Cuando el mundo parece pesado y estresante, detenerse a reflexionar sobre los recuerdos felices de la infancia, los sueños y la inspiración que llevó en su juventud puede refrescar el espíritu.
Hay cualidades que poseemos cuando somos niños y que, de alguna manera, se pierden cuando crecemos. Los niños no se preocupan por pagar las facturas ni por cumplir los plazos. No les preocupa demasiado el juicio de los demás o el fracaso. Son infinitamente curiosos, creativos y juguetones. Por estas y otras razones, es un placer para los adultos pasar tiempo con los niños.
Por supuesto, ser infantil no es la recomendación aquí. La incapacidad para retrasar la gratificación, moderar las emociones y la falta de voluntad para compartir son solo algunas de las tendencias infantiles que los adultos que funcionan bien dejan atrás. Sin embargo, volverse más niño siendo adulto puede tener sus beneficios.
Imagínese que pudiera recuperar algunos aspectos de lo que fue antes de intentar impresionar a los demás, estar a la altura de las expectativas del mundo o protegerse del posible ridículo o la culpa. He aquí siete maneras de empezar a hacerlo.
Examine sus contribuciones
Considere el contenido que consume regularmente y si lo compartiría o no con sus propios hijos o con un niño pequeño que le importe. Si no es bueno para ellos, ¿podría tener también un impacto negativo en usted?
Lo que consumimos se queda con nosotros y nos influye. Tenga cuidado al elegir el contenido que permite en su vida.
Juegue
Los adultos pueden estar terriblemente ocupados. Cuando la llama de la infancia se apaga, la alegría del juego se va con ella.
Procure dedicar tiempo a jugar una vez más. El juego de una persona puede ser diferente al de otra. A usted le pueden gustar los juegos de mesa, mientras que otra persona puede preferir pintar, arreglar el motor de un coche o leer un buen libro.
Sea cual sea la forma de jugar para usted, hágalo. Conviértalo en parte de su vida. ¡Diviértase!
Explore
En la infancia, todo es nuevo. La vida es una maravilla, una exploración.
Afronte cada día con esa misma sensación de asombro que disfrutó en su infancia. Dedique tiempo a explorar nuevas zonas de su barrio, a estudiar un nuevo tema, a probar nuevos alimentos o aprender una nueva habilidad. Renueve su sentido de la exploración y la curiosidad por el mundo y por usted mismo. Puede abrir su vida a nuevas posibilidades.
Ríase en voz alta
Puede que escriba «LOL» con frecuencia, pero ¿cuándo fue la última vez que se rio de verdad a carcajadas? ¿Conoce ese tipo de risa en la que las lágrimas corren por su cara y sus mejillas empiezan a doler y apenas puede detenerse?
Llame a ese viejo amigo (ya sabe cuál) que conoce todas sus viejas historias y siempre está dispuesto a reírse. Ponga su comediante favorito o vea una vieja comedia que siempre le haya parecido divertida.
Busque el humor en la vida y disfrute del regalo de la risa.
Hágase el tonto
Los adultos pueden ser muy serios. Sea tonto. Invente una canción tonta. Haga caras tontas con sus hijos. Juegue una broma divertida y tonta a su cónyuge. Cuente una broma tonta a sus amigos.
Invente
No es raro que los adultos se consideren carentes de creatividad, mientras que la mayoría de los niños se creen muy creativos. Deje de lado la idea de que carece de esta área y póngase a crear. Cualquier cosa que le atraiga, hágala. Invente algo de la nada.
Recuerde
Mire hacia atrás, hacia su infancia. ¿Cómo le gustaba pasar el tiempo? Cuando se quedaba solo, ¿en qué pensaba? ¿qué preguntas sobre la vida se planteaba? Si la oración formaba parte de su vida, ¿qué le decía a Dios?
Concédase un espacio de tranquilidad y tiempo suficiente para recordar en qué se concentraban su corazón y su mente cuando era niño. ¿Cuáles eran sus pensamientos antes de que el mundo le impusiera sus expectativas e influencias?
Recuerde quién era. Puede que descubra que eso está más cerca de lo que realmente es usted.
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