Ultrasonido prenatal: Después de todo, no suena tan bien

Por The Defender Staff
18 de agosto de 2023 4:47 PM Actualizado: 18 de agosto de 2023 4:47 PM

Puntos de vista sobre la salud

Hay poca evidencia de que el ultrasonido de diagnóstico esté salvando vidas o mejorando los resultados, y hay evidencia considerable de que, por el contrario, no es seguro.

Este artículo fue publicado originalmente por The Defender, el sitio web de noticias y opiniones de Children’s Health Defense.

La ecografía (o ultrasonido) prenatal es un componente aceptado en la atención materna moderna, hasta el punto de que a la mayoría de los obstetras y ginecólogos les resulta imposible ejercer su profesión sin ella. Las mujeres estadounidenses rutinariamente ahora se someten a cuatro o cinco ultrasonidos por embarazo. A pesar de la ausencia de beneficios demostrados, también hay una tendencia hacia «nuevas aplicaciones de ultrasonido… en etapas más tempranas del embarazo» (pdf p. 47), incluido el monitoreo de la frecuencia cardíaca fetal Doppler, que multiplica muchas veces la exposición del bebé por nacer.

Un médico escocés desarrolló la primera máquina de ultrasonido 2D a fines de la década de 1950. Diseñada para la exploración prenatal, así como para el diagnóstico de tumores ginecológicos, la máquina se basó en la experiencia previa del médico con la tecnología de radar militar. Ahora, el último sector de crecimiento en tecnología de ultrasonido es la imagen en 3D (que muestra el rostro del bebé) o el ultrasonido en 4D que crea un «efecto de video en vivo, como una película», lo que atrae a los padres para que almacenen imágenes de «recuerdo» de las expresiones faciales de su bebé en el útero.

Aunque la Administración de Drogas y Alimentos de los EE. UU. (FDA, por sus siglas en inglés) le dice a los futuros padres que los exámenes de ultrasonido brindan «una valiosa oportunidad para ver y escuchar los latidos del corazón del feto, vincularse con el bebé por nacer y capturar imágenes para compartir con familiares y amigos», y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. niegan cualquier asociación entre el ultrasonido y los resultados maternos, fetales o neonatales adversos, no todos comparten la confianza de estas agencias. De hecho, dos libros recientes exponen lo contrario. Un autor, respaldado por más de 1,500 citas científicas, argumenta que el ultrasonido prenatal es tan dañino para los niños que “debería prohibirse inmediatamente en obstetricia”. El otro sostiene que los efectos biológicos «sutiles y no tan sutiles» del ultrasonido «han puesto a la especie humana en un camino trágico» del que puede llevar generaciones recuperarse.

Una sola exposición al ultrasonido produjo daño celular y en el ADN similar a 250 radiografías de tórax, y el daño fue permanente y hereditario durante 10 generaciones y más.

Riesgos conocidos pero ocultos

Pocos futuros padres se dan cuenta de que la tecnología de ultrasonido no consiste simplemente en ondas sonoras, sino que se basa en radiación no ionizante. Otros ejemplos de radiación no ionizante hecha por el hombre incluyen teléfonos celulares, torres de telefonía celular, teléfonos inalámbricos, Wi-Fi y más. Aunque la radiación ionizante (piense en los rayos X) tiene la reputación de ser más poderosa, la radiación no ionizante es capaz de producir  efectos biológicos, incluida la alteración y el daño de las células. A mediados de la década de 1980 un médico y autor de gran éxito de ventas, comparó el ultrasonido, que estaba “siendo vendido al público como ‘perfectamente seguro’”, con otras tecnologías «no probadas», y regañó a la profesión médica por no tomar las “medidas necesarias para proteger a las personas contra una tecnología maligna”. Casi al mismo tiempo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró (en vano) que las preocupaciones sobre la eficacia clínica y la seguridad del ultrasonido “no permiten una recomendación para los exámenes rutinarios”.

Según el autor de una de las recientes críticas al ultrasonido, la tecnología causa daños de gran alcance. Al describir una serie de estudios publicados a fines de la década de 1970 y a principios de la de 1980, el autor señala que «una sola exposición al ultrasonido produjo daño celular y en el ADN similar a 250 radiografías de tórax» y que «el daño fue permanente y heredable  durante 10 generaciones y más allá”. Las formas de daño incluyeron «corte de ADN, roturas de cadena simple y doble, reordenamientos cromosómicos y desenrollamiento de ADN, deformidades y mutaciones en la descendencia, así como la desactivación completa del material genético dentro de las células sonicadas».

El reciente segundo libro resume 50 estudios de ultrasonido prenatal en China, describiendo “alteración y lesiones en los órganos, tejidos [y] ultraestructuras celulares”, así como “daño a la señalización de citoquinas en moléculas, glóbulos rojos, neuronas y mitocondrias”. El autor señala que la física del ultrasonido es “dramática”; por ejemplo, la industria utiliza el ultrasonido “para desintegrar y mezclar materiales y para soldar acero”. Transmitiendo el concepto de «sinergia tóxica», el libro también sugiere que «el ultrasonido es un sinergista eficaz»… teóricamente capaz de iniciar vulnerabilidades fetales a posteriores exposiciones tóxicas”. Por lo tanto, “el riesgo de la posterior exposición a vacunas, medicamentos para el parto, antibióticos y otros factores estresantes ambientales, aumentaría con la ecografía prenatal, no además, sino como un multiplicador” [énfasis añadido].

Estos niños tienen un mayor riesgo de daño genético y/o cerebral inducido por la radiación que puede conducir al autismo y a otros trastornos del desarrollo neurológico.

Ultrasonido y autismo

Muchos investigadores han notado que la seguridad de los dispositivos de ultrasonido depende, entre otros factores, de la cantidad de «energía de salida… a la que está expuesto el feto». A fines de la década de 1980 la industria del ultrasonido se acercó a la FDA solicitando aumentar los niveles de salida existentes «para mejorar la capacidad de diagnóstico», y en 1991 la agencia accedió aumentar ocho veces los niveles de exposición de salida permitidos. 20 años después, cuando los investigadores de la FDA compararon las tendencias de ultrasonido previas y posteriores al cambio regulatorio de 1991, centrándose en particular en el potencial de «calentamiento tisular», informaron «un aumento sustancial en la potencia ultrasónica con el tiempo» y concluyeron con cautela que sus estimaciones de aumento de temperatura «podrían considerarse potencialmente dañinas». Otros autores lo dicen más directamente:

“Esta acción de la FDA aseguró que los bebés nacidos después de 1991 estuvieran expuestos a más radiación en comparación con los nacidos en las décadas de 1970 y 1980, por lo tanto estos niños tienen un mayor riesgo de daño genético y/o cerebral inducido por la radiación, que puede conducir al autismo y a otros trastornos del neurodesarrollo”.

Los investigadores han señalado que la epidemia de autismo despegó aproximadamente al mismo tiempo que aumentaba el uso y la intensidad del ultrasonido. Para explicar esta asociación, señalan la presencia de alteraciones del sistema nervioso central en animales expuestos a ultrasonido en el útero. Por ejemplo, un estudio en ratones encontró que la exposición fetal al ultrasonido de diagnóstico alteraba los «comportamientos sociales típicos… que pueden ser relevantes para el autismo».

Investigadores suecos escribieron en 2016 que compararon las tasas de autismo en niños nacidos entre 1999 y 2003 expuestos a ultrasonido a las 12 o 18 semanas de gestación. Los autores encontraron tasas similares de autismo en ambos grupos, pero pidieron más investigación y señalaron que sus resultados no podían referirse a las prácticas actuales de ultrasonido. “Hoy en día”, afirmaron los autores, “las ecografías de mayor intensidad se realizan con mayor frecuencia en etapas más tempranas durante el embarazo y con fines no médicos, lo que implica un tiempo de exposición más prolongado para el feto”.

El Dr. Manuel Casanova (investigador de la Universidad de Carolina del Sur-Greenville) es coautor de numerosos estudios que describen al cerebro autista y profundizan en los efectos del ultrasonido en el cerebro. Defiende una hipótesis de «triple golpe» del autismo que involucra (1) factores estresantes externos (2) durante un período crítico del desarrollo del cerebro en fetos (3) con vulnerabilidades subyacentes, el Dr. Casanova sugiere que el ultrasonido prenatal puede ser un factor estresante clave. Según el Dr. Casanova, el ultrasonido afecta preferentemente a las células con una “propensión a deformarse”, activando mecanismos que tienen que ver con el crecimiento celular y la división celular y provocando que ciertas células “se dividan en un momento en el que no deberían dividirse”. La «activación inoportuna o sobreactivación» de ciertas vías a través del ultrasonido también puede conducir a una proliferación celular no deseada o a una mala distribución de las neuronas. Otros investigadores han confirmado la relación ultrasonido-autismo dentro del contexto del “triple golpe”.

El Dr. Casanova declara francamente que “los ultrasonidos se están haciendo sin tener en cuenta la seguridad de los pacientes”. Señala que un tercio de todos los profesionales de ultrasonido no cumplen con las normas de seguridad y señala que al menos el 40 por ciento de los equipos de ultrasonido están defectuosos. Además, observa que muchos profesionales “no ven nada malo” en usar ultrasonido durante el primer trimestre, aunque las normas de seguridad desaconsejan su uso durante el primer trimestre en embarazos sin incidentes.

Hay poca evidencia de que el ultrasonido de diagnóstico esté salvando vidas o mejorando los resultados, y hay evidencia considerable de que, por el contrario, no es seguro.

Reversión necesaria

Es poco probable que la comunidad médica prohíba fácilmente la lucrativa práctica de la ecografía prenatal, pero los consumidores están en condiciones de ayudar a revertir el uso excesivo de la tecnología retirando su consentimiento. Hay poca evidencia de que el ultrasonido de diagnóstico esté salvando vidas o mejorando los resultados, y hay evidencia considerable de que, por el contrario, no es seguro. Los riesgos, además del autismo, incluyen retraso en el crecimiento fetal, otras anomalías cerebrales e infertilidad masculina y femenina, así como una vulnerabilidad más amplia a la enfermedad. Dado que el daño por ultrasonido puede no ser evidente hasta años después, corresponde a los futuros padres conocer los hechos y decidir si vale la pena arriesgar una imagen de recuerdo o una película, por sobre la salud de su hijo a largo plazo.

Este artículo fue publicado originalmente por The Defender —Children’s Health Defense’s News & Views Website, bajo licencia Creative Commons CC  BY-NC-ND 4.0. Considere suscribirse a The Defender o hacer una donación a Children’s Health Defense.

Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente las opiniones de The Epoch Times. Epoch Health da la bienvenida a la discusión profesional y al debate amistoso. 


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