«Tecnoferencia»: Por qué deberíamos preocuparnos por el tiempo de pantalla de los padres

Por NATALIE PEARSON
10 de marzo de 2020 5:38 PM Actualizado: 10 de marzo de 2020 5:38 PM

Muchos jóvenes pasan mucho más tiempo delante de pantallas que lo que recomiendan los profesionales de la salud. Se ha culpado al tiempo excesivo de uso de pantallas de varios males, entre ellos la obesidad y la mala salud mental. Para mitigar estos efectos negativos, necesitamos entender las cosas que animan a los niños a pasar mucho tiempo frente a una pantalla.

Los niños aprenden y desarrollan su comportamiento observando a los demás, especialmente a sus padres, y esto incluye el uso de la pantalla. De hecho, los tipos de aparatos que usan los padres y el tiempo que los usan son los factores que mejor predicen el uso de la pantalla de su hijo y el tiempo que pasa frente a ella. Los padres también controlan la disponibilidad de las pantallas y la tecnología y establecen las reglas de su uso.

Padres distraídos

Aunque los padres son responsables de establecer los límites del tiempo de pantalla de sus hijos, las exigencias del mundo moderno —y los deberes del trabajo y la vida casera— pueden dificultar que los padres apaguen y limiten su propio tiempo de pantalla. La constante conectividad que permiten los teléfonos móviles hace que sea cada vez más difícil de manejar y puede resultar en una distracción para los padres.

Si bien se piensa que los padres pasan más tiempo con sus hijos que en el pasado, se cree que la calidad de las interacciones ha disminuido. En un estudio realizado en Estados Unidos, los padres de niños de 5 a 18 años informaron de que pasaban un poco menos de tiempo de calidad con sus hijos que el que pasaban con sus teléfonos.

Sociólogos, teóricos de los medios de comunicación y expertos en tecnología han argumentado que la tecnología digital nos está distrayendo, lo que resulta en consecuencias sociales y emocionales negativas. Aunque sabemos que el tiempo de pantalla de los padres influye en el tiempo de pantalla de sus hijos, sabemos menos sobre las consecuencias de la distracción de los padres debido al tiempo de pantalla.

«Un minuto» es una frase común que escuchan los niños, y muchos padres admiten que pasan demasiado tiempo en el teléfono mientras están con sus hijos. Los efectos de estas frases han llevado a los científicos sociales a acuñar la palabra «tecnoferencia» para describir cómo la tecnología interfiere en las relaciones sociales, incluyendo la relación más importante de todas: la que existe entre los padres y sus hijos.

La tecnoferencia de los padres puede tener consecuencias negativas para los bebés y los niños pequeños, incluyendo el deterioro del bienestar emocional, la falta de ofertas de atención de los padres, las interacciones menos positivas, el mal comportamiento del niño, el retraso en el desarrollo del lenguaje y el aumento de las lesiones en los niños.

Encontrar calidad, tiempo sin pantallas

Un estudio de más de 6000 niños de 8 a 13 años de edad encontró que más de un tercio de los niños se sentían sin importancia cuando sus padres usaban el teléfono durante las comidas, las conversaciones y durante otros momentos de la familia. Los niños, cuyos padres se distraen con el teléfono durante esos momentos familiares, pueden sentir que están compitiendo por la atención, lo que a menudo puede resultar en que se comporten mal porque se sienten tristes, enojados y solos.

Los niños prosperan cuando se sienten seguros y reciben la atención de sus padres. Apagar y guardar las pantallas durante los momentos familiares y el tiempo que pasan con los niños es la clave para una crianza feliz, niños felices, relaciones positivas y conexiones fuertes.

Las pruebas sugieren que estar presente (no distraerse) hace que los padres sientan las recompensas de su entorno social inmediato. La misma evidencia sugiere que la tecnología que intenta conectarnos puede, irónicamente, socavar la conexión con las personas más importantes de nuestras vidas.

Natalie Pearson es investigadora asociada en actividad física y salud pública en la Universidad de Loughborough en el Reino Unido.

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