Relato de primera mano deja al descubierto la Revolución Cubana

"Brothers from Time to Time" disipa los mitos de la dictadura de Fidel Castro

Por Fergus Hodgson
19 de diciembre de 2022 4:28 PM Actualizado: 19 de diciembre de 2022 4:55 PM

Comentario

Un editor de larga trayectoria encontró un tesoro histórico en la década de 1980: dos hermanos que vivieron la Revolución Cubana, pero en bandos opuestos. Uno se unió al esfuerzo estadounidense resistiendo la dictadura de Fidel Castro y se convirtió en prisionero político. El otro fue un devoto partidario e ideólogo del Partido Comunista.

Los dos hermanos Rivero —Emi y Adolfo— ambos terminaron escapando de Cuba, se reunieron después de estar separados por décadas y se establecieron en Estados Unidos. Aunque fallecieron en la década de 2010, en los años precedentes se acercaron a David Landau y le legaron su historia. Landau conserva la historia principal en el libro “Brothers from Time to Time» -Hermanos de un tiempo a esta parte.

La obra de Landau, parte de ella escrita en primera persona como un diario, es el relato más esclarecedor, cercano y personal de la Revolución Cubana que se pueda encontrar. El hermano mayor, Emi, se alojó en la casa de Landau en Washington, DC, donde recopilaron cartas familiares y plasmaron los recuerdos en papel. Al transmitir ambos lados de la historia con elocuencia editorial, «Brothers» es un examen ecuánime de lo que ocurrió y del espíritu de los años sesenta y setenta de Cuba.

«Brothers» no solo es una compendio histórico que engancha al lector, sino que también quita el telón y confronta la imagen de Robin Hood que se tiene de Castro como mecenas de los pobres. Este libro cuenta la trágica y pura verdad sobre la revolución a través de los ojos de hombres sinceros que estuvieron allí: «Casi todo en el libro proviene directamente de las personas que vivieron [los acontecimientos] o fueron testigos presenciales», compartió Landau en una entrevista de podcast.

Una revolución para el ego de Fidel Castro

Tal vez las ideas más sorprendentes de «Brothers» procedan de sus encuentros cercanos con Castro, ya que Adolfo interactuó con él personalmente. El lector ve cómo la revolución sirvió al ego y al ansia de poder de Castro más que a la ideología marxista, aunque esta fuera el cebo que utilizó para engañar a sus víctimas y aliados. A diferencia de un comunista ideológico, «[Castro] no era más que un oportunista», explica Landau. «Castro habría utilizado cualquier cosa para llegar al poder».

Los motivos de Castro quedaron claros cuando los verdaderos creyentes fueron eliminados del Partido Comunista, que bien podría haber sido el Partido Fidelista. Ahí tenía que estar la lealtad de los miembros, al menos públicamente. Bastaba un atisbo de escepticismo hacia las tácticas de Castro para que un hombre se encontrara preso político como supuesto contrarrevolucionario.

Ese fue el destino de Adolfo, que había sido un fiel estudiante y defensor del socialismo desde los días precastristas bajo la dictadura de Fulgencio Batista en la década de 1950. Sin embargo, la revolución tenía predilección por comerse a los suyos, y al parecer él era uno de los conspiradores de una «microfacción» traidora.

Adolfo puede considerarse afortunado, ya que su hermano cumplió casi 20 años como preso político. Emi regresó en paracaídas a Cuba para trabajar como agente de la CIA sobre el terreno, y estuvo a punto de ser ejecutado por el régimen, como tantos de sus compañeros.

Arrogancia del planificador central

Castro no solo quería toda la lealtad hacia él, más que hacia cualquier ideología, sino que también quería la economía al servicio de sus caprichos, llegando incluso a las reubicaciones forzadas de campesinos y de la tierra cultivable. Aunque resulte difícil de creer, los relatos de primera mano de «Brothers» cuentan cómo Castro comentaba a menudo la necesidad de productos que supuestamente alcanzarían un buen precio en el mercado mundial. Por ejemplo, él quería pieles de cocodrilo y pensaba que sabía mejor que los campesinos y empresarios sobre lo que generaría los mejores beneficios.

Castro y su círculo de aduladores creían que iban a lograr más prosperidad que el capitalismo no intervencionista. Qué patética broma resultó ser, aunque nunca aceptaron la insensatez de sus métodos. El capital acumulado y la capacidad productiva de Cuba se depreciaron rápidamente bajo el peso de la confiscatoria y arbitraria planificación central de Castro. Los cubanos siguen luchando por ganar 100 dólares al mes y dependen de las raciones para sobrevivir.

A medida que los resultados se hicieron evidentes para todos los que tenían ojos para ver, los cubanos en masa trataron de huir. La retórica del régimen evolucionó, apeló a la paciencia e hizo hincapié en el nuevo hombre socialista, uno que no se sirve a sí mismo sino a la causa. Los cerdos de arriba no sufrían, pero eso no iba a aparecer en el Granma, el único periódico de la isla y portavoz del Partido Comunista.

Continuidad del régimen

El único producto en el que Castro y los suyos eran expertos era en la continuidad del régimen. Castro murió sin haber visto nunca la justicia y tenía un don para convertir las situaciones espinosas en una ventaja. La supervivencia de los gobernantes era el objetivo, mientras que las preocupaciones de los cubanos de a pie eran secundarias.

Por ejemplo, como se detalla en «Brothers, la administración de Jimmy Carter buscó un terreno común y entibió las relaciones con el régimen cubano. Cuando Carter ofreció asilo generalizado a los cubanos que huían, Castro abrió las cárceles y no envió a los presos políticos en el éxodo de Mariel de 1980, de 125,000 exiliados, sino a los peores criminales. Estos cubanos eran ahora el problema de Carter.

Además, la elaborada red de espionaje de Castro, que incluía Comités de Defensa de la Revolución en cada manzana, alimentaba su paranoia y no dejaba a los disidentes ningún lugar donde esconderse. Adolfo y Emi, como hombres francos, con agallas, aprendieron por las malas que había pocas personas en las que pudieran confiar y que el idealismo era una carga y no una muleta en un sistema totalitario.

Eliminando los mitos populares

El reto con la historia es que los mitos atractivos circulan más ampliamente que los hechos desagradables. Es poco lo que se puede hacer para ayudar a los marxistas a los que no se puede enseñar y que mantienen la cabeza en la arena y reverencian a Castro como un héroe antiimperialista. Además, aquellos que guardan rencor contra Estados Unidos están dispuestos a recibir el chivo expiatorio del régimen.

Sin embargo, al ofrecer un relato conciso, accesible y entretenido, con muchos momentos lacrimosos, los «Brothers» de Landau acaban con los mitos. La historia de Adolfo y Emi está disponible para cualquiera que desee saber la verdad sobre lo que fue la revolución de Castro, así como las lecciones que se aplican más allá de Cuba. Con ese conocimiento, uno no necesita repetir los errores que han maldecido a Cuba como la isla de la miseria por más de 60 años.


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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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