Durante décadas, la Reserva Federal no fue administrada en base al patrón oro, sino en base al patrón doctorado. Académicos como Ben Bernanke y Alan Greenspan pensaron que podían manejar el precio más complejo e importante de la economía de mercado –la tasa de interés– con unas pocas ecuaciones matemáticas.
Jerome Powell, de 64 años, podría ser diferente porque tiene más experiencia práctica en los negocios y en la administración pública que Greenspan, Bernanke y Janet Yellen, quienes además de trabajar en la Reserva Federal, fueron académicos. Powell es un abogado capacitado que hizo una carrera en la banca de inversión, capitales de riesgo y la administración pública, y se desempeña como gobernador de la Reserva Federal desde 2012.
¿Cuál es la principal diferencia entre él y su predecesora Yellen? A Powell no parece importarle lo que haga el mercado y solo sigue su política de normalización de las tasas, basada en una economía fuerte y en los modelos matemáticos de la Reserva Federal.
La primera conferencia de prensa de Powell como presidente de la Reserva Federal en marzo del año pasado desilusionó bastante.
Powell fue evidentemente cauteloso con las estimaciones a largo plazo, un talón de Aquiles de la Reserva Federal, que constantemente no pudo cumplir con sus propias expectativas de inflación y crecimiento. Su respuesta a un reportero sobre sus predicciones para 2020 fue perfecta: la Reserva Federal tiene que monitorear los cambios que están ocurriendo en el momento y evitar dar estimaciones optimistas que solo le hacen perder su credibilidad.
Y ahora, la credibilidad es clave, ya que a la Reserva Federal no le queda mucho de eso.
Powell es técnico, correctamente escéptico a las reacciones bursátiles y excepcionalmente consciente de los riesgos de un mercado extremadamente orientado a los estímulos externos.
Para los operadores del mercado, tener un presidente de la Reserva Federal con un perfil tan apolítico y escéptico hacia el mercado puede no parecer una buena noticia. Pero lo es. Demasiados inversores juegan al juego de “las malas noticias son buenas noticias”. Es decir, esperan datos macroeconómicos malos para que se perpetúe el estímulo monetario.
Este carry trade, o estrategia especulativa, lleva a los participantes del mercado a apostar por cuestiones inflacionarias y activos cíclicos, mientras esperan un estancamiento económico y más políticas expansivas. Este es un juego peligroso.
Lo que Powell explicó es muy importante, y la senda de la suba de las tasas de interés es evidente. La fiesta de “comprar cualquier cosa” ya se terminó. Y eso es bueno.
La economía de EE. UU. puede absorber sin problemas un aumento de la tasa de interés para elevarla hasta al 2,75 o 3 por ciento en 2019. De hecho, si la economía no pudiera absorberlo, tendríamos que estar muy preocupados por el tipo de crecimiento e inversiones que tenemos.
¿Pestañeará?
Sin embargo, con el mercado bajando más del 20 por ciento justo antes de Navidad, la determinación de Powell será puesta a prueba.
En 2012, al escribir un artículo sobre lo que para ese entonces era la última ronda de dinero fácil (en la forma de expansión cuantitativa), el gestor de fondos de inversión Paul Brodsky dijo: “Después de ver a los presidentes de la Reserva Federal engañar, amenazar, persuadir y manipular el sentimiento de los mercados desde 1982, sostenemos que esta última permutación es comprensible, predecible y –para aquellos dispuestos a apostar por el éxito final de la Reserva Federal para salvar al sistema bancario (como nosotros)– bastante emocionante”.
Además sostuvo que los objetivos –impuestos por el Congreso– de la Reserva Federal de mantener la estabilidad de los precios y el pleno empleo son secundarios al de mantener solvente al sistema bancario.
Dado que el Sistema de la Reserva Federal es propiedad de sus bancos privados miembros, este análisis no es demasiado inverosímil y fue confirmado por la historia.
Greenspan supervisó el rescate de ahorros y préstamos a principios de la década de 1990, así como del fondo de cobertura Long Term Capital Management (LTCM) en 1998, ambas iniciativas público-privadas alimentadas con liquidez de la Reserva Federal, garantías de préstamos y tasas más bajas. Los rescates condujeron a lo que los economistas calificaron como ‘riesgo moral’, en el que los inversores creen que pueden asumir riesgos excesivos porque siempre serán rescatados.
“Cuando LTCM fue rescatado, hubo un pensamiento general: ‘Oye, estos tipos se hacen cargo si metemos la pata. Nos respaldan’”, dijo Barry Ritholtz, director de inversiones de Ritholtz Wealth Management.
Las condiciones financieras demasiado fáciles dieron pie a la burbuja tecnológica de finales de la década de 1990, y Greenspan volvió a estimular los mercados después de que la burbuja tecnológica estallara y la economía sufriera una recesión relativamente leve en 2001.
Después de asumir el cargo en 2006, Bernanke tuvo la tarea de anunciar los programas de tipo de interés a tasa cero y de expansión cuantitativa, además de negociar varios rescates de bancos insolventes por parte de otros bancos o del gobierno federal.
Contrariamente a lo que dice la Reserva Federal, el sistema bancario podría haber sido reestructurado de una manera diferente, una que llevaría a un menor riesgo moral en el futuro.
“Usemos a Bank of America como ejemplo”, dijo Ritholtz. “Bank of America se nacionalizó, lo que realmente significa que el Tío Sam provee ‘financiación de deudor en posesión’. Esto es lo que realmente les sucede normalmente a las pequeñas empresas. Alguien que los salva de la bancarrota les entrega un poco de dinero para seguir funcionando. Las acciones se reducen a cero, y los altos directivos se van por la puerta. Ciertamente hay un nivel por debajo, que puede ser ascendido sin problemas”.
Desafortunadamente para Powell, cuando la próxima recesión o crisis financiera golpee, y lo hará, él estará en el banquillo de los acusados. Entonces, su experiencia en negocios dejará de importar, y probablemente continuará con la política no oficial de la Reserva Federal de mantener al sistema bancario a flote, al igual que sus predecesores.
Los puntos de vista expresados en este artículo son las opiniones de los autores y no reflejan necesariamente los puntos de vista de La Gran Época.
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