Opinión
El presidente Donald Trump se enfrentó a un problema aparentemente insuperable. Otra vez.
Después de haber pasado por un falso impeachment, la pandemia del Virus del PCCh —que se acopló a un cierre económico nunca antes intentado— el gobierno de Trump se enfrentó de pronto a una creciente serie de disturbios simultáneos en ciudades de toda la nación.
Las protestas pacíficas en todo el país por la muerte de un hombre negro llamado George Floyd, bajo custodia policial en Minneapolis, se convirtieron rápidamente en una serie de violentos disturbios en todo el país.
Resultó que muchos de estos disturbios observados en todo Estados Unidos fueron orquestados por grupos anarquistas vagamente llamados «Antifa».
El presidente Trump y el fiscal general William Barr anunciaron el 31 de mayo, que Antifa había sido designado como grupo terrorista y que todos los organismos federales de las fuerzas del orden estaban ahora coordinando sus esfuerzos a través de los 56 Grupos de Tareas Conjuntos sobre Terrorismo del FBI, para «identificar a los organizadores e instigadores criminales».
Mientras los demócratas y los medios de comunicación se anticipaban a obtener la óptica que tanto anhelaban —de Trump enviando soldados con bayonetas fijas cargando contra los «manifestantes pacíficos»— lo que obtuvieron en cambio fue la repentina aparición de un montón de unidades tácticas federales del FBI, el Servicio Secreto, la DEA, la ATF, el Servicio de Alguaciles de EE.UU., la Oficina de Prisiones y otras agencias, a toda máquina, muchas sin rifles y ciertamente sin bayonetas.
Como toda la nación está a punto de descubrir tardíamente, los agentes federales no necesitan el permiso de los gobernadores o alcaldes antes de poder entrar en un estado o una ciudad para hacer cumplir las leyes federales y arrestar a los que las incumplen.
Además sucede que es un delito federal llevar a cabo ataques terroristas contra las comunidades estadounidenses.
Parece que el juego entre algunos gobernadores y alcaldes demócratas fue negarse a llamar a la Guardia Nacional y al mismo tiempo hacer que sus departamentos de policía se retiraran y dieran a los alborotadores «espacio para destruir», para causar que la situación empeorara tanto que Trump se viera obligado a actuar.
El acto que anticipaban que haría el presidente era que él tomase el control de los gobernadores y enviase a los militares en servicio activo para restaurar el orden. Esto les habría permitido entonces jugar su narrativa de ‘Trump el Dictador’ hasta las elecciones presidenciales».
Pero Trump no hizo lo que esperaban.
Si yo podía ver claramente qué es lo que la izquierda progresista estaba tratando poner de cebo a Trump desde aquí en el sur de Texas, entonces por supuesto el presidente podría haber visto esto por sí mismo.
Así que Trump no envió a los militares en servicio activo y la izquierda no va a conseguir su deseada óptica de unidades militares regulares persiguiendo a los alborotadores en las calles.
Al igual que hizo con su respuesta al virus del PCCh, Trump evitó la trampa que le tendieron, mientras cortaba el nudo gordiano que se le presentaba.
Recordemos que los demócratas y los medios de comunicación pasaron meses tratando de intimidar a este jefe del ejecutivo para que tomara el control de los gobernadores demócratas y manejara la respuesta del virus a nivel federal. Cuando ellos no trataban de provocarle para que hiciera eso, trataban de provocarle para que nacionalizara varias industrias clave.
Trump también se negó a hacer eso.
En lugar de hacer lo que ansiosamente esperaban que hiciera, los enemigos de Trump se quejaron impotentes mientras el forjaba una alianza sin precedentes entre las agencias federales y la industria privada, algo que no se había visto desde la Segunda Guerra Mundial.
Mientras los «expertos» se acariciaban la barbilla por las cámaras de televisión y opinaban que llevaría meses, si no años, resolver las cuatro necesidades más importantes —ventiladores, pruebas de virus, producción de equipos de protección personal y una vacuna— Trump y su equipo cuidadosamente seleccionado abordaron estos problemas con una innovadora creatividad. Ellos redujeron la enorme cantidad de burocracia y obtuvieron resultados en cuestión de días y semanas, no en los meses y años previstos.
Debido a que Trump ha navegado con éxito por el enorme evento del cisne negro de la pandemia del virus del PCCh, y también ha navegado con éxito por el cierre económico, como lo demostró el nuevo informe de empleos de mayo, los demócratas inmediatamente se han dedicado a tratar de convertir los disturbios en todo el país en su propia ventaja política.
Pero Trump es simplemente demasiado inteligente para esta gente. Envió a los federales, que pasaron la semana pasada tranquilamente derribando al Antifa detrás de escena y ahora casi todo ha terminado.
Una vez más, ellos pierden, él gana.
Brian Cates es un escritor radicado en el sur de Texas y el autor de «Nobody Asked For My Opinion … But Here It Is Anyway!». Puede contactarlo en su Twitter @drawandstrike.
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Protestas en EE.UU: Grupos comunistas están detrás de las protestas violentas
Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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