Un experto en salud criticó duramente el levantamiento por parte del régimen chino de las restricciones de viajes internacionales en medio de una oleada masiva de COVID que está azotando el país, afirmando que la medida es «extremadamente irresponsable» y podría causar un resurgimiento global de la pandemia.
La Comisión Nacional de Salud de China anunció el 26 de diciembre que el país pondría fin a todos los requisitos de cuarentena para los viajeros entrantes a partir del 8 de enero de 2023. Los viajeros tendrán que obtener un resultado negativo en la prueba PCR de detección del virus en las 48 horas siguientes a su partida. En la actualidad, los viajeros que entran en China deben pasar cinco días de cuarentena obligatoria en un centro autorizado, seguidos de tres días en casa.
El organismo sanitario añadió que el turismo saliente, que se desplomó hasta casi desaparecer durante la pandemia, se reanudará de forma «ordenada». También eliminó la limitación del número de vuelos internacionales con origen o destino en China.
La administración de inmigración del régimen dijo que las solicitudes de pasaporte para los ciudadanos que pretendan viajar al extranjero se reanudarán el 8 de enero.
Desde estos anuncios, uno de los principales temas en las redes sociales chinas ha sido «Por fin puedo salir al extranjero», después de casi tres años de restricciones de viaje.
Los datos de las páginas webs de viajes muestran que los residentes chinos se apresuraron a reservar viajes al extranjero.
La plataforma de viajes china Tongcheng Travel publicó datos el 27 de diciembre, según los cuales el número de búsquedas de visados para viajar al extranjero se multiplicó por 10, y el volumen de búsquedas de pasajes aéreos internacionales se disparó un 850 %.
Japón, Tailandia, Corea del Sur, Estados Unidos, Singapur, Malasia, Australia y Reino Unido fueron algunos de los destinos más buscados.
La reapertura de las fronteras se produjo en un momento en que China está sumida en una oleada de COVID, que según las estimaciones del propio régimen infectó a 248 millones de personas en los primeros 20 días de diciembre. Los análisis de investigadores británicos también preveían entre 167 y 279 millones de casos en todo el país, lo que podría provocar entre 1.3 y 2.1 millones de muertes.
A principios de este mes, el régimen comunista revocó bruscamente su extrema política de Cero COVID, que había golpeado la economía y causado un sufrimiento extremo a cientos de millones de personas que soportaron cierres esporádicos durante casi tres años.
La falta de preparación para el levantamiento de la normativa ha provocado la saturación de los servicios sanitarios y las morgues, así como una grave escasez de medicamentos, a medida que el virus se descontrola en todo el país.
Infectando el mundo
Sean Lin, virólogo y exdirector de laboratorio de la rama de enfermedades virales del Centro Médico Militar Nacional Walter Reed, de la Armada de Estados Unidos, afirmó que la apertura del país por parte del Partido Comunista Chino (PCCh) es en realidad una estrategia para infectar a todo el mundo, no solo dentro de China.
«Cuando ellos no pueden controlar el brote, lo extienden a todo el mundo. Al igual que cuando COVID estalló por primera vez en Wuhan. A las personas que se habían infectado en Wuhan se les permitió viajar por todo el mundo. La estrategia es la misma ahora que antes», afirmó el virólogo.
COVID estalló por primera vez alrededor del otoño de 2019 en Wuhan, una ciudad con 11 millones de habitantes en el centro de China. Antes del cierre de la ciudad, el 23 de enero de 2020, más de 5 millones de personas salieron de la ciudad sin ser examinados por el virus, según el entonces alcalde de Wuhan. Durante el bloqueo inicial de China en enero, el PCCh prohibió los viajes nacionales, pero dejó abiertos los internacionales, lo que significó que un gran número de personas portadoras del virus pudieron sembrar la enfermedad por todo el mundo.
Lin señaló la falta de transparencia del régimen en medio del último brote, un comportamiento constante en los últimos tres años durante la pandemia.
«El PCCh no está compartiendo datos y la comunidad internacional no sabe cuántas variantes diferentes del virus se están propagando en China y si hay otras infecciones compuestas», dijo el virólogo a continuación.
«En tales circunstancias, es extremadamente irresponsable que el PCCh deje salir a la gente del país, que es una enorme zona epidémica. Dicho de otro modo, tiene un propósito muy traicionero y es muy malintencionado».
Las cifras oficiales del régimen sobre los casos y muertes por el virus desde el levantamiento de Cero COVID han suscitado un escepticismo generalizado. El país solo registró ocho muertes por COVID en diciembre, una cifra que choca con los crecientes informes de que los crematorios de todo el país trabajan por encima de su capacidad.
Los funcionarios de salud a nivel provincial y municipal también han informado de millones de infecciones en su región, contradiciendo el recuento oficial a nivel nacional.
En medio de las críticas a nivel internacional de los datos del régimen sobre el virus, la Comisión Nacional de Salud anunció el 25 de diciembre que dejaría de publicar datos sobre las cifras de casos o muertes por COVID. El Centro Chino para el Control y la Prevención de Enfermedades declaró el 27 de diciembre que a partir de ahora publicaría dichos datos una vez al mes.
Hasta el momento, en respuesta al brote de COVID, India y Japón reforzaron los controles fronterizos, exigiendo pruebas de COVID a los viajeros procedentes de China.
Washington, por su parte, está considerando realizar controles para los visitantes procedentes de China debido a la preocupación por la «falta de transparencia de los datos» procedentes de Beijing, declararon a los medios de comunicación el 27 de diciembre funcionarios estadounidenses a modo de anonimato.
Cambio de nombre
El régimen también anunció el lunes que rebajaba las medidas de control de COVID del nivel más alto al segundo. Esta categorización elimina de hecho la justificación de las estrictas medidas chinas contra COVID.
Junto con esta medida, Beijing cambió el nombre oficial en chino de COVID-19 desde «nueva neumonía por coronavirus» a «nuevas infecciones por coronavirus».
Este cambio de nombre es un intento del Partido Comunista Chino (PCCh) de restar importancia al empeoramiento del brote, según Lin.
El PCCh cambió el nombre de COVID-19 «porque demasiadas personas han sido infectadas por el virus y han desarrollado neumonía grave, que se manifiesta en forma de secciones blancas en los pulmones; y muchas necesitan hospitalización, han presentado síntomas graves e incluso muchas han muerto».
«Sin embargo, el PCCh no quiere admitir que estas personas fueron infectadas y contrajeron ‘neumonía por coronavirus’ [COVID], por lo que le cambió el nombre», añadió.
Esto facilitaría al régimen seguir diciendo que las muertes de estas personas pueden estar causadas por otros patógenos u otras enfermedades subyacentes. «Puede excluir estas muertes de los datos de mortalidad de COVID», dijo Lin.
«Pero yo creo que su propósito esencial es ocultar tres datos clave: la tasa de hospitalización, la tasa de síntomas graves y la tasa de mortalidad».
La semana pasada, el régimen redujo considerablemente su definición de muerte por COVID al contabilizar únicamente los fallecimientos causados por neumonía e insuficiencia respiratoria tras contraer COVID, un cambio ampliamente criticado por los expertos de la enfermedad. Con esta nueva fórmula, no se contabilizarán las muertes por complicaciones en otras partes del cuerpo o por afecciones subyacentes agravadas por COVID.
Con la contribución de Fang Xiao y Luo Ya.
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