La rosácea, una afección cutánea común caracterizada por enrojecimiento y sarpullido facial, podría estar asociada con mayores riesgos para la salud, incluido el cáncer de piel.
Los resultados de un nuevo estudio alemán publicado en Scientific Reports sugieren que las personas con esta afección inflamatoria también tienen un mayor riesgo de desarrollar trastornos metabólicos, afecciones oculares, cardíacas, diabetes tipo 2 y problemas en las articulaciones. La asociación es especialmente marcada en las personas de raza blanca o de ascendencia europea.
¿Qué es la rosácea?
La rosácea es una enfermedad inflamatoria de la piel que suele afectar las mejillas, la nariz, el mentón y la frente. Puede causar brotes o enrojecimiento prolongado en esas áreas, pero en casos graves, puede agrandar los vasos sanguíneos y crear pequeños bultos llenos de pus. Los síntomas pueden reagudizarse durante semanas o meses antes de entrar en remisión.
La rosácea a menudo se confunde con acné, dermatitis u otras afecciones de la piel. Aunque no existe cura, los profesionales de la salud identificaron desencadenantes específicos que se deben evitar y que pueden ayudar a prevenir los brotes. Estos incluyen exposición al sol o al viento, bebidas calientes, comidas picantes, alcohol, temperaturas extremas, ejercicio intenso, estrés, cosméticos agresivos y medicamentos que dilatan los vasos sanguíneos, como los medicamentos para la presión arterial.
Si bien cualquiera puede desarrollar rosácea, es más común en personas de ascendencia europea. Las mujeres y las personas con piel que se suele quemar fácilmente con el sol también corren un riesgo mayor. Otros factores de exposición son tener entre 30 y 50 años, fumar o tener un familiar con rosácea.
La relación entre la rosácea y el cáncer
En el estudio retrospectivo, los investigadores analizaron los registros médicos electrónicos de casi 22 millones de pacientes. De ellos, 132,388 tenían rosácea y casi el 70 por ciento eran mujeres. La edad promedio de los pacientes con rosácea fue de 55 años.
El equipo de investigación descubrió que los pacientes con rosácea tenían más probabilidades de ser diagnosticados con múltiples afecciones de salud que los pacientes sin ella. Por ejemplo, los pacientes con rosácea tenían el doble de probabilidades de ser diagnosticados con enfermedad vascular y significativamente más probabilidades de ser diagnosticados con enfermedad cardíaca y diabetes tipo 2. Casi la mitad de los pacientes con rosácea también fueron diagnosticados con algún tipo de enfermedad metabólica.
Los autores del estudio señalaron que investigaciones anteriores sugieren que hasta el 72 por ciento de los pacientes con rosácea padecen afecciones oculares, incluidas úlceras corneales. Teorizaron que el mayor número de enfermedades oftalmológicas en la muestra de su estudio (cuatro veces mayor que el de los pacientes sin rosácea) podría explicarse por la alta prevalencia de rosácea ocular. Las enfermedades de las articulaciones también fueron más prevalentes entre las personas con rosácea.
Lo más preocupante es que aproximadamente el 10 por ciento de los pacientes con rosácea también tenían cáncer de piel. Las personas con rosácea tenían seis veces más riesgo de sufrir melanoma maligno que las personas sin ella. También experimentaron tasas de mortalidad más altas como resultado del melanoma que los pacientes con cáncer de piel que no padecían la enfermedad inflamatoria de la piel. La asociación entre la rosácea y el cáncer de piel sólo se observó en poblaciones de raza blanca.
El equipo de investigación postuló que la asociación entre la rosácea y el melanoma podría deberse a una inflamación crónica. Como el cáncer a menudo está relacionado con una «respuesta inflamatoria e inmune desequilibrada», y la rosácea es una enfermedad provocada por una inflamación crónica y un sistema inmunológico desregulado, «parece posible una asociación entre melanoma y rosácea», escribieron los autores.
No hay cura, se necesitan mejores estrategias de tratamiento
Si bien no existe cura para la rosácea, «estos hallazgos subrayan la importancia de la cooperación interdisciplinaria en el tratamiento de la rosácea», escribió el equipo de investigación.
Existen medicamentos convencionales, como geles y cremas, disponibles para ayudar a reducir la inflamación. También se pueden tomar antibióticos o medicamentos para el acné por vía oral para tratar las pústulas asociadas con la afección de la piel. En casos extremos, el tratamiento con láser puede ayudar a mejorar el aspecto de los vasos sanguíneos agrandados o inflamados y, al mismo tiempo, ayudar a eliminar el enrojecimiento.
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