¿Alguna vez se ha sentido atrapado como si viera su vida deteriorarse frente a sus ojos y no pudiera hacer nada? ¿O ciertas circunstancias difíciles lo llevan a desear una nueva vida? Pero esa nueva vida nunca llegará. O eso es lo que piensa; o es lo que su negatividad quiere que piense. Un enemigo invisible siempre está esperando a que se rinda y entonces se lanza sobre usted. A veces mueve sus hilos para hacer eso. Entonces lo hace sentir miserable o realiza algo dañino. Dependiendo de lo que sea, puede que al principio no sea tan dañino para los que lo rodean. Pero tenga cuidado, la miseria o el ceder a la miseria siempre tiene repercusiones que eventualmente causarán daño o tal vez algo peor.
Sin embargo, hay una cosa que se puede hacer para contrarrestar esta trampa. Es un concepto muy conocido pero no reconocido por su verdadero ser. Se trata simplemente de tener esperanza. La esperanza es la más poderosa de las virtudes. C.S. Lewis dijo que «el valor es la base de las virtudes», pero se necesita un tipo específico de esperanza para ser valiente. La esperanza es algo más que desear que mañana sea soleado. Es más que un optimismo implícito. Es aferrarse a algo incluso cuando todo lo demás se opone a eso. Tener esperanza en las circunstancias más desalentadoras es más que ser optimista. Es ser heroico. Por lo tanto, la esperanza es esencialmente coraje.
La esperanza es la armadura que llevamos para luchar en las batallas de la vida. El desánimo, únicamente, es nuestra ruina total. Así que, poniendo esto en perspectiva, ¿La esperanza —el rechazo de algo— no sería el remedio perfecto?
La historia se escribe y se mantiene unida por este hilo dorado de la esperanza. ¿Por qué los soldados sacrifican su vida si no tienen la esperanza de que las generaciones futuras puedan ser libres? ¿Cómo podría un hombre que ha perdido las piernas correr y ganar una carrera? ¿O una mujer ciega y sorda aprende a leer, a escribir e incluso a hablar? ¿Qué hace que el más grave pecador se convierta en el más santo? Es porque incluso en sus pruebas más oscuras tenían la esperanza como su única luz. Avanzaron hacia adelante, sin dejarse intimidar por la duda y el desánimo que los tragaría si se rindieran. Nunca perdieron sus sueños. Se aferraron al hecho de que habría un mañana. Si uno pierde todo en su vida, pero no pierde la esperanza, no ha perdido nada.
A menudo cedemos a los pensamientos negativos con demasiada facilidad. Les damos demasiado crédito y los hacemos más pesados de lo que realmente son. Para contrarrestar todos los ataques de negatividad y hacerlos simplemente inútiles, no debemos insistir tanto en lo negativo. En cambio, debemos esperar tiempos mejores.
El Padre Pío dijo sabiamente: «Rece, espere y no se preocupe». Vendrán tiempos mejores, siempre que nos mantengamos enfocados en nuestra esperanza.
Pero esto no termina aquí. No es cuestión de decir simplemente: «Bueno, tendré más esperanza». Se necesita tiempo y paciencia mantener esta determinación. Debemos elegir perseverar la esperanza. No viene simplemente hacia usted, debe invitarla. Es esencialmente una planta, que se debe alimentar cada día; no se convertirá en una flor si la ignora. La única forma en que la esperanza morirá, es en nuestros corazones. Por tanto, debemos encender la llama perpetua y resistir a todo el desánimo.
Incluso en nuestros tiempos, ésta es una batalla que todos enfrentamos. Sin embargo, cuando tenemos esperanza, nos volvemos imparables. La victoria es de los que se mantienen firmes.
M. C. Furgal, Nueva York
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