El presidente Donald Trump dijo el 9 de septiembre durante el anuncio de su tan esperada lista de elegidos para la Corte Suprema que hay un «creciente movimiento de izquierda radical» en Estados Unidos, advirtiendo que si los jueces que simpatizan con sus objetivos ocupan un lugar en el más alto tribunal, esto «transformaría fundamentalmente» el rostro de la nación.
Trump hizo estos comentarios al dar a conocer su lista de posibles candidatos a la Corte Suprema, incluyendo prominentes conservadores del ámbito legal como el exprocurador general Paul Clement y tres senadores republicanos de Estados Unidos conocidos por luchar a favor de las causas conservadoras: Ted Cruz (Tx.), Tom Cotton (Ark.), y Josh Hawley (Mo.).
«Desafortunadamente, hay un creciente movimiento de izquierda radical que rechaza el principio de igualdad de trato ante la ley. Si a este movimiento extremo se le concede la mayoría en la Corte Suprema, transformará fundamentalmente a Estados Unidos sin un solo voto del Congreso», dijo el presidente.
Aunque Trump no profundizó mucho en la naturaleza del movimiento, sí dijo que uno de sus maneras de actuar es presionar para un trato selectivo bajo la ley, favoreciendo a ciertos grupos e individuos, mientras que señala a otros para atacarlos.
«Los jueces radicales borrarán la Segunda Enmienda, silenciarán el discurso político y requerirán que los contribuyentes financien el aborto en avanzado estado de gestación. Le darán a los burócratas no electos el poder de destruir millones de empleos estadounidenses. Eliminarán las palabras ‘protegida por Dios’ de la Promesa de Lealtad», dijo Trump.
«Declararán unilateralmente inconstitucional la pena de muerte, incluso para los más depravados asesinos en serie. Borrarán las fronteras nacionales, paralizarán los departamentos de policía y concederán nuevas protecciones a los anarquistas, alborotadores, criminales violentos y terroristas», añadió el presidente.
La referencia de Trump a «anarquistas» y «alborotadores» hace eco de su anterior caracterización de aquellos que participan en actos violentos que han empañado las protestas pacíficas, desencadenadas por la muerte de George Floyd bajo custodia policial.
El colaborador de Epoch Times y experto en movimientos comunistas, Trevor Loudon, afirmó en un artículo de opinión que la violencia que estalló tras la muerte de Floyd no fue un brote espontáneo de frustración reprimida por incidentes de brutalidad policial, sino parte de un movimiento revolucionario por medios brutales.
«La reciente oleada de disturbios, saqueos, incendios y violencia tras la muerte, el 25 de mayo, de George Floyd bajo custodia policial en Minneapolis, no fue una “protesta pacífica” secuestrada por ‘extremistas’, escribió Loudon. «Fue violento desde el primer día y siempre fue así».
Una prueba de esto, dijo, es que la Organización Socialista Camino de la Libertad (FRSO), con sede en Minneapolis y alineada con el Partido Comunista Chino, se atribuyó el mérito de «provocar» los disturbios. En otro artículo de opinión, Loudon señaló la influencia maligna de la extrema izquierda detrás de los anteriores brotes de violencia en medio de llamados más amplios a la justicia racial.
«Sin los comunistas, todavía habría incidentes ocasionales por motivos raciales. Sin embargo, todos los grandes disturbios raciales que quemaron ciudades en los años sesenta (Newark, Detroit, Chicago, Watts y muchas otras) y cada uno de ellos desde entonces han sido avivados en algo más grande por las fuerzas comunistas», escribió, y añadió: «la izquierda estadounidense tiene ahora el poder de iniciar disturbios raciales en casi todas las grandes ciudades de Estados Unidos».
«A menos que sean contrarrestados por la fuerza, estos disturbios y protestas actuales continuarán todo el verano hasta las elecciones. El doble objetivo es detener la recuperación económica de EE. UU. y destruir al presidente Donald Trump. En realidad, estos disturbios no tienen nada que ver con la raza sino con el cambio de régimen y la revolución», escribió Loudon.
Trump, que a menudo recurre a una dura retórica de «la ley y el orden», ha defendido repetidamente la necesidad de diferenciar entre las protestas legítimas y la violencia callejera, y ha pedido que las fuerzas policiales, así como las autoridades estatales y locales, traten a esta última como actividades delictivas.
En particular, en un discurso del 4 de julio al pie del Monte Rushmore, Trump dijo, «multitudes furiosas están tratando de derribar las estatuas de nuestros fundadores, pintarrajear nuestros monumentos más sagrados y desatar una ola de crímenes violentos en nuestras ciudades. Muchas de estas personas no tienen ni idea de por qué están haciendo esto, pero algunos saben exactamente lo que están haciendo. Piensan que el pueblo estadounidense es débil, blando y sumiso. Pero no, el pueblo estadounidense es fuerte y orgulloso, y no permitirá que nuestro país, y todos sus valores, historia y cultura, les sean arrebatados».
«Una de sus armas políticas es la ‘Cultura de la Cancelación’ —sacar a la gente de sus trabajos, avergonzar a los disidentes, y exigir la sumisión total de cualquiera que esté en desacuerdo. Esta es la definición misma del totalitarismo, y es completamente ajena a nuestra cultura y a nuestros valores, y no tiene absolutamente ningún lugar en Estados Unidos de América», dijo Trump.
«Este ataque a nuestra libertad, nuestra magnífica libertad, debe ser detenido, y será detenido muy rápidamente. Expondremos este peligroso movimiento, protegeremos a los niños de nuestra nación, terminaremos con este ataque radical y preservaremos nuestra querida forma de vida estadounidense», dijo.
Durante su anuncio de la lista de elegidos de la Suprema Corte, Trump dijo que muchas de las libertades que los estadounidenses dan por garantizadas, incluyendo la libertad religiosa y la libertad de expresión, «han sido salvadas por un solo voto en la Suprema Corte de Estados Unidos».
Argumentó que estos y otros derechos estarían en peligro si los jueces que sostienen el tipo de ideología contra la que advirtió dominaran el más alto tribunal.
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