Se acerca el implante cerebral de Elon Musk: ¿Cuáles son los riesgos?

Por Robert Backer
24 de noviembre de 2023 1:58 PM Actualizado: 24 de noviembre de 2023 2:04 PM

Opinión

Imagine buscar en Google con la mente, plasmar sus pensamientos en un diario sin mover un dedo y dirigir una fuerza robótica sobrehumana. Imagine: todos sus pensamientos decodificados en un lenguaje compatible con los ordenadores, ejecutados a través de un servidor, controlados, con suerte, por alguien de confianza.

Piense en todo esto y podrá hacerse una idea del contexto que rodea a Neuralink.

La empresa de interfaces cerebro-ordenador (BCI) Neuralink acaba de anunciar que recibió la autorización de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) para iniciar ensayos de implantación de chips cerebrales en seres humanos. Para quienes no la hayan seguido, Neuralink fue fundada por Elon Musk en 2016 para desarrollar microchips que puedan enviar y recibir datos directamente del cerebro humano.

El tema es innegablemente fascinante y muy portentoso. Sin embargo, como ocurre con muchos temas científicos, esta tecnología emergente tiene riesgos y preocupaciones. Como dijo una vez el tío Ben de Spiderman: «Un gran poder conlleva una gran responsabilidad».

¿Qué es el chip Neuralink?

El chip Neuralink es una pequeña pieza de hardware un poco más ancha y gruesa que una moneda de 25 centavos. El chip lleva 64 cables, cada uno de ellos de unas pocas micras de grosor y con 16 electrodos microscópicos. (Como referencia, una micra es la quinceava parte de la anchura de un cabello).

Las células cerebrales se comunican en parte enviando pequeños impulsos eléctricos. Por este motivo, los médicos y los científicos utilizan dispositivos con electrodos —el más común, un gorro de encefalografía no invasiva (EEG)— para medir la actividad cerebral midiendo la señalización celular.

De ello se deduce que si las neuronas utilizan impulsos eléctricos para coordinar sus funciones, entonces también podemos afectar a la función cerebral enviando impulsos desde un electrodo a las células. En algunos casos neurológicos graves —como la epilepsia, la enfermedad de Parkinson o el dolor crónico-, la estimulación cerebral profunda (ECP) utiliza señales eléctricas para modificar terapéuticamente la señalización celular.

La ventaja de los implantes es la precisión. Con los dispositivos externos, el cráneo y los tejidos atenúan parte de la señal. Por eso, para funciones tan precisas como, por ejemplo, flexionar el dedo, los electrodos invasivos ofrecen mayor exactitud tanto en la medición como en la administración de impulsos.

¿Cómo se utiliza el chip Neuralink?

El chip Neuralink se implanta quirúrgicamente. Durante el procedimiento, un robot de precisión taladra un agujero en el cráneo de la persona e introduce con cuidado los hilos en el cerebro. El proceso dura unas horas. Una vez curado, el dispositivo es invisible salvo por una cicatriz mínima y está diseñado para cargarse a través de artículos personalizados, como una almohada especial o una gorra de béisbol. Se prevé que la intervención cueste a las aseguradoras unos 40,000 dólares.

Neuralink inició un registro de pacientes, y el objetivo actual de los ensayos de primera fase será permitir a los tetrapléjicos controlar un ordenador con el pensamiento. En estos casos, el cerebro funciona bien, pero las conexiones nerviosas con los músculos están dañadas. Al medir las señales en una zona que controla los movimientos de los dedos y las manos, llamada corteza motora, el chip Neuralink transmite los datos a un ordenador. Así, en lugar de mover la mano, el paciente sólo tiene que pensar en ello. Esto permite enviar mensajes de texto, navegar por Internet y navegar por menús con la mente.

Los principales competidores de Neuralink, Synchron y Onward, llevan ventaja en las pruebas con humanos, ya que permiten la navegación por ordenador junto con la marcha, el ciclismo y la natación. Además, los implantes BCI existen desde hace unos 20 años, con Blackrock Neurotech como pionera. Sin embargo, Neuralink espera ofrecer un dispositivo menos aparatoso y con una resolución mucho mayor, con el impulso de la IA de vanguardia de la empresa. En el ámbito de la ICB, esto podría significar una mayor precisión.

En una demostración de Neuralink el 28 de agosto del 2020, el Sr. Musk compartió su creencia de que no sólo la mayoría de las personas desarrollarán problemas cerebrales o de la columna vertebral con el tiempo, sino también que un dispositivo implantable como el Neuralink puede resolver estos y otros problemas.

Los riesgos potenciales de la biotecnología

Es comprensible que el potencial de la biotecnología para las aplicaciones médicas, la mejora cognitiva, la calidad de vida y la investigación de vanguardia tenga intrigados a muchos.

Sin embargo, la nueva tecnología no está exenta de preocupaciones. Por un lado, está la cuestión del consentimiento. Las familias de personas vulnerables pueden estar desesperadas por una cura y optar por su familiar paralítico. En el caso de las personas que no pueden comunicarse libremente debido a la parálisis («síndrome de enclaustramiento»), la nueva tecnología de pruebas beta puede ponerlas en riesgo de resultados no deseados.

Además, la nueva biotecnología conlleva riesgos y efectos secundarios desconocidos, sobre todo si influye artificialmente en la actividad bioquímica. Atacar un síntoma puede producir otro sin querer.

Aunque Neuralink se probó en animales durante varios años, pueden surgir otros problemas en sus ensayos en humanos. Incluso en los tratamientos médicos que se generalizaron, seguimos descubriendo que algunos tienen consecuencias negativas a largo plazo y de gran alcance.

Aparte de las preocupaciones biológicas, otro ámbito clave de preocupación es la seguridad, la privacidad e incluso la autonomía en el nivel más fundamental. Vivimos en una época en la que predomina la ciberdelincuencia, el neuromarketing dicta las campañas publicitarias y los sistemas de «crédito social» determinan las libertades individuales. El hackeo cerebral o espionaje mental lleva estas cuestiones a un nivel completamente nuevo.

Otra cuestión que se plantea con la posible mejora neuronal que podría permitir Neuralink es una similar a la que se debatió en relación con la terapia génica y los fármacos deportivos. Es decir, si se cambia el terreno de juego, ¿se creará más desigualdad? Además, para los que se resisten a esta tecnología emergente, ¿promueve un mundo en el que se enfrentan a la presión de «estar a la altura» de los que adoptan este cambio?

¿Hacia dónde vamos?

Muchos avances científicos están impulsados por la competencia: el deseo de construir algo grandioso, de ser el primero y de «hacerlo mejor» que los predecesores. Sin embargo, Musk dijo que presiona tanto a su equipo porque cree que este chip es una forma de ayudar a millones de personas y salvar a la humanidad de la inminente amenaza de la inteligencia artificial.

Pero, ¿con qué fin? ¿Está preparada la humanidad para dar este paso? ¿Seguiremos siendo humanos? ¿Algo mejor? ¿Diferentes? ¿O habremos cruzado una línea que nos lleva a una buena vida a costa de aumentar ciertos aspectos? Esta es una conversación que debemos mantener como sociedad y que, sin duda, se hará más necesaria a medida que pase el tiempo.

Los puntos de vista y opiniones expresados son propios de los autores. Tienen únicamente fines informativos generales y no deben interpretarse como una recomendación o servicio. The Epoch Times no ofrece asesoramiento en materia de inversiones, impuestos, asuntos legales, planificación financiera, planificación patrimonial, ni ningún otro tipo de asesoramiento financiero personal. The Epoch Times no se hace responsable de la exactitud o actualidad de la información proporcionada.


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