Un estudio que analizó la tasa de letalidad de la infección (IFR) por COVID-19 estratificada por edad entre la población no anciana a nivel internacional reveló que la tasa era extremadamente baja entre los jóvenes.
«La tasa IFR promedio era del 0.0003% entre los 0-19 años; del 0.002% entre los 20-29 años; del 0,011% entre los 30-39 años; del 0.035% entre los 40-49 años; del 0.123% entre los 50-59 años y del 0.506% entre los 60-69 años», señala el estudio realizado en 29 países. «A nivel mundial, la IFR previa a la vacunación puede haber sido tan solo del 0.03 por ciento y el 0.07 por ciento para las personas de 0-59 y 0-69 años, respectivamente».
El estudio pretende estimar con precisión la IFR de COVID-19 entre las poblaciones no ancianas en ausencia de vacunación o infección previa.
Se observó que por cada 10 años adicionales de edad, la IFR aumenta aproximadamente cuatro veces. Tras incluir los datos de otros nueve países, la IFR promedio de 0-59 años se situó entre el 0.025% y el 0.032%, y la de 0-69 años entre el 0.063% y el 0.082%.
Según el estudio, el análisis sugiere que hay una IFR previa a la vacunación «mucho más baja» en la población no anciana de lo que se había sugerido anteriormente. Las grandes diferencias encontradas entre los países se atribuyeron a diferencias en factores como las comorbilidades.
Peligros de la vacunación entre jóvenes
Un estudio reciente que analizó a los niños de entre 5 y 17 años que habían recibido las vacunas contra COVID-19 de Pfizer, descubrió un riesgo elevado de inflamación cardíaca entre niños de tan solo 12 años.
La miocarditis y la pericarditis alcanzaron el umbral de señal de peligro de seguridad en los niños entre 12 y 17 años tras haber recibido segunda y tercera dosis de la vacuna. Estas afecciones cardíacas pueden causar problemas a largo plazo e incluso la muerte.
«La señal detectada para la miocarditis/pericarditis es coherente con las publicaciones revisadas por pares que demuestran un riesgo elevado de miocarditis/pericarditis tras las vacunas de ARNm, especialmente entre los varones más jóvenes, de 12 a 29 años», señalaron los investigadores.
Stephanie Seneff, investigadora del MIT, afirmó que es «indignante» administrar vacunas contra COVID-19 a los jóvenes, ya que tienen un «riesgo muy, muy bajo» de morir a causa de la infección, de acuerdo a una entrevista concedida a Fox News en enero.
Si se analizan los daños potenciales de estas vacunas para los niños, no tienen «ningún sentido», añadió Seneff. Con repetidas dosis de refuerzo, este tratamiento será «devastador» a largo plazo.
Los padres deberían hacer «absolutamente todo lo posible» para evitar que sus hijos sean vacunados contra COVID-19, aconsejó la científica investigadora.
Vacunación en niños
Algunos países han suspendido sus programas de vacunación infantil contra COVID-19. En octubre, la autoridad sueca de salud pública dejó de recomendar la vacunación de niños de 12 a 17 años, salvo en circunstancias especiales. La agencia reconoció que muy pocos niños sanos se han visto afectados gravemente por el virus.
«En general, vemos que la necesidad de atención como consecuencia de COVID-19 ha sido baja entre los niños y jóvenes durante la pandemia y también ha disminuido desde que comenzó a propagarse la variante ómicron del virus», declaró entonces Soren Andersson, jefa de una unidad de la Autoridad de Salud Pública, a la emisora SVT. «En esta fase de la pandemia, no vemos que siga siendo necesaria la vacunación en este grupo».
Mientras tanto, en Estados Unidos, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) sigue adelante con la vacunación infantil, permitiendo la autorización de emergencia de vacunas de Pfizer y Moderna para niños de tan solo seis meses.
Los registros de datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos muestran que la población vacunada fue la que más muertes por COVID-19 registró en agosto.
Durante ese mes se registraron 6512 muertes, de las cuales el 58.6% se atribuyeron a personas vacunadas o que recibieron las dosis de refuerzo de la vacuna. En enero de 2022, las muertes por COVID-19 entre vacunados y aquellos que recibieron las dosis de refuerzo solo representaban el 41 % de la mortalidad total.
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