Comentario
El alarmismo sobre el cambio climático ha dado un giro macabro que parecerá una sátira, pero no lo es. Esto sucedió en Suecia.
En una cumbre sobre los alimentos del futuro (el futuro devastado por el clima) llamada Gastro Summit, en Estocolmo, del 3 al 4 de septiembre, un profesor realizó una presentación en powerpoint afirmando que debemos «despertar la idea» de comer carne humana en el futuro, como una forma de combatir los efectos del cambio climático.
En una charla titulada: «¿Puedes imaginar comer carne humana?», el científico conductista y estratega de mercadotecnia Magnus Söderlund de «Handelshögskolan» (Colegio de Comercio) argumenta a favor de la destrucción de los antiguos tabúes contra la profanación del cadáver humano y de comer carne humana.
El científico se refirió a los tabúes en su contra como «conservadores» y analizó la resistencia de las personas a este problema como un problema que podría superarse, poco a poco, comenzando por persuadir a la gente de que simplemente lo pruebe. Se lo puede ver en su presentación en video y en el canal de televisión estatal sueca TV4 diciendo que dado que las fuentes de alimentos serán escasas en el futuro, las personas deben ser introducidas a comer cosas que hasta ahora han considerado desagradables, entre ellas, la carne humana.
Las ventas más fáciles que sugiere incluyen: mascotas e insectos. Pero la carne humana era el tema central. En los artículos suecos que describen este nuevo debate, se introduce el término «mannisko-kötts branschen». Esto significa «la industria de la carne humana».
En su biografía en la Escuela de Economía de Estocolmo, Söderlund afirma que su enfoque de investigación incluye: «comportamiento del consumidor», «estímulos de marketing», «lealtad, emociones, percepciones de justicia», «reacciones psicológicas», (…) «en una sociedad cada vez más obsesionada con el consumo».
Las personas pueden ser «engañadas», se burla de Soderlund, para «tomar las decisiones correctas».
Combinando la resistencia a comer carne humana con el egoísmo capitalista, los puntos de discusión del seminario preguntan:
“¿Somos los humanos demasiado egoístas para vivir de manera sostenible?
“¿Es el canibalismo la solución para la sostenibilidad alimentaria en el futuro? ¿La Generación Z tiene las respuestas a nuestros desafíos alimentarios? ¿Se puede engañar a los consumidores para que tomen las decisiones correctas? En Gastro Summit obtendrás algunas respuestas a estas preguntas, y también participarás de los últimos descubrimientos científicos y conocerás a los principales expertos».
En su charla, Söderlund pregunta a la audiencia cuántos estarían abiertos a la idea. No se levantaron muchas manos. Se escuchan algunos gemidos. Cuando se lo entrevistó luego de su charla, informó brillantemente que el 8 por ciento de los participantes de la conferencia dijeron que estarían dispuestos a intentarlo. Cuando se le preguntó si él mismo lo intentaría, él responde: «Me siento algo vacilante, pero no quiero parecer demasiado conservador (…) tendría que decir que (…) al menos estaría abierto a probarlo».
El logotipo de la charla, titulado: «Comida del Futuro: Gusanos, Saltamontes o Carne Humana», presenta un toque de sangre como parte del diseño gráfico.
Lo que Söderlund no menciona, curiosamente, es la ciencia largamente documentada: el efecto biológico del canibalismo.
Una tribu llamada Fore vivió aislada en Papúa Nueva Guinea hasta la década de 1930. Ellos creían que comerse a sus muertos era mejor que permitir que fueran consumidos por gusanos. Esto condujo a una epidemia de una enfermedad llamada «kuru, o» la risa de la muerte», causada por la ingestión de carne humana. Esta enfermedad no fue causada por un patógeno, sino más bien por una «proteína retorcida» (según un informe de NPR) que engaña a «otras proteínas en el cerebro para que se tuerzan, dañando el cerebelo del cerebro». Los investigadores lo compararon con la transformación del Dr. Jekyll. La última víctima de kuru murió en 2009.
Quien esté a cargo de las Relaciones Públicas de Suecia está haciendo un pésimo trabajo. A menos que la nueva idea sea que este pequeño país del norte, obsesionado con el ateísmo y la corrección política, ahora está más genial que nunca por restablecer todos los límites conocidos de lo «negro». Y de locura.
Celia Farber es una escritora sueco-estadounidense con experiencia en reportajes de revistas y reportajes de investigación. Ha escrito para Harper’s Magazine, Esquire, Rolling Stone y muchos más, y es colaboradora de La Gran Época.
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Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no necesariamente reflejan las opiniones de The Epoch Times
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