¿Quiere cambiar los corazones y las mentes de las personas? Intente ser humilde

Por ANNIE HOLMQUIST
13 de septiembre de 2022 5:17 PM Actualizado: 13 de septiembre de 2022 5:17 PM

Un amigo me envió recientemente un meme popular llamado la Pirámide del Intelecto. Muestra los diversos grados académicos, comenzando en la base de la pirámide con un diploma de escuela secundaria y estrechando su camino hasta un doctorado. Pero en la parte superior de la pirámide hay una pequeña sección donde se puede leer: «Personas que son capaces de arreglar sus autos después de ver videos de hazlo tu mismo».

Me reí de eso, pero no podía negar que este meme contiene una buena cantidad de verdad. Las élites políticas, los periodistas y los que están en las torres de marfil están en los titulares, dan conferencias de prensa y se paran frente a millones, luciendo importantes y muy por encima de la gente común, aquellos que a menudo trabajan con sus manos, apenas visibles ya que se encuentran escondidos en algún pequeño rincón de la América Media.

Pero, ¿Cuál de esos dos grupos es el más sabio? ¿La gente sencilla que está en las trincheras trabajando con sus manos, o aquellos que piensan que son buenos solo porque ocupan un puesto importante en el Congreso, o en el mundo académico, en el periodismo o en la burocracia que parece estar cada vez más al mando del país?

En mi opinión, diría que la gente sencilla.

¿Es siempre así? Por supuesto, que no. Pero creo que a menudo puede ser cierto debido a una importante cualidad que tiene esta gente sencilla: la humildad.

La gente sencilla no suele creer que todo tiene que ver uno mismo. Su humildad les permite escuchar a otras personas e ideas, y al mismo tiempo le abre la puerta a una mayor experiencia de vida. Porque aquellos que son humildes tendrán menos miedo de meterse en la trinchera y probar cosas. Si fracasan, ¿Qué importa? Ya son humildes, así que no tienen mucho que perder; además, saben que pueden aprender del fracaso sobre que evitar o hacer de forma diferente la próxima vez.

Los humildes no son condescendientes ni altaneros en su forma de presentar sus ideas a las masas; en cambio, hablan el lenguaje del ciudadano medio y están hombro con hombro con él. Esto hace que las personas sencillas y humildes sean mucho más afines y, como resultado, sus ideas tienen la oportunidad de ser mucho más influyentes que las de cualquier influencer orgulloso en alguna plataforma de redes sociales.

¿Cómo sabemos que esto es cierto? Porque ya lo hemos visto en la historia. El autor Neil Postman desarrolla esta idea en su libro «Construyendo un puente hacia el siglo XVIII«. El éxito de los Fundadores de Estados Unidos, insinúa, no radicó en su superioridad elitista, sino en el hecho de que eran personas normales que hacían cosas normales, que pensaban en grande pero que las comunicaban de forma humilde, normal y corriente a su familia, amigos y vecinos. Tomemos como ejemplo a Fundadores como Thomas Paine, el escritor del influyente «Sentido Común» de la Revolución. Postman escribe:

«Paine no era, por supuesto, un filósofo profesional. Había sido fabricante de corsés en Inglaterra y luego impresor en Estados Unidos. Escribir filosofía política no requería, ni de él ni de nadie, el dominio de un vocabulario arcano y especializado. El lenguaje de la persona común se consideraba totalmente adecuado para la expresión de las ideas filosóficas».

En otras palabras, la razón por la que los Fundadores tuvieron tanto éxito en hacer que sus ideas fueran aceptadas y difundidas hasta el punto de que una nación entera se estableció sobre esas ideas es que los Fundadores mismos a menudo vivieron vidas humildes y sin pretensiones, e hicieron que sus ideas fueran accesibles para el hombre común. Eran directos y valientes, escépticos pero claros en sus escritos, escribe Postman.

«Si se repasa la lista de escritores de prosa famosos de la Ilustración, se encuentran pocos que se consideren autores profesionales; menos, filósofos; y aún menos que se ganen la vida como tales. Estos hombres eran intelectuales públicos que tenían algo que decir al público, no solo entre ellos, y que habían encontrado una forma de decirlo. Y por eso las consecuencias de sus escritos fueron tan serias».

Hoy en día hay mucha gente que dice querer cambiar las cosas en este mundo. El problema es que muchos de ellos parecen meterse en política o construir una gran plataforma o hacer algo impresionante, y cuando eso ocurre, se olvidan inmediatamente del hombre común y se colocan por encima de él. Al hacerlo, pierden una de las mayores oportunidades de influencia que podrían haber tenido.

Hay muchos de nosotros, personas humildes, sencillas y promedio en la América Media, haciendo nuestro trabajo, alimentando a nuestras familias y enviando a nuestros hijos a la escuela. Queremos marcar la diferencia para bien, pero miramos nuestras vidas humildes y simples y nos preguntamos qué podemos hacer nosotros, la gente promedio de Estados Unidos, para enderezar el rumbo.

La respuesta es amplia. Como dijo una vez el hombre más grande que ha pisado la tierra: «El que quiera ser jefe entre nosotros, que sea nuestro servidor». El hombre promedio que hace cosas promedio, que tiene grandes pensamientos y lo hace todo con una actitud de humildad tendrá un impacto mucho mayor en este mundo para bien que el que pueda tener cualquier político, académico o periodista arrogante. Y son esos hombres promedio los que Estados Unidos necesita.

Este artículo se publicó originalmente en Intellectual Takeout.


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