El pionero de la física acústica inglesa, John Stuart Reid, explica cómo la medicina de la música puede eliminar la tristeza (y el miedo) asociada a COVID-19, mientras que refuerza nuestro sistema inmunológico para ayudar a vencer cualquier patógeno.
Es natural tener el ánimo decaído y sentir miedo cuando percibimos que nuestra seguridad o forma de vida puede estar amenazada.
El miedo es la forma que tiene la naturaleza de impulsarnos a actuar y, afortunadamente, la naturaleza ha desarrollado un sistema inteligente que se activa automáticamente dentro de nosotros para ayudarnos a salvarnos de las amenazas. Solo hay un pequeño tropiezo: el sistema fue diseñado para el miedo agudo. Parece que la naturaleza no anticipó el miedo crónico.
La situación de COVID-19 no es el estereotipo de tigre de dientes de sable del que podemos huir y escondernos rápidamente. Tampoco podemos protegernos de las repercusiones socioeconómicas asociadas.
Y mientras que ver o leer las noticias nos mantiene informados de la crisis mundial, también es probable que nos mantenga en el temor de la invisible amenaza viral, día tras día, semana tras semana. Ese temor crónico es potencialmente perjudicial porque debilita nuestro sistema inmunológico (aparte de muchos otros daños al cuerpo), lo que nos hace menos capaces de vencer a los virus u otros patógenos. Afortunadamente, hay un simple antídoto que utiliza otro de los sistemas inteligentes de la naturaleza. Este antídoto ahuyenta los ánimos decaídos, alivia el miedo y refuerza nuestro sistema inmunológico. No contiene drogas, no tiene efectos secundarios conocidos y no puede ser sobredosificado.
Al introducir este antídoto mágico, es importante saber que el estado natural de miedo de los humanos causa la liberación de cortisol de las glándulas suprarrenales. El cortisol es a veces llamado la «hormona del estrés» porque ayuda a preparar a nuestro cuerpo para enfrentar situaciones estresantes, tales como proveer glucosa extra al aprovechar las reservas de proteínas a través de la gluconeogénesis en el hígado. Sin embargo, desafortunadamente, el cortisol también inhibe nuestro sistema inmunológico y otros sistemas del cuerpo considerados por la naturaleza como «no esenciales» a corto plazo. Por corto plazo, quiero decir que cuando se huye del proverbial tigre de dientes de sable probablemente no hay muchas posibilidades de ser invadido por un organismo microscópico dañino. Sin embargo, nuestro sistema inmunológico es nuestra defensa contra los virus y otros patógenos, por lo que su supresión debido a sentimientos de miedo no debe ser ignorada, especialmente si tenemos una condición de salud subyacente.
El antídoto mágico que la naturaleza nos proporcionó es la música. No cualquier música, sino la música que nos calma y nos da alegría. La «música» de la naturaleza para nuestros antiguos antepasados se ofrecía de varias maneras, como el psiturismo (el sonido del viento en los árboles y el crujido de las hojas), el sonido del canto de los pájaros, las abejas o el tintineo de los arroyos, y el sonido de nuestro propio tarareo o canto.
La música juega un papel muy importante en la experiencia humana, y sus componentes básicos —sonido y ritmo— que siempre han estado presentes en la tierra, en el viento y en las olas, en los llamados de los pájaros y en un sinfín de otras formas.
Hace unos 40,000 años, los humanos crearon flautas hechas de huesos de pájaros y marfil de mamut.
Hay muchas formas de ayudar a calmar nuestros nervios, como el ejercicio, la respiración profunda, la meditación, todas las formas de creatividad y el baile. Sin embargo, uno de los antídotos más poderosos contra el estrés y el miedo en el que todos podemos participar es escuchar nuestra música favorita, o si somos músicos o vocalistas, hacerla nosotros mismos.
Y en ningún lugar se llevó mejor este mensaje que en las calles de Italia. Citando al sitio web de FM Clásica del Reino Unido, que publicó el 16 de marzo: «No puedes poner en cuarentena la música… Italia toca y canta desde los balcones de las ciudades cerradas. Desde que el país fue completamente puesto en cuarentena tras el brote de coronavirus… los músicos, cantantes y amantes de la música comparten hermosas actuaciones desde sus balcones».
Nuestra música favorita tiene la capacidad de levantar nuestro espíritu e incluso puede evocar un recuerdo feliz de algún momento, lugar o acontecimiento de nuestra vida que puede transformar instantáneamente nuestro estado de ánimo, calmarnos y mover nuestra mente (y por lo tanto nuestro cuerpo) hacia una sensación de alegría.
En ese estado de alegría, nuestro cerebro y sistema nervioso entérico (a veces llamado «el segundo cerebro») produce dopamina, que refuerza nuestro sistema inmunológico. Al mismo tiempo, nuestra música favorita puede causar naturalmente una reducción en los niveles de cortisol. La alegría también provoca que la glándula pituitaria del cerebro libere endorfinas en nuestro torrente sanguíneo, hormonas que proporcionan una sensación de euforia mientras suprimen el dolor.
Escuchar nuestra música favorita a lo largo del día, incluso mientras realizamos actividades mundanas como la limpieza de la casa, es una de las mejores maneras de reducir nuestros niveles de estrés y dar un impulso a nuestro sistema inmunológico.
Esta sencilla fórmula resume el efecto de la medicina musical:
Música + Alegría = Refuerzo del sistema inmunológico
Dicho de manera sencilla, los virus y otros patógenos pueden ser eliminados de forma más eficiente de nuestro cuerpo cuando nos alejamos del miedo y nos acercamos a la alegría.
Pero hay más buenas noticias porque el reciente proyecto de investigación en el que colaboré con el profesor Sungchul Ji de la Universidad de Rutgers, junto con GreenMedInfo.com y la compañía RoadMusic, mostró que los glóbulos rojos que empiezan a perder la integridad de la membrana externa debido a su edad reciben una extensión de vida cuando se sumergen en la música durante al menos 20 minutos.
Curiosamente, descubrimos que los mejores resultados se obtenían no con la música clásica, como habíamos imaginado, sino con la música popular que contenía un prominente ritmo de bajos. Aunque se necesita más investigación para identificar el mecanismo biológico que sustenta este efecto, nuestra hipótesis preliminar es que las ricas frecuencias bajas de la música, ya sea popular o clásica, producen pulsos de presión que aumentan el oxígeno disponible para las moléculas de hemoglobina en los glóbulos rojos, imitando eficazmente los pulsos de presión de los latidos del corazón.
Esta presión mecánica, ya sea creada por un latido del corazón o por pulsos de presión generados externamente por la música, hace que las moléculas de hemoglobina absorban el oxígeno disuelto en nuestra sangre. La música de tambores, también, produjo excelentes resultados, probablemente por la misma razón, ayudando a aumentar el oxígeno en la sangre. Cuando hay más oxígeno disponible para los «viejos» glóbulos rojos, el mecanismo puede implicar la regeneración de las proteínas de sus membranas externas, dándoles una nueva vida.
Los glóbulos rojos transportan oxígeno a todos los sistemas del cuerpo y son esenciales para el sistema inmunológico, por lo que esta importante conexión entre la música y la salud de la sangre podría resultar ser una «medicina» eficaz para el futuro.
Otra conexión importante entre la música y el sistema inmunológico fue reportada en un estudio realizado en 2019 por la Universidad de Augusta. Los investigadores descubrieron que cuando los ratones se sometían a vibraciones de sonido de baja frecuencia, los macrófagos en su torrente sanguíneo proliferaban significativamente.
Los macrófagos son el mayor tipo de célula T que engloba virus y otros tipos de patógenos. Aunque este efecto aún no se ha demostrado que sea ventajoso para los humanos, parece probable que nuestra sangre responda de manera similar, en particular porque nuestros experimentos con sangre demostraron el efecto positivo de las bajas frecuencias en los glóbulos rojos de la sangre humana.
En resumen, hay muchas maneras de calmar nuestros nervios y alegrarse, pero tal vez ninguna tenga el atractivo universal de escuchar música.
Nuestra música favorita tiene la habilidad casi mágica de calmar los nervios agotados, transportarnos en nuestra imaginación a lugares y tiempos especiales, y eliminar la tristeza, mientras que refuerza nuestro sistema inmunológico, ayudando a vencer los virus y otros patógenos. En palabras de Platón: «La música le da alma al universo, alas a la mente, vuelo a la imaginación y vida a todo».
Para saber más sobre los posibles beneficios terapéuticos que se obtienen al escuchar su música favorita, visite la base de datos de GreenMedInfo sobre el tema.
John Stuart Reid es un investigador inglés de física acústica e inventor del CymaScope, un instrumento que hace visible el sonido. Ha estudiado el mundo del sonido durante más de 40 años y es uno de los dos únicos hombres que han realizado un estudio acústico de la Gran Pirámide. Da conferencias en Europa y en Estados Unidos. Este artículo fue reeditado de GreenMedinfo. Suscríbase al boletín de noticias.
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