Patti Hidalgo Menders, madre de seis hijos en el Condado de Loudoun, al norte de Virginia, ha escrito su propia historia de resiliencia.
Desde el verano de 2020, ha estado luchando en primera línea contra la transmisión de la teoría crítica de la raza (TCR) en el sistema escolar público de la región, una batalla continua que ha acaparado titulares nacionales. Padres de todo el país han protestado contra la TCR, un marco analítico casi marxista, por considerar que clasifica a los niños como «opresores» u «oprimidos» en función de su color de piel.
Debido a la pandemia, los alumnos de las Escuelas Públicas del Condado de Loudoun (LCPS) comenzaron la enseñanza virtual en marzo de 2020. Como resultado, algunos padres se volvieron más conscientes de lo que sus hijos aprendían en las escuelas.
Patti fue una de ellas. Se enteró de que en la primavera de 2019, las LCPS contrataron a una consultoría educativa centrada en la equidad para que realizara una «evaluación de la equidad sistémica» de las políticas de la escuela. El resultado fue el plan de equidad completo de LCPS, con la recomendación principal de publicar en las páginas web de las escuelas un mensaje del superintendente «definiendo y condenando la supremacía blanca, el discurso de odio, los crímenes de odio y otros actos de violencia por motivos raciales».
Esto hizo saltar las alarmas de Patti.
«No solo sabía, como madre, que algo no estaba bien, sino que mi educación me hizo comprender que el comunismo se está filtrando en nuestro país», recordó en una concentración conservadora en el Condado de Loudoun el 21 de septiembre de 2021.
Así que Patti empezó a hablar y a apoyar los proyectos de base que protestaban contra la TCR, un acto que tuvo repercusiones para ella y su familia.
En marzo de 2021, en un grupo privado de Facebook «Padres antirracistas del Condado de Loudoun», un miembro publicó tres fotos de Patti, su nombre y apellido, el nombre de su marido y el lugar donde su hijo iba al instituto. Algunos usuarios de la red la llamaron «racista» y «repugnante».
En septiembre de 2021, dejó su trabajo como estratega en una empresa de marketing, que no le permitió hablar con la prensa después de que dicha empresa fuera identificada como su empleador en un reportaje de junio de varios medios sin el conocimiento de Patti. Entre su causa y su trabajo, eligió la primera. Sin embargo, se mantuvo en medio de sus calvarios personales y apoyó a otras madres que la reconocen como una «voz de fuerza», especialmente durante su mandato como presidenta del Club de Mujeres Republicanas del Condado de Loudoun de 2020 a 2021.
El club tenía 25 miembros cuando ella asumió el cargo en diciembre de 2019. Llegó a tener cerca de 500 miembros cuando terminó su mandato de dos años. Entre junio y diciembre de 2021, durante el apogeo de la lucha de Loudoun contra la TCR, Patti organizó concentraciones frente al edificio de la administración de LCPS antes de casi todas las reuniones quincenales del consejo escolar.
Desde entonces, Patti se ha convertido en la nueva coordinadora de servicios sociales en el norte de Virginia para el recién elegido fiscal general Jason Miyares. Ahora, está haciendo lo que le gusta a tiempo completo y le pagan por ello.
Raíces
Patti atribuyó a sus padres el mérito de haber aprendido el valor de la libertad. «Mi madre siempre decía ‘raíces y alas’. El objetivo de ella y de mi padre era enseñarnos a los seis niños nuestras raíces. Nuestra herencia cubana y nuestras libertades estadounidenses son nuestras raíces; nuestras alas son permitirnos tener la libertad de explorar la vida y formar nuestras propias familias», dijo Patti a The Epoch Times.
Durante décadas, su madre exhibió en la sala familiar una placa que decía: «Solo hay dos cosas duraderas que podemos esperar dar a nuestros hijos: una son las raíces; la otra, las alas».
En mayo de 1961, los padres de Patti, Alberto, de 26 años, y Matilde, de 21, huyeron de la Cuba comunista y llegaron a Estados Unidos. En su bolsillo solo tenían 21 pesos cubanos y una moneda de diez centavos. «Eso es todo lo que llevábamos a la libertad», dijo Alberto a The Epoch Times.
Después de que el líder comunista Fidel Castro tomara el control de la isla en 1959, Alberto vio de primera mano cómo «todo el mundo se volvía igual de miserable» como resultado de la pérdida de la dignidad y la libertad individuales.
Por ello, colaboró con el movimiento clandestino contra Castro. Llevaba a las personas que no querían formar parte de la milicia y las ayudaba a encontrar otros hogares. Y Matilde cosía el dinero necesario para las operaciones clandestinas en el dobladillo de las cortinas o escondía los fondos en un poste de luz.
En la primavera de 1961, sus vecinos, que sospechaban de ellos, denunciaron a la pareja ante las autoridades. Aunque el consiguiente saqueo de su casa no arrojó ninguna prueba, el peligro se cernía sobre todo después de que la invasión de la Bahía de Cochinos —una operación de desembarco orquestada por exiliados cubanos y apoyada por el gobierno de EE. UU.— fracasara a finales de abril de 1961.
Alberto se dirigió a su esposa y le dijo: «Debemos salir [de Cuba]». En ese momento, sus padres ya se habían trasladado a Atlanta, Georgia. Así que preparó un telegrama falso que decía que su padre estaba muy enfermo, para apoyar una solicitud para que la pareja visitara los Estados Unidos durante una semana. Aterrizaron en Atlanta el 8 de mayo de 1961.
Basándose en su educación superior en Cuba, Alberto fue aceptado en el programa de maestría en ingeniería química del Instituto de Tecnología de Georgia. Mientras trabajaba como asistente de investigación, estudió y obtuvo el doctorado en ingeniería química en 1967. A partir de entonces, tuvo una exitosa carrera en la industria de bienes de consumo. Finalmente, se jubiló en 1996 como vicepresidente de desarrollo de investigación con responsabilidad internacional.
«A pesar de que llegamos con una pobreza absoluta, este país nos permitió esforzarnos, crecer y madurar. Por lo tanto, mi vida adulta ha sido bendecida por ser un ciudadano apasionado de este país», dijo Alberto.
Patriotismo
Incluso el nombre de Patti, Patricia, está vinculado al amor de la familia por Estados Unidos.
En 1969, Alberto y Matilde se hicieron ciudadanos de EE. UU. en Cincinnati el día de San Patricio. Decidió llamar a su futura hija Patti «Patricia» para conmemorar el día. Convertirse en ciudadano estadounidense fue un acontecimiento que cambió la vida de Alberto.
«Profundizamos mucho en el significado de los documentos fundacionales de este país», dijo Alberto, que estudió la Declaración de Independencia para el examen de ciudadanía. Como resultado, «la sabiduría de los padres fundadores de este país» se convirtió en parte de su «ley y cuna».
En particular, le llamó la atención el comienzo del segundo párrafo, un pasaje al que vuelve a menudo.
«Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados».
«Eso es lo que es único en este país. Este país fue formado por fundadores que eran hombres y mujeres muy, muy cristianos que pensaban que Dios tenía que ser el centro de este país», añadió.
Inesperadamente, los principios expresados en el documento fundacional acercarían a padre e hija muchos años después.
Patti y Alberto no siempre estuvieron tan unidos. Cuando Patti creció, Alberto estaba en frecuentes viajes de negocios hasta «un 40 por ciento del tiempo». Matilde era la que cuidaba de los niños a diario.
Hace doce años, Alberto ya se había jubilado cuando Patti pasó por su divorcio. Dijo que su apoyo la ayudó a ver lo que era verdaderamente importante. «Toda la riqueza material no lo era. Era mi fe, mi familia y nuestras libertades. Y traté de inculcar eso a mis hijos». Ahora, felizmente casada de nuevo, Patti tiene seis hijos, tres de su primer matrimonio y tres de su actual.
Alas
Más tarde, Patti y Alberto forjaron un nuevo vínculo durante la lucha contra la TCR en el Condado de Loudoun, donde ella se había trasladado hacía 24 años. Todos sus hijos asistieron a LCPS. Su hijo menor está en el primer año de la escuela secundaria y se graduará en 2023.
En la primavera de 2021, las LCPS lanzaron su programa de embajadores de la equidad estudiantil para «combatir el racismo sistemático«. En consecuencia, los «líderes estudiantiles de color», también conocidos como «embajadores de la equidad estudiantil», se reunirían con los líderes de la escuela y de la división cuatro o cinco veces al año para discutir cualquier incidente racial. Las LCPS también crearían formularios por internet para que los estudiantes «compartan de forma anónima sus historias sobre cuestiones de racismo, injusticia e inequidad». (pdf)
«Los niños pueden chivarse anónimamente en base a ocho criterios diferentes. Y todos están relacionados con la raza», dijo Patti, añadiendo que este programa le recordaba lo que sus padres vivieron en Cuba antes de marcharse en 1961.
Y cuando Alberto se enteró por Patti del programa de equidad y del marco subyacente de la TCR, reconoció una bestia familiar.
Alberto dijo en una entrevista con Fides Podcast en noviembre de 2021: «La TCR no es otra cosa que el Manifiesto Comunista expresado como una división de racistas, el opresor y el oprimido, porque el comunismo no puede ganar si no crea una guerra entre personas diferentes, ya sea el trabajador contra el dueño de la empresa, o las razas».
«La realidad es que estamos enfrentando el bien contra el mal. Eso es lo que ocurre aquí. El socialismo y el comunismo predican lo que no pueden ni pretenden proporcionar al pueblo», dijo Alberto a The Epoch Times.
Antes de que Patti hablara en un mitin organizado por CatholicVote (pdf), un grupo de defensa política conservadora, en Leesburg (Virginia) el 2 de octubre de 2021, Alberto revisó su discurso para ella. Le dijo: «Tienes que añadir esto», refiriéndose a la afirmación de la Declaración de Independencia.
Patti dijo que ese momento le hizo darse cuenta de que «nuestros derechos vienen de Dios, no del gobierno». Le dijo a su padre: «Me has solidificado eso, papá».
«Me hizo luchar más en el sentido de que estoy haciendo esto por mis hijos. Mi padre y mi madre hicieron lo que hicieron por nosotros, los niños», continuó. «Ahora, estoy haciendo lo mismo por mis hijos. Todo se remonta a la afirmación de la Declaración de Independencia».
«Raíces y alas: nuestros hijos crecieron tratando de entender lo que quería decir con eso», dijo Alberto. «Mi mujer enseñó a nuestros hijos la importancia de sus valores, sus convicciones y el valor de mantener sus convicciones».
Y Patti se alegró de que la tradición familiar pasara a la siguiente generación.
Se sintió orgullosa cuando, en septiembre de 2021, su hijo mediano, Connor McCarthy, de 19 años, envió un mensaje privado a alguien que la atacó verbalmente en Twitter: «¿Qué estás diciendo, hablando así de mi madre? ¿Quién eres tú? Si tienes algo de lo que hablar, entonces háblalo con ella de tú a tú.
«No sabes nada de mi madre, de mí y de mis hermanos. Nos amamos y nos cuidamos mutuamente», escribió Connor.
Y continuó: «Quieres saber lo que pienso de ella. Creo que es una gran madre y la quiero. [Ella] es una gran persona que está tratando de llamar la atención sobre los defectos de nuestro sistema escolar».
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