Esta mañana sonreí al pasar frente a una escuela. Ya no era una desolada ciudad fantasma, sino que tenía que atravesar una larga fila de autos y autobuses que esperaban para entrar al estacionamiento y dejar a los niños.
Aunque es bueno ver que los niños regresan a la escuela, no pude evitar preguntarme qué tipo de cosas aprenderán esos pequeños mientras están sentados en clase. ¿Cómo pueden los padres que llevan fielmente a sus hijos a la escuela reconocer si un niño está recibiendo educación y trabajando para convertirse en un adulto de éxito, o si simplemente le está recibiendo propagandas constantemente?
Esta es una pregunta que todo padre se debería hacer para evaluar el tipo de escuela en la que está matriculado su hijo, ya sea pública, privada, virtual o en casa. Por desgracia, hoy en día el concepto de «buena educación» suele estar distorsionado, de modo que no tenemos ni idea de cuáles son las señales del verdadero aprendizaje.
Es en este ámbito es donde «Normas y nobleza» de David Hicks viene al rescate. Como dice el experto en educación clásica Martin Cothran, el consejo de su autor «no será bien recibido en su escuela de magisterio local», pero eso es en realidad un punto a su favor.
Aquí tenemos tres indicadores por los que los padres pueden evaluar si su hijo está experimentando un «verdadero aprendizaje».
Buenos modales
El aprendizaje no se mide por el número de títulos que uno tiene, explica Hicks, ni por las habilidades que uno ha aprendido. Más bien, «el verdadero aprendizaje se revela en el carácter».
Dicho carácter se manifiesta en los buenos modales, prosigue Hicks. Un estudiante que es producto de un verdadero aprendizaje sabrá comportarse de forma adecuada y correcta en las circunstancias que se le presenten. Demostrará paciencia y tendrá «buen humor», y «cuando el buen humor abandone al hombre educado, sus buenos modales [lo] sostendrán».
Pregúntese: ¿La educación que recibe su hijo le enseña a ser educado? ¿Sabe postergar la recompensa o poner a los demás en primer lugar? Si está aprendiendo a convertirse en un ser preeminente —sus deseos, sus necesidades, su identidad—, tal vez sea el momento de hacer un ajuste educativo.
Evitar la arrogancia
«El hombre educado», escribe Hicks, «nunca es agresivo en su comportamiento ni arrogante en su estado de ánimo: estas son marcas de un ignorante, o del estudiante moderno, con talento para ‘fingir'».
Los elogios y el reconocimiento de los logros de un niño son cosas buenas y necesarias. Sin embargo, se deben equilibrar cuidadosamente con la formación en la virtud, de lo contrario, el niño se convertirá en un insoportable sabelotodo. Un niño que es el producto de un verdadero aprendizaje confiará en sus habilidades, reconociendo a quienes le ayudaron a alcanzar esos niveles, y sin hacer alarde de sus conocimientos y talentos de manera jactanciosa.
Perseguir la verdad
En el mundo actual es muy popular abrirse un camino propio y crear su propia verdad, una verdad que a menudo se basa en los sentimientos o las emociones. Esta táctica, sin embargo, es opuesta al verdadero aprendizaje, ya que, como escribe Hicks, «El verdadero aprendizaje conoce lo que es bueno, lo sirve por encima de sí mismo, lo reproduce y reconoce que en el conocimiento reside esta responsabilidad».
En esencia, el verdadero aprendizaje capacita a los niños no solo para conocer la verdad, sino para ponerla en práctica en su vida diaria y en sus interacciones con los demás.
El tiempo que pasamos fuera de nuestro modo habitual de educación nos da a todos la oportunidad de dar un paso atrás y ver las escuelas a las que asisten nuestros hijos con ojos nuevos. ¿La educación que ofrecen le da a su hijo un verdadero aprendizaje, o deja mucho que desear? Si es esto último, ¿lo pasaremos por alto y seguiremos la corriente por comodidad, o haremos los sacrificios necesarios para asegurarnos de que nuestros hijos crezcan y se conviertan en adultos completos y bien formados que aprendan durante toda la vida?
Annie Holmquist es editora de Intellectual Takeout. Este artículo se publicó originalmente en Intellectual Takeout.
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