Comentario
La gran noticia que llegó el viernes pasado del Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, fue que George Soros acusó a Facebook, sí Facebook, de estar confabulando con Donald Trump para mantener al presidente en la Casa Blanca.
¿The Onion? ¿Babylon Bee? (sitios web satíricos) Saturday Night Live? (programa cómico) ¿O simplemente noticias falsas?
Ninguna de las anteriores. Resulta que el multimillonario, cuasimarxista (¿es eso un oxímoron?) se lo dijo a los multimillonarios y millonarios reunidos (alguien con un mero millón no tiene por qué aplicarlo): «Facebook trabajará en conjunto para reelegir a Trump, y Trump trabajará para proteger a Facebook para que esta situación no pueda ser cambiada. Esto me preocupa mucho para el 2020».
Para él y Adam Schiff, aparentemente. (Entre sus interminables afirmaciones durante el juicio político, Schiff declaró que la destitución de Trump por el Senado era obligatoria porque el presidente haría trampas en las elecciones de 2020).
Sin embargo, Soros —fue visto últimamente financiando a cada guerrero de la justicia social que pudo encontrar con un título en derecho para postularse como fiscal de distrito en todo Estados Unidos— en realidad tiene un historial de oposición a las redes sociales. El financista parece temer las amplias manifestaciones de opinión disponibles en estas redes, para que no socaven sus muchos proyectos (es decir, la verdad puede impedir «su verdad»).
Sin embargo, irónicamente, durante los últimos años el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, fue atacado por la derecha por su supuesta parcialidad contra los conservadores. De hecho, Zuckerberg ha hecho varios intentos titubeantes para manejar este problema, consultando a los que él pensaba que eran importantes conservadores mientras simultáneamente iba alienando a otros.
Mientras tanto, la parcialidad fue creciendo, como lo hizo aún más en los otros gigantes tecnológicos Google y Twitter, no solo por las políticas de sus altos mandos, sino porque sus empleados más jóvenes, que manejan el día a día y diseñan los últimos algoritmos, se inclinaron decididamente hacia la izquierda. La evidencia de cuán lejos había llegado quedó muy claro cuando Google despidió al ingeniero James Damore por atreverse a vacilar una o dos pulgadas de la línea políticamente correcta sobre las mujeres en las ciencias.
Zuckerberg, al menos, a diferencia de los fundadores de Google y Twitter, reconoció el problema, aceptando la necesidad de que su compañía, básicamente un servicio público, sea imparcial, aunque no haya tenido éxito todavía en lograrlo. Sin embargo, merece algo de crédito.
Tal vez por eso es objeto del oprobio de Soros y el por qué piensa el multimillonario que está tratando de reelegir a Trump. Para eso basta con intentar la igualdad ideológica. Es bastante divertido pero también es, otra vez irónicamente, un favor involuntario a Zuckerberg.
Pocos seres humanos son considerados villanos de una clase mundial más grande que George Soros. Alguna versión de Soros fue el ficticio Mr. Big de una serie de thrillers de derecha. (Pregúntele a Brad Thor). Y, como todos sabemos, «el enemigo de mi enemigo es mi amigo». Si a este, el donante global más activo y generoso de la izquierda, no le gusta Zuckerberg, entonces debe haber algo que le guste del fundador de Facebook.
Pero sospecho que esto no durará tanto tiempo ni irá tan profundo. El problema del sesgo anti-conservador en las redes sociales es demasiado generalizado. Simultáneamente, el poder de las Big Tech es demasiado grande. No dudaría, por mucho que supuestamente esté en el Tren de Trump (al menos si crees a Soros), que Mark Zuckerberg se encontrará en la mira de la derecha muy pronto.
Pero debajo de todo esto hay un enigma que, como el proverbial pollo, puede volver a casa a medida que nos acerquemos a las elecciones del 2020. ¿Quién apoyará a los Reyes y Reinas de Silicon Valley, actualmente los capitalistas más exitosos del mundo?
Anteriormente, el Partido Demócrata —capitalistas disfrazados de socialistas pero solo con fines electorales— era su hogar. Todo está bien, pero las cosas han cambiado. Ahora el candidato demócrata puede ser un comunista disfrazado de socialista. En el mejor de los casos será un partido socialista.
¿Funcionará esto para Silicon Valley? Bueno, ellos trabajan con China pero Xi Jinping puede ser más capitalista que Bernie Sanders. Mark Zuckerberg puede no ser realmente un partidario de Trump, pero George Soros y los demócratas pueden estar convirtiéndolo en uno. Más pronto de lo que se piensa Peter Thiel —el empresario/inversor principiante en Facebook y Play Pal— puede que no sea el único partidario de Trump en California.
La última novela del analista político Roger L. Simon es «La CABRA».
¿Sabía?
Google estaría intentando evitar la reelección de Trump
Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
Cómo puede usted ayudarnos a seguir informando
¿Por qué necesitamos su ayuda para financiar nuestra cobertura informativa en Estados Unidos y en todo el mundo? Porque somos una organización de noticias independiente, libre de la influencia de cualquier gobierno, corporación o partido político. Desde el día que empezamos, hemos enfrentado presiones para silenciarnos, sobre todo del Partido Comunista Chino. Pero no nos doblegaremos. Dependemos de su generosa contribución para seguir ejerciendo un periodismo tradicional. Juntos, podemos seguir difundiendo la verdad.