Científicos dijeron que observaron ráfagas de señales de radio provenientes de las profundidades del espacio.
Investigadores de la Universidad de Columbia Británica en Canadá dijeron que descubrieron la segunda llamada «ráfaga de radio de repetición rápida» jamás registrada, según un comunicado de prensa publicado el 9 de enero. El último descubrimiento lleva a los científicos un paso más cerca de averiguar de dónde provienen los pulsos.
Dijeron que el hallazgo proporciona nuevos detalles sobre la «desconcertante» pero «breve» energía de radio de fuera de la galaxia.
«Hasta ahora, solo se conocía una repetición de ráfagas de radio rápidas. Saber que existe otra sugiere que podría haber más. Y con más repetidoras y más fuentes disponibles para el estudio, quizá podamos entender estos rompecabezas cósmicos, de dónde vienen y qué los causa», señaló Ingrid Stairs, investigadora de la universidad, en el comunicado de prensa.
Añadió que con el telescopio del Experimento Canadiense de Mapeo de Intensidad de Hidrógeno (CHIME) «mapeando todo el hemisferio norte cada día, estamos destinados a encontrar más repetidoras con el tiempo».
Stairs agregó: «Saber dónde están permitirá a los científicos apuntar sus telescopios hacia ellas, creando una oportunidad para estudiar estas misteriosas señales en detalle».
Los investigadores dijeron que estudiar las ráfagas de radio rápidas es una tarea difícil porque son raras y solo ocurren una vez.
En la última detección hubo un total de 13 ráfagas registradas en el verano de 2018, dijo el comunicado de prensa de la universidad, diciendo que el telescopio no estaba funcionando a plena potencia.
La repetidora, conocida como FRB 180814.J0422+73, está ubicada a unos 1500 millones de años luz de la Tierra, dijeron los astrónomos a Space.com. Esto es aproximadamente el doble de cerca que la otra repetidora, la FRB 121102.
Mysterious, Continuous Energy Bursts Detected By Radio Telescope Baffle Physicists. #CHIME #FRB https://t.co/WEaw0NOtA1
— Brandy Phoenix (@BrandyPhoenix) January 9, 2019
Las señales repetitivas son fenómenos breves pero poderosos y se estima que son energéticamente comparables con la producción total del sol durante 100 años, anotó Space.com.
Solo duran unos pocos milisegundos antes de desaparecer y vienen de lugares lejanos en el universo conocido. La primera se descubrió en 2007.
«Cuando estas ráfagas ocurren una sola vez, es realmente difícil averiguar qué las creó», dijo Cherry Ng, de la Universidad de Toronto, a The Verge. «Ahora estamos mostrando al menos otra repetición.»
«Los hallazgos son solo el comienzo de los descubrimientos de CHIME», agregó Stairs. «En la próxima etapa, planeamos capturar el flujo de datos completo de alta resolución de las ráfagas más brillantes, lo que nos permitirá comprender mejor sus posiciones, características y entornos magnéticos. Los próximos años serán muy emocionantes».
Más Detalles
«Estamos muy emocionados de ver lo que CHIME puede hacer cuando está funcionando a plena capacidad», dijo Deborah Good, una estudiante de doctorado en física y astronomía de la UCB que forma parte del equipo de CHIME.
«Al final de un año puede que hayamos encontrado 1000 ráfagas más. Nuestros datos abrirán algunos de sus misterios».
La ráfagas fueron descubiertas en un período de dos semanas.
«Cualquiera que sea la fuente de estas ondas de radio, es interesante ver cuán amplia es la gama de frecuencias que puede producir. Hay algunos modelos en los que intrínsecamente la fuente no puede producir nada por debajo de cierta frecuencia», dijo en una declaración Arun Naidu, miembro del equipo de la Universidad McGill.
El CHIME es un radiotelescopio que fue diseñado y construido conjuntamente por científicos de la Universidad de Columbia Británica, la Universidad McGill, la Universidad de Toronto, el Instituto del Perímetro de Física Teórica y el Consejo Nacional de Investigación de Canadá.
Mysterious radio signals from deep space detected #FRB https://t.co/qNyycXXKkB
— the mathematician (@geometerman) January 9, 2019
«Ahora sabemos que las fuentes pueden producir ondas de radio de baja frecuencia y que esas ondas de baja frecuencia pueden escapar de su entorno, y que no están demasiado dispersas para ser detectadas en el momento en que llegan a la Tierra», dijo Tom Landecker, miembro del equipo de CHIME.
Y añadió: «Esto nos dice algo sobre los entornos y las fuentes. No hemos resuelto el problema, pero hay varias piezas más en el rompecabezas».
Los resultados se publicaron en Nature papers y se puede acceder a ellos desde aquí y también aquí.
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