Dieciocho miembros de una familia, que abarca tres generaciones, comparten cómo la convivencia en un complejo de 15 acres ha enriquecido sus vidas, reforzado sus lazos e incluso les ha ahorrado dinero.
Teran Sands, de 35 años, vive con su marido, Carson Sands, de 36, y sus tres hijos -Sailor, de 8, Slate, de 5, y Scotlynn, de 4- en un «condominio» en el complejo familiar de 15 acres en Decatur, Texas. Hace seis años, la familia Sands se mudó de su lujosa casa autoconstruida en Fort Worth cuando tuvieron a su primer hijo y empezaron a anhelar una vida más sencilla, dejando atrás su abultada hipoteca y sus trabajos altamente estresantes.
La madre de la Sra. Sands había comprado un terreno en 2011 en las afueras de la ciudad de Decatur tras su divorcio y había construido allí una casa. Cuando la propiedad detrás de su nuevo hogar se puso a la venta, también la compró.
«Siempre bromeábamos: ‘¡Eh, deberíamos montar un complejo familiar!». La Sra. Sands, una de cuatro hermanos, dijo a The Epoch Times. «Tengo todas hermanas y, por supuesto, queríamos vivir unas al lado de las otras. … Luego, cuando tuvimos hijos, todos queríamos mudarnos a una ciudad pequeña y, obviamente, al ser chicas queríamos estar al lado de nuestra madre. En ese momento, a todos los cuñados pareció gustarles la idea».
La madre de Sands transfirió las escrituras del terreno, y Sands y su hermana mayor se repartieron 10 acres entre las dos: a solo 15.000 dólares el acre, el terreno era una «gran bendición». Pronto se les unió una tercera hermana y su familia.
La parcela de los Sands estaba cubierta de árboles y necesitaba desbroce, replanteo y nuevas líneas de propiedad. A los 10 meses de comprar el terreno, la familia había construido su casa, mudándose al condominio en 2017.
Junto al condominio de 3 acres, la hermana mayor de Sands y su familia viven en una propiedad de 5 acres. Sus suegros viven detrás. A doscientos metros, al otro lado del prado, está la casa de otra hermana y de su madre. Los árboles frutales cubren la propiedad, e incluso «se ha hablado de un huerto comunitario».
Tener a la familia «supercerca», y con ocho hijos en la propiedad, ha resultado ser un cambio de juego para la familia.
Dice Sands: «Puedo dejar que los niños salgan a jugar, y tienen compañeros de juego incorporados. … Quizá no se lleven bien con alguno de ellos, pero siempre tendrán a alguien a su lado. Eso será algo que tendrán toda su vida, y este vínculo que están creando es muy, muy especial».
Con su familia como parte de su vecindario, la Sands, que dirige una empresa de contabilidad con su marido, dice que no necesita preocuparse, ya que siempre puede dejar que sus hijos salgan a jugar.
«Tienen mucha libertad», afirma. «Están fuera jugando al voleibol… al baloncesto o saltando en el trampolín. Tenemos tres camas elásticas en el recinto».
Según Sands, otras ventajas de vivir cerca de su familia son que las hermanas pueden cuidar de los hijos de las demás cuando enferman, las reuniones familiares son más fáciles de organizar y las familias pueden compartir recursos. Incluso han convertido en una «tradición» organizar fiestas épicas para los cumpleaños y Halloween.
«Tenemos múltiples casetas hinchables, juegos, grandes premios para los niños», dice Sands, «e invitamos a todo el mundo, a todos sus amigos».
Para otras fiestas, se reúnen entre ellos y se turnan para organizar la reunión en cada una de sus casas.
Además de poder apoyarse unos a otros, la familia también ha podido ahorrar dinero, ya que ahora pueden repartirse los costes de cosas como el vallado, el trabajo de tierra y demás.
«Mi madre tiene una piscina, así que nunca me gastaría el dinero en una piscina porque tenemos una allí mismo», dice Sands. «Mi hermana compró una red de voleibol y yo pensé: ‘Vale, genial. Ahora no tengo que comprar una'».
Los niños también se benefician de vivir cerca de su abuela, a la que le encanta entretenerlos.
«Creo que eso hace que su vida sea divertida e interesante», dice Sands, y añade que sus hijos «aprenden muchas cosas» de su abuela, que les enseña manualidades y a cuidar de las plantas mientras ella y su marido están ocupados con el trabajo. Con su vida simplificada en el complejo, la pareja puede permitirse trabajar menos que antes y pasar más tiempo de calidad con sus hijos.
Desde que Sands empezó a compartir su vida en el complejo en Instagram, su familia ha recibido el apoyo de personas que admiran su estilo de vida. A los escépticos que se preguntan si la familia se pelea a menudo por vivir tan juntos, Sands responde: «Hay cosas que surgen: «Hay absolutamente cosas que surgen, pero todavía se siente similar para mí como tener un vecino en cualquier otro lugar, excepto que honestamente puedo decirles: «¡Hey, no me gusta eso!»».
Al vivir cerca de su familia, Sands espera enseñar a sus hijos «que la familia es importante, aunque haya desacuerdos».
«Creo que los estadounidenses son de las personas más solitarias del mundo», afirma. «A menudo nos separamos, queremos hacer nuestras cosas, y estamos ocupados todo el tiempo, así que creo que para nosotros ir más despacio y centrarnos realmente en las relaciones en nuestra vida nos haría mucho más felices como sociedad en general.»
¿Son perfectas nuestras relaciones? No. ¿Seguimos trabajando en ellas todo el tiempo para [asegurarnos] de que estamos en la vida del otro? Sí».
Al compartir su singular historia de unión, esta madre de tres hijos quiere demostrar que abrazar la comunidad y un ritmo de vida más pausado puede dar grandes resultados.
«Crear un grupo muy unido de personas en tu vida, aunque solo sean un puñado, puede cambiarte la vida de verdad», afirma. «Si tienes 30 o 60 años, aún puedes hacer ese cambio, y rodearte de personas que tengan valores similares a los tuyos».
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