LEH, India— Estados Unidos recientemente dio un paso sin precedentes al llamar la atención sobre los derechos humanos en el Tíbet. Aquí en Leh, hay tibetanos que pueden comentar su experiencia de primera mano sobre los abusos de derechos humanos que sufrieron.
En una primera reunión entre el gobierno tibetano en el exilio y el Departamento de Estado de Estados Unidos, el recién nombrado coordinador especial del Departamento de Estado para los Asuntos del Tíbet, Robert Destro, se reunió con el presidente del gobierno tibetano en el exilio, Lobsang Sangay, en Washington para celebrar conversaciones oficiales el 15 de octubre a fin de abordar las «terribles cuestiones de derechos humanos» que sufrieron los tibetanos a manos del PCCh.
Casi al mismo tiempo, The Epoch Times habló con dos refugiados de alto rango que compartieron lo que habían presenciado antes y después de que los comunistas se hicieran cargo del Tíbet y sus historias de migración a través del traicionero terreno del Himalaya hacia Ladakh.
Kalsang Lhamo, de 85 años, recuerda vívidamente las tácticas que el PCCh utilizó contra los líderes religiosos y políticos tibetanos en Chantang, una zona nómada de la provincia de Ngary.
«Nos pidieron que les tiráramos tierra. Que les escupiéramos», dijo Lhamo a The Epoch Times en una soleada mañana en la colonia de refugiados tibetanos de Agling en Leh, a 126 millas de la frontera donde India y China disputan actualmente en un tenso enfrentamiento.
Lhamo recordó que los comunistas le dieron a su padre una pequeña foto en blanco y negro del Dalai Lama y Mao Zedong. «Nos dijeron que levantemos la mano por cualquier cosa que Mao enseñe y que mostremos un puño por cualquier cosa que diga el Dalai Lama», dijo Lhamo añadiendo que levantar la mano significaba la aceptación de Mao y mostrar un puño significaba que el gobierno del Dalai Lama estaba «acabado».
«Nos dijeron que la constitución tibetana está equivocada. Nos dijeron que, a través de la revolución china, nos darán derechos humanos, derechos religiosos. Nos engañaron», dijo Lhamo mientras giraba una rueda de oración con una mano y movía las cuentas de su rosario blanco con la otra.
«Un lado de los monasterios tibetanos está pintado de rojo. Nos dijeron que el color rojo del monasterio es la sangre y el sudor de ustedes, la gente pobre. Nos dijeron que las personas del monasterio nos habían engañado en nombre de la religión», dijo Lhamo mientras estaba sentada en una silla en el patio de otro refugiado mayor, Lobsang Tempa, de 91 años.
Tempa escuchó desde la ventana mientras Lhamo hablaba y su hijo, Ngodeep Gurmey, de 57 años, traducía. «Cuando los chinos llegaron a nuestro país, se sentaron durante unos años diciendo que somos vecinos», dijo Lhamo. «¡Yakpo, Yakpo! Solo conocían dos palabras tibetanas».
Gurmey dijo: «¡Yakpo, Yakpo!», que significa: «bueno, bueno», en tibetano.
«Nos engañaron. Poco a poco empezaron a torturarnos. Nuestros Ruthoktsong (líderes políticos) y Labrang (líderes religiosos) fueron torturados e insultados públicamente», dijo Lhamo. «Nuestros líderes fueron forzados a pedir ‘perdón’. Sus manos fueron atadas con cuerdas y había guardias chinos con rifles detrás de ellos».
«No cometieron un error. Fueron obligados a pedir perdón. Fue un drama», dijo Lhamo, quien tenía 25 años cuando vio a los comunistas criticar las antiguas instituciones políticas y religiosas del Tíbet.
Dos años más tarde, en la primavera, su familia regaba sus campos para demostrar que era un día normal y que no tenían planes de ir a ninguna parte y silenciosamente dejaron Changtang junto con otras 300 personas para ir a Ladakh. La familia se fue con más de 700 ovejas, 100 yaks y más de 20 caballos.
Toda la colonia de Agling en Ladakh hoy está habitada por refugiados de Changtang. Tempa incluso recuerda la fecha en que dejó su casa en Rutok, el 12 y 13 de agosto de 1960.
«Caminamos durante siete días y llegamos a Demchok. Caminábamos por la noche y nos escondíamos con nuestro ganado en los valles durante la mañana», dijo Tempa, quien era un nómada en Chamtang y entró en la India con cinco familias emparentadas, 100 yaks, 1000 ovejas y dos caballos.
En Kachkshung, dentro de Ladakh, tanto las familias de Tempa como las de Lhamo perdieron todo su ganado debido al frío extremo y a la nieve del año siguiente a su migración desde el Tíbet. «Había animales muertos por todas partes», dijo Tempa, su rostro arrugado se volvió triste y sus ojos se cerraron.
«Tuvimos que dejar atrás a los ancianos y ancianas porque no podían caminar a una altura tan traicionera. Nuestra nación también fue capturada. Fue una época muy difícil», dijo Tempa.
Dentro de la India, Tempa se ganaba la vida suministrando raciones al ejército indio apostado en alturas extremas, a las que solo se podía llegar con caballos en ese momento. Tomaría quince días a caballo desde Leh para llegar a la disputada frontera donde India y China se enfrentan hoy en día.
«He estado en Galwan casi todos los inviernos y veranos cuando suministraba raciones al ejército», dijo Tempa sobre las alturas de Galwan donde veinte soldados indios y un número desconocido de soldados chinos perdieron la vida en un sangriento conflicto el 15 de junio.
Tanto Tempa como Lhamo están al tanto de lo que está sucediendo dentro del Tíbet y en la frontera de India y China hoy en día. Para Tempa esto le trae recuerdos de lo que pasó dentro del Tíbet y se siente asustado.
Lhamo no quiere hablar de ello. «No presto atención a lo que está sucediendo hoy. Solo como, duermo y canto mi mantra –Om mani padme hum», dijo, con la cara visiblemente agitada.
Mientras se levantaba del banco de plástico en el que estaba sentada, su rostro arrugado se volvió a poner tenso y triste. «Nos torturaron. Decían Gandi-Gandi batain [cosas sucias en hindi]», dijo y añadió que esos recuerdos todavía le duelen.
Los abusos continúan
Los abusos sufridos por los tibetanos han continuado desde la inmigración de Tempa, Lhamo y sus familias.
En los primeros siete meses de 2020, el Partido Comunista Chino capacitó a medio millón de tibetanos de la Región Autónoma del Tíbet en una formación profesional de «estilo militar» para reformar el «pensamiento atrasado». La capacitación incluyó «disciplina de trabajo», leyes y el idioma chino, según James Town Foundation, (Fundación James Town).
«Este esquema draconiano muestra un número inquietante de similitudes cercanas al sistema de capacitación vocacional coercitivo y transferencia de trabajo establecido en Xinjiang», dijo la Fundación.
Lobsang Tempa, 91 talks to The #EpochTimes in his broken Hindi about the times he migrated from Tibet to Ladakh.
“We were frightened. We had to leave behind (older people). We walked at night. We walked in daytime.”
Story soon. #EpochTimes pic.twitter.com/59PS8MTTxy
— Venus Upadhayaya (@venusupadhayaya) October 19, 2020
Destro dijo en un posteo de Twitter el 15 de octubre que Estados Unidos está preocupado por la actual represión contra los budistas tibetanos por parte del PCCh.
«A Estados Unidos le preocupa la falta de autonomía significativa para los tibetanos y la actual represión del PCCh contra los budistas tibetanos. Como coordinador especial, seguiré instando a la RPC a respetar los derechos humanos y la singular identidad religiosa, cultural y lingüística de los tibetanos», dijo.
Mientras tanto, el régimen chino ha calificado el nombramiento de Destro como un «intento en vano».
«Este es un intento en vano. China siempre se ha opuesto a establecimiento de tal ‘coordinador de asuntos del Tíbet’. Nunca ha admitido el cargo ni tendrá contacto con el llamado coordinador. Como resultado, tanto Destro, como sus predecesores, nunca tendrán la oportunidad de visitar el Tíbet», dijo Zhu Weiqun, exjefe del Comité de Asuntos Étnicos y Religiosos del Comité Nacional de Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino a The Global Times, el medio de comunicación estatal chino.
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