PORT HURON, Michigan – La economía de Port Huron, Michigan, una ciudad fronteriza ribereña de 29,000 habitantes, ha sido devastada por lo que muchos aquí llaman la «irrazonable» prohibición de 17 meses a los compradores canadienses.
Los compradores minoristas fueron considerados viajeros «no esenciales» cuando se cerró la frontera entre Estados Unidos y Canadá en marzo de 2020 debido al virus del PCCh (Partido Comunista Chino).
«¿No esenciales para quién?», es la pregunta que se hacen muchos comerciantes del área de Port Huron.
Una de esos comerciantes es Demiree Fultz, propietaria de una boutique de ropa de mujer en el centro de Port Huron.
«Empezamos a asustarnos cuando llegó la pandemia», dijo Fultz a The Epoch Times. «Cuando cerraron la frontera, perdimos a todos nuestros clientes canadienses. Esto nos perjudicó mucho. Tuvimos que luchar para sobrevivir. En temporada alta, el 50% de nuestros clientes son canadienses».
Emily Lask, encargada de una tienda familiar de zapatos y accesorios en el centro de la ciudad, recuerda cómo las cosas estaban en auge antes de la pandemia. «Aquí había mucho movimiento, con muchos canadienses, especialmente durante las vacaciones», dijo Lask.
Lask relató su experiencia trabajando en una zapatería de un centro comercial cercano a principios de 2019. «Fue irreal. Más del 70 por ciento de las ventas de esa tienda fueron a clientes canadienses. Pueden comprar zapatos mucho más baratos en Estados Unidos. En la tienda del centro comercial, los padres compraban zapatos para ellos y para cada uno de sus hijos. A veces, varios pares», explica Lask.
Karen Palka tiene una tienda de dulces y regalos del centro de la ciudad, dijo que durante el verano el 30% de sus ingresos proceden de clientes canadienses, y que desde el cierre de la frontera esa parte de su negocio desapareció.
Lois Potts, que desde hace 23 años gestiona el centro comercial Birchwood en la cercana localidad de Fort Gratiot (Michigan), dijo que antes de la pandemia el 60% de las ventas de sus tiendas procedían de compradores canadienses.
«En nuestros grandes almacenes, la cifra llegó a ser el 80%», dijo Potts. «A nuestros clientes canadienses les encanta comprar. Solían venir aquí y pasar un fin de semana. Se alojaban en hoteles de la zona y comían en restaurantes locales. Recuerdo muchas veces que llegaban en autobuses de gira. Echo de menos nuestro tráfico canadiense».
Dan Casey, director general de la Alianza de Desarrollo Económico del condado de St. Clair, donde se encuentran Port Huron y Fort Gratiot, declaró que los minoristas de todo el condado se ven muy perjudicados por el prolongado cierre de la frontera.
«El verdadero daño proviene de la importante reducción del gasto de los consumidores al otro lado de la frontera», dijo Casey. «Está afectando a todo, desde gasolineras, a pequeñas tiendas, a grandes minoristas. En este condado de St. Clair, las grandes cajas dependen de los compradores canadienses para el 40% de sus ventas».
Incluso con las complejas normas y las diversas cargas impositivas de las aduanas canadienses, y un tipo de cambio desventajoso para la moneda canadiense, los compradores canadienses se ahorran un dinero considerable al cruzar la frontera para comprar alimentos estadounidenses, gasolina, ropa, zapatos, artículos para el hogar, ventanas, puertas, productos electrónicos, comida en restaurantes y mucho más.
Antes del cierre, más de un millón de canadienses visitaban Michigan anualmente, con 15,000 coches y camiones cruzando el puente Blue Water en Port Huron diariamente. Después del cierre, los aparcamientos semivacíos y los escaparates vacíos de la zona de Port Huron cuentan la historia.
El representante estatal Andrew Beeler (republicano de Fort Gratiot), que representa a la zona de Port Huron, dijo a The Epoch Times: «No tiene ningún sentido lógico que los canadienses respetuosos de la ley se enfrenten a restricciones para entrar en nuestro país cuando miles de personas que cruzan ilegalmente nuestra frontera sur no se enfrentan a ninguna restricción, se les permite permanecer en nuestro país sin documentación y, como suele ocurrir, no se les examina para detectar el COVID-19, o dan positivo».
La congresista republicana Lisa McClain, que representa la zona de Port Huron en Washington D.C., emitió un comunicado en el que pedía al presidente Joe Biden que abriera los pasos fronterizos a los viajes no esenciales.
El congresista demócrata Brian Higgins, que representa al oeste del estado de Nueva York, con su concurrido paso fronterizo de Buffalo-Niagra Falls, dijo en un comunicado que el continuo cierre de la frontera entre Estados Unidos y Canadá está perjudicando a las familias y perjudicando la recuperación económica. «No hay excusa para que Estados Unidos no levante las restricciones a los visitantes canadienses no esenciales», dijo Higgins.
Según el Departamento de Transporte de Estados Unidos, el paso fronterizo de Port Huron es el cuarto más transitado de la frontera norte de Estados Unidos. Los tres primeros son Detroit, Buffalo-Niagra Falls (Nueva York) y Blaine (Washington).
A partir del 8 de agosto, la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE.UU. anunció que «la restricción temporal de los viajes no esenciales en los puertos de entrada de la frontera terrestre de EE.UU. sigue en vigor».
El gobierno canadiense ha flexibilizado recientemente algunas de sus restricciones de cierre de la frontera. Desde junio, los residentes estadounidenses pueden visitar a sus familiares en Canadá. Deben comprometerse a permanecer en Canadá durante 15 días, y deben autoacuartelarse durante 14 días al entrar en el país. Este requisito se ha flexibilizado recientemente al eximir de la cuarentena a los visitantes que puedan demostrar que se han vacunado completamente 14 días antes de entrar a Canadá.
Un reciente comunicado en el Registro Federal declaró que las fronteras de Estados Unidos con México y Canadá permanecerán cerradas hasta el 21 de agosto para los cruces por tierra y ferry.
Esto en un momento en el que la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos anunció que más de un millón de migrantes cruzaron la frontera sur de Estados Unidos de forma ilegal en lo que va del año fiscal 2021, con casi 190,000 solo en junio.
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