Un engaño orquestado

Por Dinesh D'Souza
07 de junio de 2021 3:08 PM Actualizado: 07 de junio de 2021 3:08 PM

Opinión

Ahora se puede decir públicamente: Fue un engaño la campaña pública masiva para convencer e, incluso, obligar al mundo a aceptar la idea de que el COVID-19 surgió naturalmente de un mercado de carne en Wuhan.

Los detalles escabrosos están contenidos en un reportaje de investigación de la revista Vanity Fair. Esto ya es sorprendente. Vanity Fair es una revista de cultura y tendencias, que no se destaca por este tipo de investigaciones serias. Sin embargo, el artículo en profundidad de Katherine Eban está minuciosamente investigado, con múltiples fuentes nombradas, y escrito al estilo de una historia de detectives.

La primera pregunta que debemos hacernos es: ¿Cómo obtuvimos un consenso científico y mediático de que el SARS-CoV-2 (el virus que causa COVID-19) originalmente provenía del mercado de carne de Wuhan? La respuesta es una carta grupal firmada por destacados virólogos que apareció en la prestigiosa publicación científica The Lancet. Este artículo dijo que los planteamientos, que sugerían que el SARS-CoV-2 podría haber venido del laboratorio de Wuhan, eran «teorías de conspiración» que habían sido rechazadas rotundamente por la comunidad científica.

Aparentemente convencidos de que debían «escuchar a la ciencia», la declaración de Lancet convenció a los medios de comunicación de todo el mundo de que debían desprestigiar a figuras públicas, especialmente a políticos como el senador Tom Cotton (R-Ark.), por pedir siquiera una investigación sobre la procedencia del COVID-19. Cotton fue calificado casi universalmente como un chiflado por plantear la posibilidad de teorías «desacreditadas».

Los medios digitales impusieron rápidamente su estricto régimen de restricción, prohibición, prohibición anónima y eliminación de plataformas de los usuarios que se consideraban que compartían esa «información errónea». Actuando por recomendación de sus supuestos verificadores de hechos, Facebook retiró millones, quizás decenas de millones, de publicaciones que supuestamente transmitían la falsa idea de que el SARS-CoV-2 podría haberse filtrado desde un laboratorio.

Pero lo que Vanity Fair expone es el mecanismo detrás de escena de cómo se produjo esa declaración de Lancet. Según el artículo, la declaración fue organizada por un zoólogo llamado Peter Daszak, él mismo involucrado en una investigación financiada por el gobierno de EE.UU. dirigida a la producción de virus mortales en laboratorios. Daszak ha trabajado en estrecha colaboración con Ralph Baric de la Universidad de Carolina del Norte. El grupo de Daszak, EcoHealth Alliance, ha trabajado directamente con los laboratorios de Wuhan en China para investigar los coronavirus y, potencialmente, hacerlos más contagiosos y más letales (lo que es conocido como ganancia de función).

El propósito aparente de esta investigación de «ganancia de función» es estudiar los virus, comprenderlos mejor y desarrollar mejores curas para las pandemias que puedan surgir de forma natural. Pero, por supuesto, dicha investigación es muy peligrosa, porque los virus podrían liberarse por accidente o negligencia y causar las mismas pandemias para las que están diseñados. Alternativamente, dicha investigación puede explotarse con fines militares, porque los virus letales también constituyen un arma poderosa de guerra biológica.

Cuando Daszak se enteró de que un virus estaba causando estragos en el mundo, se movió rápidamente para organizar a un grupo de virólogos con el propósito de declarar, sin ninguna evidencia convincente, que el COVID-19 tenía un origen natural. Puede parecer desconcertante por qué científicos prominentes estarían de acuerdo en firmar una carta tomando una posición sobre algo para lo cual no hay evidencia científica válida. ¿Por qué harían esto?

La respuesta en una sola palabra es: dinero. Figuras como Daszak e instituciones como EcoHealth Alliance, que reciben grandes cantidades de dinero del gobierno, suelen empaquetar esos fondos en sub-subvenciones que se dispersan entre investigadores e instituciones de investigación de todo el país. En consecuencia, hay un gran grupo de virólogos que están, en cierto modo, en el bolsillo trasero de Daszak. Tienen un interés financiero en hacer lo que él quiere y, además, al igual que Daszak, tienen un interés en camuflar la posibilidad de que su tipo de trabajo haya causado una pandemia mundial con millones de muertes y una ruina incalculable a su paso.

Daszak no sólo organizó la declaración de Lancet, sino que lo hizo, según Vanity Fair, «con la intención de ocultar su papel y crear la impresión de inmunidad científica». En un correo electrónico dirigido a Baric, Daszak decía: «No hace falta que firmes la ‘Declaración’ Ralph». Daszak explicaba que ni él ni Baric debían firmar la declaración «para que tenga cierta distancia con nosotros y así no funcione de forma contraproducente».

Daszak agregó: «Luego lo publicaremos de una manera que no nos vincule con nuestra colaboración, por lo que maximizamos una voz independiente». Baric estuvo de acuerdo y respondió: «De lo contrario, parece egoísta y perdemos impacto». Al final, Baric no firmó. Daszak lo hizo. Y, al menos, seis de los otros que firmaron la declaración trabajaron o recibieron fondos de EcoHealth Alliance, según Vanity Fair.

Lo que tenemos aquí es un grupo de científicos involucrados activamente en la preparación de virus potencialmente mortales, y posiblemente involucrados en una peligrosa colaboración con el laboratorio de Wuhan, que puede haber ayudado a causar la muerte de millones, trabajando en conjunto para crear una falsa impresión pública de consenso científico, cuando sabían perfectamente que no había tal consenso.

No sólo los medios de comunicación y los medios digitales acogieron ciegamente el mensaje de estos científicos, sino que, además, la administración Biden utilizó el pretexto del consenso científico -el falso consenso que Lancet ayudó a crear- para cerrar una investigación en curso del Departamento de Estado, iniciada a finales de la era Trump y encabezada por Mike Pompeo, sobre los verdaderos orígenes del COVID-19. Este cierre fue promovido activamente por las agencias gubernamentales y los burócratas estadounidenses que no tenían intención de revelar su propio papel en el patrocinio y la subvención a la investigación altamente peligrosa de «ganancia de función».

Las consecuencias del engaño del COVID-19, promovido conjuntamente por científicos, periodistas, magnates digitales y burócratas del gobierno de Estados Unidos, todos ansiosos por ocultar su posible papel en una pandemia del siglo XXI, son de gran alcance. La gran mentira de que el COVID-19 surgió naturalmente de un mercado de carne ha obstaculizado una verdadera investigación sobre lo que sucedió. Ahora es posible que nunca lo sepamos. No saber significa que prevenir una futura epidemia se vuelve mucho más difícil.

Dinesh D’Souza es autor, cineasta y presentador diario del podcast Dinesh D’Souza.


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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times

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