El mensaje más importante que he intentado transmitir a mis nietos es la virtud de la gratitud.
Con demasiada frecuencia nos vemos como víctimas y nos lamentamos de las injusticias que percibimos contra nosotros. Nos detenemos en lo negativo y nos ofendemos con facilidad. El resultado es la infelicidad y la depresión.
La gratitud es lo contrario. Es el sentimiento positivo de ver las cosas buenas de la vida y darse cuenta de lo afortunados que somos. Es la capacidad de dar las gracias por todos los que nos han ayudado en la vida: nuestros padres, abuelos, profesores, clérigos, médicos, amigos y demás.
Sean cuales sean nuestras circunstancias, todos tenemos algo que agradecer. Todo lo que tenemos que hacer es hacer un balance de esos aspectos positivos y hacer un esfuerzo decidido para apreciarlos. Ser capaces de agradecer a Dios el don de la vida, nuestra familia, nuestro país, nuestra libertad y todas nuestras bendiciones es conocer la verdadera felicidad.
Jim Blumel, Sr., California
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