmente esos veinticinco centavos hasta la satisfacción. Muy poco de ese dinero lo destinaba a caramelos; gran parte, a tarjetas de béisbol Topps, que incluían chicles (cinco centavos por paquete). La industria de las tarjetas de béisbol fue una bendición para los chicos del barrio en los años sesenta. Todos participábamos en el intercambio, comparación y «cambio» de nuestras tarjetas para competir por ganar las de los otros chicos del vecindario. También las colocábamos con pinzas de madera en las horquillas delanteras de nuestras bicicletas para hacer ruido de aleteo con los radios al pedalear.
El método que yo daba a mis hijos para estirar su mesada era algo distinto, pero la lección era similar: entender desde el principio la responsabilidad fiscal. A mediados de los ochenta, de vez en cuando entregaba a cada hijo preadolescente un billete de cinco o diez dólares. Pero ese dinero venía con condiciones. No podían gastárselo todo de una vez; tenían que «presupuestar»(Estimación de cuanto recibe en su mesada y cuanto gastará durante la semana) el dinero para estirarlo. También compraban tarjetas de béisbol Topps, y su colección creció más de lo que yo acabé teniendo. En mi época, estas tarjetas no eran «coleccionables». Pero en la preadolescencia de mis hijos, a las tarjetas de béisbol se le aplicaban los valores monetarios según las estadísticas totales de béisbol de cada jugador, comparadas con las estadísticas totales de béisbol de otros jugadores. Mis hijos guardaban las mejores tarjetas en álbumes de coleccionista para mantenerlas en perfectas condiciones.
Mi objetivo principal para mis hijos era enseñarles la compra diferida con parte de su «mesada». Un ejemplo: entrar en una juguetería, decidirse por un juguete para comprar, pero salir de la tienda sin comprarlo y esperar una semana para ver si el juguete elegido seguía siendo una «buena compra». Cuando se enseña a los niños a evitar la gratificación inmediata, aprenden a través de la paciencia el arte del discernimiento financiero.
Dan Arthur Pryor, New Jersey
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