Diego Valencia, el sacristán de Algeciras asesinado este miércoles por Yasin Kanza, marroquí de 25 años, es la quinta víctima de los tres ataques yihadistas perpetrados en iglesias católicas de la Unión Europa desde 2016.
El primero de ellos tuvo lugar el 26 de julio de 2016 cuando dos hombres asaltaron una iglesia de Saint Étienne du Rouvray, en Normandía (Francia), armados con cuchillos y con falsos artefactos explosivos mientras se celebraba misa.
Apresaron a seis rehenes: el cura, dos fieles y tres monjas, una de las cuales logró huir rápidamente. Sin embargo, mataron al párroco octogenario Jacques Hamel y dejaron malherido a otro anciano también de 86 años.
Los dos terroristas salieron de la iglesia gritando «Alahu akbar» (Dios es el más grande) y fueron abatidos por la policía.
Cuatro años después también en Francia, en concreto en la ciudad de Niza, un joven de nacionalidad tunecina mató con un arma blanca el 29 de octubre al sacristán y a dos mujeres en la basílica de Notre-Dame. El criminal, que irrumpió a la iglesia al grito de «Alá es grande», fue detenido por la policía.
Antes del atentado de Algeciras, España no ha sufrido ningún ataque de naturaleza yihadista en templos católicos.
No obstante, el incidente más relevante en los últimas dos décadas fue el 3 de octubre de 2013 cuando un grupo anarquista autodenominado «comando Mateo Morral» colocó un artefacto explosivo encontrado en la catedral de La Almudena de Madrid que no llegó a explotar.
Ese mismo día otro artefacto casero, confeccionado con una bombona de camping-gas, estalló en la basílica de El Pilar de Zaragoza.
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