Superar la plaga del miedo

Aunque el miedo amenace con abrumarnos, no tiene por qué controlarnos

Por Barbara Danza
01 de septiembre de 2022 4:23 PM Actualizado: 01 de septiembre de 2022 4:23 PM

Durante los últimos años, una plaga ha descendido sobre nosotros. No, no esa plaga, sino la plaga del miedo. Se ha convertido en una verdadera epidemia.

Parece que, a donde miremos, nos animan a aferrarnos al miedo. Al fin y al cabo, el peligro acecha a la vuelta de la esquina, los expertos hacen sonar la alarma y la catástrofe se avecina.

Aunque no hay duda de que estamos viviendo una época turbulenta y difícil, ¿es un estado de miedo constante, realmente el mejor camino para navegar a través de ella?

Por supuesto, se puede decir que el miedo a veces es útil. Miramos cuidadosamente a ambos lados antes de cruzar la calle por miedo a que nos atropelle un coche. Si su casa se incendia, el miedo puede impulsarle a actuar con rapidez y determinación por su bien y el de los que le rodean.

Cuando el miedo se convierte en una presencia omnipresente y crónica en su vida —cuando determina su estado de ánimo, su humor, sus elecciones y su perspectiva general de la vida— le está haciendo un terrible daño a usted, y sus seres queridos, a su comunidad y, posiblemente, a la sociedad en general.

El miedo obstaculiza nuestra capacidad de pensar con claridad y racionalidad. El miedo nos impide estar tranquilos. Nos lleva a tomar decisiones tontas, a reaccionar de forma exagerada y nos paraliza. El miedo puede convertirse fácilmente en un hábito. Es una de las emociones más fáciles de manipular por fuerzas externas. El miedo es contagioso.

Si se detiene un momento y evalúa las formas en que el miedo está jugando un papel en su vida ahora mismo, puede sorprenderse. ¿Se impide actuar porque podría fracasar o hacer un desastre? ¿Se abstiene de tomar decisiones porque el resultado es incierto? ¿Teme perder su riqueza, su salud, sus relaciones o sus intereses personales? ¿Le preocupa lo que los demás piensen de usted? ¿Modifica la verdad para complacer a los demás? ¿Evita las conversaciones difíciles? ¿Pierde los estribos? ¿Procrastina? ¿Ve demasiada televisión y pasa demasiado tiempo mirando el teléfono? ¿Evita la responsabilidad?

Si puede decir que sí a alguna de esas preguntas, o si puede ver otras formas en las que está albergando miedo, eso es maravilloso. Ahora puede empezar a dejarlo ir.

Observe su miedo

No se puede gestionar un problema que no se es capaz de identificar. La autorreflexión honesta es una herramienta poderosa. Ahora, más que nunca, es beneficioso reconocer cuándo se está aferrado al miedo y el efecto que está teniendo en su vida.

Para aprovechar al máximo esta introspección, escriba todas las formas en las que se ve afectado por el miedo. Vuelva a añadir más cuando se sienta inspirado. Aumentará enormemente su autoconciencia.

Dejar ir

Una vez que empieza a identificar su miedo, puede rechazarlo, soltarlo y dejarlo ir. ¿Es realmente tan sencillo? No, pero identificarlo ya era la parte más difícil. Ahora, cuando aparezca —cuando se encuentre evitando algo, rechazando algo, saboteándose a usted mismo o directamente sintiendo miedo— haga una pausa. Reconozca lo que es. A menos que esté en peligro real, rechácelo. Usted es más fuerte y valiente de lo que cree. No necesita aferrarse a tanto miedo. Aléjelo.

Controle la información que recibe

Nos bombardean con información a diario. ¿Qué está dejando entrar en su mente? Gran parte de los mensajes de los medios de comunicación actuales están dirigidos a alimentar el miedo. De la misma manera que considera los alimentos que come, considere la información que consume y su impacto en su bienestar.

Vaya despacio

La mayoría de nosotros llevamos una vida muy ajetreada. El ritmo frenético con el que afrontamos el día a día puede potenciar el miedo. De hecho, podemos incluso utilizar nuestro estado de «ocupado» como táctica de evasión.

Intente reducir la velocidad. En lugar de apresurarse al llamar por teléfono, doblar la ropa o preparar la cena, reduzca la velocidad y disfrute del proceso. Concéntrese en lo que está haciendo. Dedíquele toda su atención. Libérese de cualquier miedo que tenga asociado a ello. ¿Miedo a las llamadas telefónicas? Tal vez tenga miedo de defraudar a alguien o de que le juzguen. ¿Miedo a lavar la ropa? Quizás teme no tener suficiente tiempo o no estar haciendo un buen trabajo. ¿Miedo a preparar la cena? Quizás teme no tener suficiente comida, o que su familia no disfrute de lo que prepara.

Desacelere y vea lo bueno y la belleza en todo lo que hace cada día, incluso en las tareas aparentemente cotidianas. Pronto convertirá el miedo y la preocupación en alegría.

Medite

La meditación es una práctica que puede ayudar a despejar la mente y calmar el corazón. La quietud está infravalorada en nuestra época moderna. Apunte a la calma y vea si su miedo empieza a disiparse.

Tener fe

Fundamentalmente, gran parte de nuestro miedo proviene del deseo de controlar nuestras circunstancias y nuestro destino. La fe es un poder superior que alivia gran parte de esta carga. Cuando se de cuenta de que solo puede dar lo mejor de usted y vivir lo más virtuosamente posible, administrando la vida que le ha sido dada lo mejor posible, el miedo pasa a un segundo plano. Si está luchando contra el miedo, fortalezca su fe.

Arriésguese

Póngase a prueba y asuma un riesgo medido. No hace falta que sea enorme para empezar. Acercarse a un amigo con el que ha perdido el contacto. Reservar una excursión, aunque no esté seguro de poder soportarla. Tachar las tareas de su lista de pendientes que ha estado evitando. Preséntese. Enfrente a sus miedos. Comience con pequeños pasos al principio, registre sus progresos y siga creciendo.


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