Las tasas de mortalidad por alguna afección de inflamación cardíaca se dispararon entre los adultos jóvenes estadounidenses durante un período de dos décadas entre 1999 y 2020, según un nuevo estudio que atribuyó este aumento a la crisis de opioides.
El estudio, publicado el 13 de diciembre en el Journal of the American Heart Association, examinó las tendencias de mortalidad en Estados Unidos debido a la endocarditis infecciosa (EI), una inflamación del revestimiento de las válvulas o cámaras del corazón que puede llegar a ser fatal. La enfermedad se desencadena cuando gérmenes, generalmente bacterias, de otras partes del cuerpo ingresan al torrente sanguíneo y atacan el revestimiento de las válvulas o las cámaras.
Después de analizar los datos de mortalidad obtenidos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. entre 1999 y 2020, los investigadores descubrieron que hubo una «marcada aceleración de la mortalidad» entre el grupo de edad de 25 a 44 años, que la agencia caracterizó como “un motivo de alarma”.
Los autores del estudio especularon que “esta aceleración probablemente se debió principalmente a la crisis de opioides que ha afectado a varios estados y que ha afectado principalmente a los adultos más jóvenes”.
“Estados Unidos se encuentra actualmente en medio de la peor crisis de opioides, y al menos 1 de cada 10 estadounidenses consume drogas ilícitas. La EI sigue siendo una de las complicaciones más temidas del uso de drogas inyectables”.
La crisis de los opioides se ha vuelto tan grave que algunos funcionarios consideran que el fentanilo, un opioide popular, es una amenaza a la seguridad nacional. El fentanilo es una droga inodora e insípida. Solo dos miligramos, equivalentes a cinco granos de sal de mesa, pueden potencialmente matar a un ser humano.
La cantidad de fentanilo incautada por la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) de Estados Unidos el año fiscal pasado sería suficiente para crear más de 6 mil millones de dosis potencialmente letales.
Los investigadores descubrieron que a nivel de la población general la tasa de mortalidad por endocarditis infecciosa disminuyó entre 1999 y 2020.
Sin embargo, para el grupo de edad de 25 a 34 años, la mortalidad por EI «aumentó significativamente» en un 5.4 por ciento anual en promedio, durante este período. Entre las personas de 35 a 44 años, hubo un aumento del 2.3 por ciento.
La mortalidad permaneció «estancada» entre las personas de 45 a 54 años y mostró una «disminución significativa» en las personas de 55 años o más.
El estudio señaló que hubo un aumento en las muertes entre las personas de 25 a 34 años, donde la EI y el trastorno por uso de sustancias figuraban como comorbilidades. La tasa de mortalidad saltó desde 0.17 por millón de personas entre 1999 y 2006 a 1.29 por millón de personas entre 2014 y 2020.
Entre las personas de 35 a 44 años, la tasa de mortalidad aumentó desde 0.48 por millón de personas a 1.26 por millón durante este período.
“El hallazgo de una mayor mortalidad en el grupo de edad de 25 a 44 años es motivo de preocupación. Estos grupos de edad más jóvenes tienen menos probabilidades de tener comorbilidades y hospitalizaciones, estar en riesgo de bacteremia adquirida en los hospitales y un menor riesgo de mortalidad”, escribieron los autores.
El estudio reveló un posible conflicto de intereses. El autor, el Dr. Vinay Badhwar, se desempeña como consultor no remunerado para la empresa de atención médica Abbott. No se mencionó ninguna fuente de financiación.
Tendencias de mortalidad, crisis de opioides
La investigación del 13 de diciembre reveló varios vínculos entre las muertes por endocarditis infecciosa (EI) en términos de género, raza y tendencias estatales. En cuanto al género, la mortalidad por EI disminuyó tanto entre hombres como entre mujeres, pero la magnitud de la disminución fue mayor entre las mujeres.
Entre 1999 y 2020, la mortalidad de las mujeres por EI cayó desde 24.87 por millón de personas a 19,59. Entre los hombres, la mortalidad disminuyó desde 27.61 a 25.49.
La mortalidad de endocarditis infecciosa disminuyó para todas las razas.
En términos geográficos, las grandes áreas metropolitanas experimentaron una «disminución significativa» en la mortalidad por Endocarditis Infecciosa, mientras que las pequeñas áreas metropolitanas no mostraron «ningún cambio significativo».
Algunos estados exhibieron una “disminución o un aumento estadísticamente significativo” en la mortalidad, mientras que la tendencia se mantuvo estable en otros. Los estados que registraron un “aumento significativo” de la mortalidad fueron Kentucky, Tennessee y Virginia Occidental.
Los autores pidieron más investigaciones para identificar las causas de la mortalidad por Endocarditis Infecciosa entre los adultos jóvenes y en los tres estados que experimentaron el mayor aumento de muertes. Dado que la crisis de opioides afecta principalmente a adultos más jóvenes, estas poblaciones podrían estar en riesgo.
«Los planes de atención integral para quienes reciben tratamiento por endocarditis infecciosa también deben incluir la detección y el tratamiento del trastorno por uso de sustancias», afirmó Sudarshan Balla, autor principal del estudio y profesor asociado de medicina en el Instituto Vascular y Cardíaco de la Universidad de West Virginia en el J.W. Hospital Ruby Memorial en Morgantown, Virginia Occidental.
Algunos estados han implementado programas destinados a reducir los daños causados por el abuso de sustancias y drogas. “Aún está por determinar si estos programas tendrán algún impacto”, dijo el Sr. Balla.
Más del 68 por ciento de las 107,081 muertes por sobredosis de drogas en Estados Unidos en 2022 se debieron a opioides. Al fentanilo se atribuyeron más de 73,000 muertes. Para ponerlo en contexto, esto es más que el número de estadounidenses muertos en la guerra de Vietnam.
En septiembre, el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos dio a conocer medidas para contrarrestar la propagación de opioides ilícitos como el fentanilo. Las medidas apuntan contra los facilitadores del tráfico de opioides y proponen realizar operaciones de divulgación con la industria privada para limitar el envío de drogas ilegales.
A principios de 2023, la representante Morgan Griffith (R-Va.) presentó la H.R. 467, o la “Ley para detener todo tráfico letal de fentanilo”, que busca clasificar permanentemente las sustancias relacionadas con el fentanilo (FRS) como una droga de Lista I.
La DEA había situado a las sustancias FRS en la Lista I, temporalmente, una clasificación que expirará a fines de 2024. El proyecto de ley también reformará el sistema del programa para facilitar a los investigadores la realización de estudios sobre sustancias controladas.
En mayo, la Casa Blanca de Biden anunció su apoyo al proyecto de ley. La ley fue aprobada por la Cámara de Representantes en ese mes con 289 votos a favor y 133 en contra.
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