Un giro perverso en Ankara

Opinión

Turquía es el puente que une Europa con Asia. Es miembro de la OTAN desde hace mucho tiempo y durante décadas ha presionado sin éxito a la Unión Europea (UE) para que la admitiera como miembro de pleno derecho de ese organismo. Pero la UE nunca ha permitido a Turquía la plena adhesión. Además, con su apoyo a Hamás en la guerra contra Israel, Turquía está quemando sus puentes con Occidente.

Dicho de otro modo, la salvaje guerra de Hamás, inspirada en el islamismo radical, contra Israel y los judíos es aparentemente también la guerra de Turquía. Esto tiene una serie de implicaciones críticas que van mucho más allá de la batalla entre Israel y Hamás, tanto a nivel mundial como regional.

A nivel macro, Turquía está aparentemente vinculada a la seguridad colectiva de la OTAN, pero las relaciones de Ankara con Moscú son mutuamente beneficiosas y crecientes.

La vinculación de Turquía con la OTAN

Parece que al presidente turco Recep Erdogan se le está acabando la paciencia con la UE. Recientemente declaró que Turquía está dispuesta a «separarse» de la UE después de que el Parlamento de la UE anunciara que el «proceso de adhesión de Turquía no puede reanudarse en las circunstancias actuales».

Como miembro de pleno derecho de la OTAN, Turquía ha tenido que equilibrar sus estrechas relaciones con Rusia manteniendo al mismo tiempo su relación con los miembros de la OTAN, todos ellos europeos, y apoyar, en un grado u otro, a Ucrania en su guerra con Rusia. Ankara considera su pertenencia a la OTAN como una justificación para ingresar en la UE. Pero los funcionarios de la UE no están de acuerdo y sostienen que los criterios y procesos de adhesión son muy distintos y separados de los de la OTAN.

La caída de Turquía en el autoritarismo es también una señal de alarma para los dirigentes de la UE. En 2022, el informe de ampliación de la UE citaba «serias preocupaciones sobre el continuo deterioro de la democracia, el Estado de Derecho, los derechos fundamentales y la independencia del poder judicial» en Turquía como razones para no admitirla en la Unión.

Sin embargo, Ankara ha emprendido un delicado baile entre sus vínculos con la OTAN y Europa y sus crecientes lazos con Rusia. Por un lado, Erdogan ve la necesidad económica de mantener su larga relación con Europa y las ventajas militares de su participación en la OTAN.

Por ejemplo, a cambio de 40 nuevos cazas F-16 y otras mejoras militares, Ankara levantó su oposición a la solicitud de Suecia de ingresar en la OTAN. Erdogan también apoyó la candidatura de Ucrania a la OTAN, lo que enfureció a Rusia. Pero ese apoyo es discutible ya que la OTAN ha estado apoyando financiera y militarmente a Ucrania como si ya fuera miembro desde el principio de la guerra.

Turquía también está ayudando a Rusia a eludir las sanciones relativas a la venta de cereales y energía, directamente en contra de los intereses de la OTAN, Estados Unidos y la UE.

Intensificación de la retórica antiisraelí

Antes del ataque de Hamás y de la actual respuesta de Israel en Gaza, Turquía e Israel estaban llevando a cabo un acercamiento mutuo basado en planes para realizar perforaciones petrolíferas conjuntas en el Mediterráneo oriental y en otros compromisos económicos. Tras la intervención militar israelí en Gaza, Erdogan ha calificado las acciones israelíes de «masacre» y no de respuesta justificada al brutal ataque perpetrado por Hamás contra civiles inocentes.

Este pronunciamiento ha socavado los esfuerzos previos por mejorar las relaciones turco-israelíes. También lo hizo el hecho de que la primera llamada telefónica de Erdogan fuera a los dirigentes de Irán, y no a los de Israel, en relación con el atentado y la contención de la respuesta israelí.

La creciente brecha entre Turquía y Occidente

También está ampliando la brecha entre Turquía y Occidente, sobre todo teniendo en cuenta que Turquía tiene un historial de ayudar a Irán a eludir las sanciones de Estados Unidos. Además, Erdogan ha aliado públicamente a Turquía con causas y acciones yihadistas islámicas radicales. El 13 de octubre, el líder religioso supremo del Hizbulá turco, Edip Gumus, un aliado del gobierno islamista de Erdogan con profundas conexiones con Irán, hizo un llamamiento público a la «yihad global» contra Israel.

Además, SADAT, un contratista militar turco y firme partidario de Erdogan, emitió una declaración pública a favor de la creación de un ejército islámico de todas las naciones musulmanas de Medio Oriente para coordinarse y poner fin a la ocupación israelí. También calificó a Israel de «nación del terror» y a Hamás de «gobierno de Gaza».

Aliados solo de nombre

Estas proclamaciones hacen difícil ver cómo puede mantenerse o justificarse una alianza militar con Turquía, al menos desde una perspectiva occidental. Turquía dispone de inteligencia, material militar y una fuerza militar en la OTAN que solo es superada por la de Estados Unidos. Y sin embargo, sus intereses geopolíticos son contrarios a Occidente y están alineados con los mulás y dictadores de Oriente, desde Moscú a Teherán.

Es justo concluir que Turquía es un aliado, si no un líder, del islam radical en el mundo.

¿Cómo encaja este hecho con el hecho de que Ankara sea a la vez miembro de la OTAN y líder del islam radical que pide y apoya activamente la eliminación de Israel, uno de los aliados más cercanos de Estados Unidos en el mundo?

Desde el punto de vista de Turquía, están obteniendo lo mejor de ambos mundos sin consecuencias negativas.

¿Cómo se benefician Occidente, la OTAN e Israel del perverso giro de Turquía hacia la yihad?

Nos permite saber quién está con nosotros… y quién no.

Las opiniones expresadas en este artículo son opiniones del autor y no reflejan necesariamente los puntos de vista de The Epoch Times.

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