Qué es un sistema nervioso hiperreactivo y cómo calmarlo

El sistema nervioso responde automáticamente a las amenazas —reales o imaginarias— y determina el estado emocional y el comportamiento

Por Sheridan Genrich
22 de noviembre de 2024 1:51 PM Actualizado: 22 de noviembre de 2024 1:53 PM

Heidi, ex bailarina de ballet de 34 años, se encontraba atrapada en un ciclo de dolor digestivo, ansiedad y episodios de agotamiento extremo. A pesar de sentir que su cuerpo le pedía ayuda desesperadamente, Heidi no era consciente de que la causa estaba en su sistema nervioso hiperreactivo.

Las defensas internas de Heidi estaban en constante estado de alerta, como una alarma de seguridad doméstica que no podía silenciarse. Sus tendencias perfeccionistas eran una manifestación de la respuesta de su sistema nervioso simpático —una estrategia de autoprotección para protegerse del miedo al fracaso.

Este perpetuo estado de «lucha o huida» le estaba pasando factura, llevándola al borde del colapso en su lucha por evitar el dolor y el agotamiento que tanto temía.

La historia de Heidi ilustra un hecho ignorado: nuestras emociones no son meros sentimientos fugaces, sino señales de un sistema nervioso que responde a amenazas percibidas, tanto reales como imaginarias.

Para las personas que viven con estrés crónico o traumas no resueltos, el sistema nervioso puede quedar atrapado en este estado de hipervigilancia, un trastorno clínicamente conocido como sistema nervioso desregulado.

El sistema de alarma del cuerpo

Nuestro sistema nervioso está diseñado para evaluar las amenazas y garantizar la seguridad. El sistema nervioso autónomo, que regula las funciones involuntarias del cuerpo, es su centro de mando. Un sistema nervioso equilibrado nos permite desenvolvernos con soltura en las interacciones sociales.

En 1994, Stephen Porges, un reputado profesor de psiquiatría introdujo la Teoría Polivagal, ampliando la comprensión moderna del sistema nervioso. Esta teoría postula tres estados: conexión segura, lucha o huida y congelación.

El nervio vago, un componente clave, enlaza los órganos del cuerpo con el cerebro y desempeña un papel vital tanto en el sistema nervioso como en la salud intestinal. Porges relacionó el comportamiento social con estos estados del sistema nervioso, acuñando el término «sistema de compromiso social». Este marco explica por qué a algunas personas les cuesta salir de los modos de supervivencia.

Los 3 estados del sistema nervioso

Hasta mediados de los noventa, los fisiólogos sólo reconocían dos estados del sistema nervioso autónomo: el simpático «lucha o huye» y el parasimpático «descansa y digiere». Porges descubrió que el nervio vago tiene dos partes —dorsal y ventral— que revelan tres estados distintos del sistema nervioso

1. Verde: Vagal ventral (Relajado)

– Energía tranquila, respuestas seguras y confiadas

– Suele confiar en los demás con facilidad y está abierto a la conexión social

– Promueve el crecimiento, la reparación y la restauración de la energía

2. Amarillo: Simpático (lucha o huida)

– Alta energía, respuesta cargada de adrenalina

– Puede sentirse a la defensiva y sin apoyo

– Con el apoyo adecuado, puede volver al estado verde

3. Rojo: Dorsal Vagal (Congelación/Apagón)

– Respuesta de agobio, modo de supervivencia primitivo

– Baja energía y motivación

– Dificultad para pedir ayuda o confiar en los demás.

Es normal pasar de un estado a otro a lo largo del día. Por ejemplo, puedes estar en verde mientras hablas con un ser querido, pero cambiar a rojo si te reprenden en el trabajo. La clave está en no estancarse en los estados amarillo o rojo.

Quedarse estancado en el estrés

Dos razones principales por las que nos quedamos atascados en estados amarillos o rojos son el estrés abrumador, cuando la carga de estrés es demasiado pesada para manejarla y la falta prolongada de apoyo, que es el apoyo insuficiente durante períodos prolongados.

Estos factores pueden crear un bucle de retroalimentación negativa entre las emociones, los pensamientos y la química cerebral. Por ejemplo, los pensamientos ansiosos o negativos desencadenan la liberación de cortisol, lo que provoca más ansiedad y una mayor producción de cortisol.

Los signos más comunes de desregulación del sistema nervioso son los siguientes

– Sueño deficiente (dificultad para conciliar el sueño o despertarse con frecuencia).

– Patrones de pensamiento obsesivos (por ejemplo, rituales de comida o evitación)

– Mayor irritabilidad y sensibilidad a las críticas

– Sensación constante de estar abrumado

– Problemas físicos y emocionales crónicos (dolores musculares, dolor abdominal, enfermedades frecuentes, baja energía, cambios de humor)

Por el contrario, un sistema nervioso regulado se caracteriza por la calma, la respiración tranquila, los músculos relajados, las emociones equilibradas y la claridad mental.

Aunque la desregulación momentánea es normal, una persona puede entrenar su sistema nervioso para que se restablezca más rápidamente mediante la concienciación, el apoyo biológico (nutrición y hierbas) y la práctica. El objetivo es aumentar gradualmente el tiempo que se pasa en un estado de claridad y calma.

Formas de calmar el sistema nervioso

Un equilibrio neuroquímico alterado en el cerebro influye negativamente en los pensamientos y las respuestas emocionales, afectando a todo, desde la salud hasta las relaciones. Por lo tanto, dominar el sistema nervioso es clave para mantener un buen bienestar general.

Entre las formas de calmar un sistema nervioso demasiado sensible se incluyen las siguientes:

– Coma tres comidas regulares y pequeñas al día con proteínas, grasas saludables y fibra de medio plato de verduras en cada comida. Las comidas desequilibradas u omitidas pueden provocar niveles extremos de azúcar en sangre y desencadenar la liberación de hormonas del estrés.

– Practique la respiración profunda o la meditación, que pueden cambiar las ondas cerebrales y reducir las hormonas del estrés.

– Dar paseos diarios (de 20 a 30 minutos) para reducir los niveles de cortisol.

– Escribir un diario: Escribir tus sentimientos puede ayudarte a expresar tu experiencia en lugar de rumiarla.

– Busca apoyo hablando con alguien de confianza; pedir ayuda es un acto de valentía.

– Considera el apoyo bioquímico, como una dosis terapéutica de magnesio en polvo de alta calidad.

Heidi empezó a reconocer la conexión entre la falta de nutrición de su cuerpo y su mente y los cambios extremos de estrés que experimentaba, que iban desde la hiperactividad hasta el colapso total. Para validar esta observación con datos en tiempo real, llevó un monitor continuo de glucosa durante 14 días para controlar sus niveles de azúcar en sangre. Estos datos revelaron que, al saltarse comidas con frecuencia, sus niveles de azúcar en sangre bajaban demasiado (lo que médicamente se denomina hipoglucemia) y empeoraban su ansiedad y sus hormonas del estrés.

Entonces puso en práctica varios cambios nutricionales y de estilo de vida, como comer regularmente, dormir lo suficiente y hacer ejercicio, para calmar su sistema nervioso y reducir sus desencadenantes emocionales.

Como resultado, la mentalidad de Heidi se volvió más positiva. Interiorizó el hecho de que estaba realmente a salvo y no en peligro constante.

Este enfoque holístico ayudó a Heidi a estabilizar sus niveles de azúcar en sangre y a regular mejor su sistema nervioso, mejorando su equilibrio emocional y reduciendo los vaivenes del estrés.


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