La relación entre los dolores menstruales y las enfermedades cardiovasculares puede ser mayor de lo que se creía.
Los resultados preliminares que se presentarán en las Sesiones Científicas 2023 de la Asociación Americana del Corazón están reavivando un diálogo crucial sobre las implicaciones de la salud menstrual en el bienestar a largo plazo de las mujeres.
Dos estudios, aún pendientes de revisión por expertos, sugieren una conexión entre las irregularidades menstruales y la salud cardiaca. Afecciones como el síndrome de ovario poliquístico (SOP) y la dismenorrea podrían indicar un riesgo elevado de enfermedad cardiovascular en mujeres jóvenes, lo que subraya la necesidad de una perspectiva más amplia en las evaluaciones del riesgo para la salud cardiaca.
Elevado riesgo de hipertensión arterial en las adolescentes con SOP
Un trastorno hormonal que afecta a una de cada diez mujeres en edad reproductiva, el síndrome de ovario poliquístico (SOP), se ha relacionado con elevados riesgos de hipertensión en las adolescentes.
Tras analizar los historiales de casi 170,000 mujeres jóvenes, investigadores de Kaiser Permanente Northern California han descubierto una correlación significativa entre el síndrome de ovario poliquístico (SOP) y el aumento de la presión arterial, un hallazgo que podría transformar las estrategias para la salud cardiovascular a largo plazo de las mujeres.
El síndrome de ovario poliquístico es conocido por causar periodos irregulares y niveles más altos de hormonas masculinas, lo que provoca síntomas como quistes ováricos, aumento de peso y acné. Sin embargo, su impacto en la salud cardiovascular de las adolescentes sigue siendo poco explorado.
El estudio reveló un aumento del 30% en el riesgo de hipertensión entre las mujeres con SOP y las que no lo padecían. En concreto, la prevalencia de hipertensión arterial era del 18.6% entre las chicas con SOP, frente al 6.9% de las que no lo padecían, lo que supone un aumento significativo de 1.3 veces en las probabilidades de hipertensión, un indicador crítico de posibles enfermedades cardiovasculares.
La Dra. Sherry Zhang, autora principal del estudio, destacó en un comunicado de prensa la necesidad vital de «realizar un seguimiento rutinario de la presión arterial y modificar el estilo de vida de las adolescentes en situación de riesgo, incluidas las que padecen síndrome de ovario poliquístico, para prevenir el desarrollo de hipertensión». Su investigación aboga por medidas proactivas de seguimiento y control de la presión arterial en pacientes jóvenes con SOP, subrayando la importancia de las estrategias preventivas tempranas para salvaguardar la salud cardiovascular.
La cardióloga Harmony Reynolds, en un video publicado en el sitio web de la Asociación Americana del Corazón, hizo hincapié en una laguna de concienciación crucial: Muchas adolescentes y mujeres de entre 20 y 30 años pueden no darse cuenta de que ellas también corren el riesgo de padecer hipertensión.
«Los modelos de riesgo cardiovascular utilizados para examinar a la población con el fin de identificar a los pacientes de alto riesgo se ajustan principalmente a la población masculina de más edad y tienden a estimar erróneamente el riesgo en las mujeres jóvenes», dijo a The Epoch Times la doctora Eugenia Alleva, M.D., M.S., sugiriendo la necesidad de un enfoque más adaptado para evaluar la salud cardiovascular de las mujeres más jóvenes.
El estudio es un argumento de peso para que los profesionales sanitarios realicen pruebas más rigurosas de detección de la hipertensión en las adolescentes afectadas por el síndrome de ovario poliquístico.
Dolor menstrual: ¿un indicador de cardiopatía?
Para muchas mujeres, las molestias menstruales son un inconveniente familiar; sin embargo, para las que padecen dismenorrea —un dolor intenso que afecta a entre el 50 y el 90 por ciento de las mujeres— se trata de un episodio mensual debilitante. Las investigaciones actuales indican que la dismenorrea también puede conllevar riesgos importantes de cardiopatía en mujeres menores de 50 años.
Ante el aumento de los problemas cardiovasculares entre las mujeres jóvenes, el reciente estudio del Dr. Alleva pone de relieve un factor de riesgo desatendido: La dismenorrea. La Dra. Alleva señala que «la dismenorrea es el problema menstrual más frecuente» y, sin embargo, no se ha estudiado suficientemente su posible papel en el aumento del riesgo cardiovascular.
El equipo de la Dra. Alleva estudió los historiales médicos de más de 55,000 mujeres y descubrió que las que sufrían dismenorrea tenían el doble de probabilidades de desarrollar cardiopatía isquémica y eran tres veces más propensas a padecer angina de pecho, un dolor en el pecho que indica que el flujo sanguíneo del corazón está comprometido.
Esta investigación es especialmente relevante para la mayoría de las mujeres que menstrúan y experimentan dolor mensual. En caso de que estudios posteriores respalden estas conclusiones, el dolor menstrual podría ser reconocido como un marcador crítico de enfermedad cardiaca, transformando potencialmente la evaluación y el tratamiento del riesgo cardiovascular entre las mujeres jóvenes.
Ginecología y salud cardiaca: Uniendo los puntos
Las investigaciones apuntan cada vez más a la inflamación como el hilo conductor que vincula los problemas reproductivos de la mujer con un mayor riesgo de cardiopatía.
Los marcadores inflamatorios elevados son un sello distintivo del síndrome de ovario poliquístico, y son los mismos marcadores que suelen citarse como señales de alarma de las cardiopatías. En la misma línea, la dismenorrea significa inflamación subyacente. Los ciclos menstruales desencadenan la liberación de sustancias químicas que provocan no sólo calambres, sino también inflamación sistémica, un riesgo reconocido para la salud arterial y cardiaca.
La Dra. Alleva sugiere que el intenso dolor menstrual de la dismenorrea está relacionado con el aumento del estrés y las alteraciones del sistema nervioso autónomo, que afectan a la función cardiaca y se asocian a niveles más altos de moléculas relacionadas con la inflamación. Y subraya: «Tanto la inflamación como el estrés se asocian a un mayor riesgo cardiovascular», subrayando su papel en el desarrollo de cardiopatías, sobre todo en mujeres jóvenes.
Estas pruebas recientes sirven de llamada de atención: La salud menstrual es un aspecto integral del bienestar general de la mujer, incluida la salud cardiaca. Pone de relieve la necesidad de un modelo de atención sanitaria integral que aborde al individuo en su totalidad, y no sólo los síntomas aislados.
La adopción de este enfoque podría integrar las evaluaciones cardiacas rutinarias en la atención ginecológica de las mujeres con síndrome de ovario poliquístico o dolores menstruales intensos, dando prioridad a las medidas preventivas en los regímenes de salud de la mujer.
El Dr. Reynolds señala que las consultas de «mujer sana» pueden ser una ocasión excelente para hablar de los riesgos específicos de la mujer y reforzar la importancia de los hábitos cardiosaludables, vitales para frenar las enfermedades cardiovasculares.
Aunque los resultados son convincentes, los investigadores advierten que no deben extraerse conclusiones causales definitivas. No obstante, esta estrecha relación puede inducir a los profesionales médicos a considerar un enfoque más integral del tratamiento del SOP y la dismenorrea. La investigación continuada podría conducir a intervenciones más especializadas y eficaces, que podrían reducir el riesgo de cardiopatía en innumerables mujeres.
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