Hacia el final de su vida, Thomas Jefferson escribió varias cartas aconsejando a jóvenes, varios de los cuales habían sido bautizados con su nombre por padres que lo admiraban.
Uno de ellos era un joven llamado Thomas Jefferson Smith, cuyo padre había escrito al anciano expresidente con la esperanza de que le ofreciera a su joven hijo algunos consejos para la vida. Sus palabras fueron contundentes:
«Su afectuoso y excelente padre me ha pedido que le dirija algo que posiblemente tenga una influencia favorable en el curso de la vida que debe seguir, y yo también, como tocayo, me siento interesado en ese rumbo (…) Adore a Dios. Reverencie y aprecie a sus padres. Amen a su prójimo como a sí mismo, y a su país más que a sí mismo. Sea justo. Sea sincero. No se queje de los caminos de la Providencia. Así, la vida en la que ha entrado, será el portal de una dicha eterna e inefable».
En resumen: honre a Dios y a sus padres, siga la Regla de Oro, ame a su país más que a sí mismo y no se queje de las desgracias de la vida. Este es el camino hacia la vida eterna.
En la misma carta, Jefferson proporcionó al joven un conjunto de consejos más prácticos sobre los que vale la pena reflexionar. Lo llamó «Un decálogo de cánones para la observación en la vida práctica», tomando como referencia los diez mandamientos de la Biblia (el «decálogo»). Las reglas (con algunos comentarios) fueron las siguientes:
1. «Nunca deje para mañana lo que pueda hacer hoy».
Sin duda, este es un vicio con el que muchos de nosotros luchamos; tradicionalmente, se asociaba con cosas como la pereza (en el peor de los casos) o la postergación (en el mejor). Jefferson deja claro que lo que sabemos que hay que hacer, en la medida en que podamos hacerlo hoy, debemos hacerlo. Mantenernos al día con nuestras tareas diarias es una de las mejores formas de evitar el estrés a largo plazo que causa postergar.
2. «Nunca moleste a otro por lo que puede hacer usted mismo»
Para muchas personas modernas, esto puede sonar un poco duro, como si Jefferson estuviera sugiriendo que nunca deberíamos pedir ayuda. Pero eso sería una interpretación errónea. De hecho, Jefferson sugiere que primero hagamos un balance de lo que podemos hacer nosotros mismos, lo hagamos y, en la medida en que nos quedemos cortos, pidamos ayuda. En mi propia vida, y observando las vidas de muchos otros, la sensación de «obtener un logro» es crucial para un sano sentido de identidad. Somos más capaces de afrontar los retos de la vida después de desarrollar una sana confianza en nosotros mismos, una confianza lo suficientemente segura como para pedir ayuda cuando sea necesario.
3. «Nunca gaste su dinero antes de tenerlo»
¡Qué oportuno es esto! Los estadounidenses son muy conocidos por sus deudas, al igual que nuestro gobierno. De hecho, ninguna entidad en la historia del mundo ha acumulado tanta deuda como el gobierno federal de Estados Unidos. Del mismo modo, los estadounidenses tienden a ahorrar a un ritmo mucho menor que (por ejemplo) los alemanes, los chinos y los coreanos. Este hábito no solo nos impide disfrutar de cosas que podemos desear ocasionalmente, sino que significa que tenemos menos capacidad de maniobra en caso de crisis. Muchos gastamos más dinero del necesario y no apreciamos completamente hasta qué punto podemos moderar nuestros deseos y encontrar una gran riqueza en estar contentos. Para aquellos que necesitan trabajar en este vicio, un buen primer paso es el consejo de Jefferson: solo gastar lo que ya se tiene.
4. «Nunca compre lo que no quiere, porque es barato; le resultará costoso»
Por «querer», Jefferson no quiere decir «desear», sino «carecer». Así que su consejo es que si no nos falta algo, no debemos comprar más de eso solo porque es económico.
5. «El orgullo nos cuesta más que el hambre, la sed y el frío»
Hay un famoso dicho de la Biblia: «El orgullo precede a la caída». En las Escrituras, el orgullo precedió a la caída del ángel más grande de Dios, Lucifer («Portador de la Luz»), que después fue conocido como Satanás («Adversario»). También precedió a la caída de Adán y Eva, que infligió la calamidad a la raza humana. Por eso en el cristianismo, y en muchas otras tradiciones religiosas, la humildad es tan importante.
La humildad no consiste en pensar en nosotros mismos como menos de lo que somos, sino en pensar en nosotros como somos, comprendiendo tanto nuestras fuerzas como nuestras limitaciones. Reconocer que somos criaturas, no el Creador. Reconocer que es mucho más lo que no sabemos que lo que sabemos. La humildad nos abre a un mundo de iluminación y crecimiento en la virtud: el orgullo hace que todo en nuestra vida dependa exclusivamente de una de las cosas más pequeñas: nosotros mismos.
6. «Nunca nos arrepentimos de comer poco»
¿Han visto la cintura de Estados Unidos últimamente? Ya está dicho.
7. «Nada resulta molesto si lo hacemos de buena gana»
Creo que esta regla va bien con el consejo anterior de Jefferson de «No murmurar de los caminos de la Providencia». Aceptar la realidad de una situación, por desagradable que sea, es uno de los primeros pasos para afrontarla racionalmente. Si vemos cada circunstancia —especialmente nuestras pruebas— como una oportunidad de crecimiento, entonces realmente nada puede impedirnos crecer, e incluso nuestros problemas se convierten en un camino hacia la excelencia.
8. «Cuánto dolor nos han costado los males que nunca han sucedido»
Esto es para los preocupados (incluido yo). De vez en cuando, es bueno reflexionar sobre todas las cosas que nos preocupaban que sucedieran, y no sucedieron. O, como alternativa, reflexionar sobre las cosas malas que sucedieron, pero cómo las superamos. Entonces la verdad del consejo de Jefferson se hundirá.
9. «Tome las cosas siempre por el mango suave»
Para cualquier objetivo, hay formas fáciles y difíciles de lograrlo. Elija el camino fácil, lo que no significa que no haya esfuerzo. Significa un esfuerzo mínimo desperdiciado.
10. «Cuando se enfade, cuente hasta diez antes de hablar; si está muy enfadado, cuente hasta cien».
Todos sabemos lo que se siente estar enfadado, pero luego reconocemos que cuando nos calmamos, las cosas no suelen ser tan malas como parecen. Pero incluso si son tan malas como parecen (o peores), lograr controlar nuestras emociones es un primer paso necesario para poder abordar el problema de forma racional.
Joshua Charles es un antiguo redactor de discursos de la Casa Blanca para el vicepresidente Mike Pence, un autor de best-sellers del New York Times número 1, un historiador, escritor/escribiente y orador público. Ha sido asesor histórico de varios documentales y ha publicado libros sobre temas que van desde los Padres Fundadores, hasta Israel, pasando por el papel de la fe en la historia de Estados Unidos y el impacto de la Biblia en la civilización humana. Fue el editor principal y desarrollador del concepto de la «Biblia de Impacto Global», publicada por el Museo de la Biblia con sede en Washington en 2017, y es un académico afiliado al Centro de Descubrimiento de la Fe y la Libertad en Filadelfia. Es becario de Tikvah y Philos y ha dado conferencias por todo el país sobre temas como historia, política, fe y la visión del mundo. Es concertista de piano y tiene un máster en Gobierno y una licenciatura en Derecho. Sígalo en Twitter @JoshuaTCharles o consulte JoshuaTCharles.com.
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