El altamente reservado Ministerio de Seguridad del Estado (MSS) de Beijing aprovechó y manipuló a las principales élites políticas y comerciales occidentales para profundizar la influencia del Partido Comunista Chino (PCCh) en todo el mundo, según un nuevo libro de Alex Joske, un experto en interferencia extranjera china.
Las primeras páginas de «Espías y Mentiras: Cómo las operaciones encubiertas más grandes de China engañaron al mundo» detallan cómo el multimillonario George Soros, inspirado por su creación de la Fundación Sociedad Abierta (Open Society) en la Hungría poscomunista, llevó a cabo una labor similar para China durante la época de reformas económicas del líder chino, Deng Xiaoping.
El mecanismo ideado por Soros y su socio Liang Heng fue establecer el Fondo para la Reforma y Apertura de China (el Fondo de China) buscando apoyar la investigación cultural, comercial y científica con el propósito de ayudar con la apertura del país, según Joske, un analista Senior del Instituto Australiano de Política Estratégica.
Sin embargo, en medio de maniobras políticas entre facciones durante la década de 1980, el Fondo de China se vio obligado a asociarse con el Centro Internacional de Intercambio Cultural de China (CICEC), una organización que afirma estar bajo el control del Ministerio de Cultura.
Joske alega que Soros y Liang pronto descubrieron, sin embargo, que el CICEC tenía sus propios motivos para el Fondo de China, que eran apoyar iniciativas políticas en lugar de actividades asociadas con la liberalización de China.
Más tarde, Soros cerró el Fondo de China con el copresidente de CICEC, Yu Enguang, que se reveló como un “funcionario de alto rango en la policía externa” o MSS.
«La incautación del Fondo para China por parte del MSS fue una muestra impresionante de la confianza de la agencia al relacionarse con uno de los hombres mejor conectados y más ricos de Estados Unidos. Lo que aprendió pudo aplicarse a futuras operaciones a medida que la agencia se volvía más agresiva y enfocada internacionalmente durante la década siguiente», escribió Joske.
El propio CICEC seguiría siendo un «órgano hecho a medida» para reunirse con reclutas de todo el mundo e influir en ellos en secreto.
«Las misiones políticamente sensibles, como entablar relaciones directas con George Soros o hacerse pasar por liberales con el Partido, para ganarse la confianza de los extranjeros, son terreno abonado para estos funcionarios», dijo.
Manipular las ambiciones
Joske también señala que el MSS era muy hábil para manipular la ambición de las élites occidentales y cita el ejemplo del excopresidente de Goldman Sachs, John Thornton.
Tras abandonar el gigante bancario, Thornton ocupó varios puestos destacados en importantes instituciones chinas, incluido un cargo de director en la conocida Universidad de Tsinghua.
El periodista Josh Rogin alegó que Thornton desarrolló una de las “redes más confiables y de alto nivel con las familias que dirigen el PCCh”, lo que dio forma a los puntos de vista de Thornton sobre cómo manejar las relaciones con China.
“Las creencias de Thornton sobre el futuro de China se han caracterizado por las mismas narrativas falsas que la Oficina de Investigación Social del MSS impulsó a académicos, diplomáticos y élites extranjeras. En 2008, argumentó en un ensayo para la revista Foreign Affairs que el Partido estaba considerando activamente avanzar hacia la democracia”, escribió Joske.
“Los escritos de Thornton reflejan el mismo optimismo sobre China que los líderes del Partido y el MSS aprendieron a capitalizar décadas antes”.
El exejecutivo de Goldman Sachs alentó a la administración Trump a entablar amistad directamente con el líder chino Xi Jinping. Sin embargo, estos esfuerzos de compromiso diplomático con los líderes chinos eventualmente darían paso a duras sanciones contra China para corregir años de robo de propiedad intelectual y comercio desequilibrado.
Thornton, junto con varias figuras importantes de Wall Street, supuestamente también intentaron influir en la política de China de la administración Biden, pero estos esfuerzos también se han quedado en el camino a medida que el escrutinio al Partido Comunista Chino se vuelve más generalizado.
Aprovechándose del amor por China
Joske también llama la atención sobre el uso que hace el régimen chino del amor de la gente por China, destacando el ejemplo que involucra al exprimer ministro laborista australiano, Bob Hawke.
Hawke estaba angustiado por las secuelas de la Masacre de la Plaza de Tiananmen en 1989 y respondió concediendo asilo a 42,000 ciudadanos chinos.
Joske cuenta que, cuatro años después de la masacre, Hawke recibió un mensaje del cónsul chino en Sidney invitándole a China.
Hawke sintió que era importante que las relaciones entre Australia y China crecieran, por lo que accedió a hacerlo. Allí fue recibido por el exlíder chino Jiang Zemin y el primer ministro Li Peng.
“El bromance especial entre los líderes chinos y australianos volvió a la normalidad. Hawke pensó que el destino de [el exprimer ministro] Zhao Ziyang, quien finalmente murió en arresto domiciliario, era ‘extremadamente triste’, pero la importancia de construir vínculos con el liderazgo del Partido fue lo primero”, escribió Joske.
Agregó además que el tema de Tiananmen finalmente fue «barrido debajo de la alfombra», y Hawke continuaría desempeñando un papel valioso en la venta de China al resto del mundo.
Hardie Grant Books, 2022, 202 páginas
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