El presidente Donald Trump anunció el sábado 7 de septiembre que cancelaba las negociaciones de paz entre Estados Unidos y Afganistán tras enterarse de que los talibanes habían lanzado un ataque terrorista asesino en Kabul con la idea que eso «fortalecería su posición negociadora».
«Inmediatamente cancelé la reunión y cancelé las negociaciones de paz», escribió Trump el sábado por la noche en un mensaje de Twitter.
….only made it worse! If they cannot agree to a ceasefire during these very important peace talks, and would even kill 12 innocent people, then they probably don’t have the power to negotiate a meaningful agreement anyway. How many more decades are they willing to fight?
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) September 7, 2019
Trump dijo que se habían hecho arreglos secretos para dos reuniones privadas el 8 de septiembre, una con el presidente afgano Ashraf Ghani y otra con los principales líderes talibanes.
«Esta noche venían a Estados Unidos», escribió.
El Presidente manifestó en varios mensajes de Twitter que los talibanes habían admitido haber utilizado ataques mortales como una forma de darles una posición negociadora más fuerte en las conversaciones de paz con el gobierno afgano y Estados Unidos.
«Desafortunadamente, con el fin de construir una falsa influencia, admitieron un ataque en Kabul que mató a uno de nuestros magníficos soldados y a otras 11 personas”.
«¿Qué clase de gente mataría a tantos para fortalecer su posición negociadora?», añadió el presidente Trump.
El 5 de septiembre, una explosión de un coche bomba talibán mató a un soldado estadounidense, a un miembro del servicio rumano y a 10 civiles en una concurrida zona diplomática de Kabul, cerca de la embajada de Estados Unidos.
El Departamento de Defensa identificó al estadounidense como el sargento de primera clase Elis A. Barreto Ortiz, de 34 años, de Morovis, Puerto Rico.
Ortiz fue el cuarto miembro del servicio militar estadounidense asesinado en las últimas dos semanas en Afganistán, en otros de los numerosos ataques realizados por los talibanes y otros grupos extremistas en Afganistán, todos en medio de las negociaciones de paz.
La administración Trump tenía esperanzas de lograr un acuerdo de paz que pudiera poner fin a la guerra de casi 18 años en Afganistán, la que comenzó cuando la administración Bush invadió el país en octubre de 2001 después de los ataques del 11 de septiembre.
Desde entonces Estados Unidos ha perdido más de 2400 soldados y ha gastado más de 800.000 millones de dólares en la guerra.
Estados Unidos y la OTAN concluyeron formalmente su misión de combate en 2014, pero las tropas estadounidenses y las de sus aliados continúan enfrentando al grupo terrorista ISIS y a los talibanes, y trabajando en el entrenamiento y construcción del ejército afgano.
Los insurgentes talibanes por su parte controlan casi la mitad de Afganistán y llevan a cabo ataques casi a diario, principalmente contra las fuerzas de seguridad y contra los funcionarios del gobierno.
Zalmay Khalilzad, enviado de paz de Washington, ha estado dirigiendo el esfuerzo de paz de Estados Unidos con una estrategia centrada en cuatro temas interrelacionados: la lucha antiterrorista, la presencia de tropas de la OTAN y de Estados Unidos, el diálogo interafgano y, por último, un alto del fuego permanente.
Hasta ahora, los talibanes se han negado a mantener conversaciones directas con el gobierno de Kabul, apoyado por Occidente y reconocido internacionalmente, mientras afirma que es un régimen «títere» ilegítimo de Estados Unidos. Esta línea de razonamiento también parece aplicarse entre los civiles afganos, como se ve en el vocero talibán Zabihullah Mujahid que se refiere a las víctimas civiles como «invasores».
Khalilzad ha dicho que 5000 soldados estadounidenses se retirarían de cinco bases en Afganistán dentro de los 135 días de un acuerdo final. Actualmente hay entre 13.000 y 14.000 soldados en el país.
Lo que los talibanes quieren es que todas tropas de Estados Unidos y la OTAN, aproximadamente 20.000 militares, salgan de Afganistán de inmediato, mientras que Estados Unidos, por su parte, busca la retirada gradual, que dependerían de que los talibanes cumplan ciertas condiciones, como una reducción de la violencia.
«Hemos estado allí durante 18 años. Es ridículo», dijo Trump el mes pasado. «No estamos luchando realmente, somos casi más una fuerza policial allá, sin embargo, Afganistán sigue siendo peligroso y se necesita algo de presencia de Estados Unidos”, dijo.
Las conversaciones también han buscado garantías de los talibanes de que Afganistán no vuelva a convertirse en un refugio seguro para los grupos extremistas como Al Qaeda y su afiliado local, el grupo terrorista ISIS.
El 4 de septiembre, el gobierno afgano dijo que estaba preocupado de que que una retirada completa de las tropas de Estados Unidos que se lleve a cabo con demasiada rapidez y sin que los talibanes cumplan las condiciones, como la reducción de la violencia, podría conducir a una «guerra civil total». Algo similar a la que envolvió al país en la década de 1990, después de un golpe de estado respaldado por los soviéticos, de parte del partido comunista de Afganistán, conocido como el Partido Democrático Popular de Afganistán (PDPA).
«Si no pueden aceptar un alto el fuego durante estas conversaciones de paz tan importantes, e incluso, matarían a 12 personas inocentes, entonces probablemente no tengan el poder de negociar un acuerdo significativo de todos modos. ¿Cuántas décadas más están dispuestos a luchar?», dijo Trump en Twitter.
Khalilzad no ha hecho comentarios públicos sobre los ataques de esta semana.
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