Diagnostican autismo a hija de Bruce Willis, Tallulah

Por Jessamyn Dodd
20 de marzo de 2024 3:38 PM Actualizado: 20 de marzo de 2024 3:38 PM

Tallulah Willis, hija de los actores Bruce Willis y Demi Moore, reveló por primera vez su diagnóstico de autismo.

La joven de 30 años compartió esta información personal en su página de Instagram durante el fin de semana, acompañada de un nostálgico vídeo en el que aparecen ella y su padre.

El vídeo capta un momento en el que se ve a Willis sosteniendo a una joven Tallulah en un evento de alfombra roja. Entre las preguntas de los medios, Tallulah interactúa cariñosamente con su padre, frotándole la calva y jugando con su oreja. Junto al vídeo, escribió: «Dime que eres autista sin decirme que eres autista», señalando su sincero reconocimiento de su condición.

Alentada por los comentarios de apoyo, Willis reveló que era la primera vez que mencionaba públicamente su diagnóstico, que recibió el verano pasado. Destacó el impacto transformador que ha tenido en su vida.

La Sra. Willis, que protagonizó el reality show «Stars on Mars», ha compartido anteriormente sus luchas personales, incluidas las batallas con la anorexia nerviosa, la depresión, la adicción y el TDAH, como se detalla en un ensayo personal de mayo de 2023 para Vogue. Su franqueza en las redes sociales sobre su proceso de curación le ha valido el apoyo de sus seguidores y familiares.

Willis y Moore, a pesar de su separación, mantienen una estrecha relación, sobre todo a pesar de la lucha de Willis contra la demencia frontotemporal, una enfermedad que revelaron públicamente en febrero de 2023. Willis se volvió a casar y tiene dos hijas con su esposa, Emma Heming Willis, lo que se suma a la red de apoyo familiar que le rodea.

Trastorno del espectro autista

Según el Instituto Nacional de Salud Mental, el trastorno del espectro autista (TEA) es una afección neurológica y del desarrollo compleja que afecta significativamente a las interacciones sociales, la comunicación, el aprendizaje y el comportamiento de las personas. Aunque el TEA puede diagnosticarse a cualquier edad, suele identificarse como un «trastorno del desarrollo» debido a la aparición de síntomas durante los dos primeros años de vida.

Como se indica en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5), las personas con TEA suelen presentar dificultades en la comunicación y la interacción con los demás, junto con intereses restringidos y comportamientos repetitivos, que pueden dificultar su funcionamiento en diversos ámbitos, como la educación y el empleo. El término «espectro» en el TEA refleja la amplia gama de síntomas y sus diversos grados de gravedad experimentados por los individuos.

El TEA afecta a personas independientemente de su sexo, raza, etnia o situación económica. Aunque es un trastorno que dura toda la vida, las intervenciones y servicios oportunos pueden mejorar significativamente los síntomas y el funcionamiento diario. La Academia Americana de Pediatría aboga por la detección universal del autismo en los niños, haciendo hincapié en la importancia de la detección y la intervención tempranas.

Reconocer los signos y síntomas del TEA es crucial. Estos pueden incluir dificultades en la comunicación e interacción social, como un contacto visual limitado, dificultades para comprender las señales sociales y patrones de habla repetitivos. Además, las personas con TEA suelen mostrar comportamientos restrictivos y repetitivos, como la fijación en temas o rutinas específicos y una mayor sensibilidad a los estímulos sensoriales.

A pesar de las dificultades que plantea el TEA, las personas con este trastorno poseen puntos fuertes únicos, como una atención excepcional a los detalles y un dominio de ciertas áreas como las matemáticas, las ciencias, la música o el arte.

Aunque las causas exactas del TEA siguen sin estar claras, las investigaciones sugieren una compleja interacción entre predisposiciones genéticas y factores ambientales. Entre los factores de riesgo asociados al TEA figuran los antecedentes familiares de este trastorno, la edad avanzada de los padres, determinadas afecciones genéticas y el bajo peso al nacer.

El diagnóstico del TEA implica una evaluación exhaustiva del comportamiento y el desarrollo del individuo, que suele realizar un equipo multidisciplinar de profesionales de la salud. El diagnóstico precoz es primordial, ya que facilita el acceso oportuno a intervenciones adecuadas y servicios de apoyo adaptados a las necesidades del individuo.

En el caso de los niños pequeños, el diagnóstico suele implicar un proceso en dos fases, que comienza con una exploración general del desarrollo durante las visitas pediátricas rutinarias, seguida de una evaluación más exhaustiva si surgen problemas de desarrollo. Los niños mayores, los adolescentes y los adultos pueden someterse a evaluaciones iniciadas por los cuidadores, los educadores o por autoderivación a profesionales sanitarios especializados en TEA.

El tratamiento de los TEA abarca una serie de enfoques que incluyen intervenciones conductuales, psicológicas, educativas y farmacológicas adaptadas para abordar síntomas específicos y mejorar el funcionamiento general. La colaboración entre las personas, los cuidadores y los profesionales sanitarios es esencial para formular planes de tratamiento personalizados.

Existen diversos recursos y servicios de apoyo para ayudar a las personas y familias afectadas por TEA, como proveedores de asistencia médica locales, grupos de defensa del autismo, redes de apoyo y programas especializados destinados a promover el desarrollo de habilidades y la integración en la comunidad. La intervención temprana y el apoyo continuo desempeñan un papel fundamental en la optimización de los resultados de las personas con TEA.


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